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viernes, 19 de abril de 2024 17:14h.

Algunos no estuvieron - por Nicolás Guerra Aguiar

Fue un viernes de julio de 1979. Como unos cuantos opositores aprobados a agregaduría de Lengua Castellana y Literatura habíamos iniciado una acción legal contra el Ministerio de Educación, tuve que permanecer en Madrid a pesar del terrible calor de la Meseta. Supe por una llamada telefónica desde Las Palmas que Agustín Millares Sall intervendría al día siguiente como poeta  en un mitin convocado por el PCE, Casa de Campo. Allí estuve y, como casi siempre, Agustín vibró sus palabras cargadas de compromiso social y humano e hizo estremecer con su voz hasta las bases de aquellas estructuras metálicas que nos servían de asiento a varios miles de personas, entre ellas mi acompañante, hoy excura salesiano con quien había  hecho amistad en Las Palmas, hombre comprometido y riguroso como cristiano, a quien yo respetaba.

Algunos no estuvieron  - por Nicolás Guerra Aguiar

  Fue un viernes de julio de 1979. Como unos cuantos opositores aprobados a agregaduría de Lengua Castellana y Literatura habíamos iniciado una acción legal contra el Ministerio de Educación, tuve que permanecer en Madrid a pesar del terrible calor de la Meseta. Supe por una llamada telefónica desde Las Palmas que Agustín Millares Sall intervendría al día siguiente como poeta  en un mitin convocado por el PCE, Casa de Campo. Allí estuve y, como casi siempre, Agustín vibró sus palabras cargadas de compromiso social y humano e hizo estremecer con su voz hasta las bases de aquellas estructuras metálicas que nos servían de asiento a varios miles de personas, entre ellas mi acompañante, hoy excura salesiano con quien había  hecho amistad en Las Palmas, hombre comprometido y riguroso como cristiano, a quien yo respetaba.

  Treinta y tres años después (noviembre de 2012) celebramos el entrañable acto para presentar la reedición de la Cercada, antología poética en la que él participó y cuyos osados versos gritaron su disconformidad con los secuestros de libertades desde 1939. La consejería de Cultura del Cabildo recuperó para la sociedad de hoy y por Memoria Histórica aquel cuadernillo de 1947 que editaron el propio Agustín, Pedro Lezcano, Ventura Doreste, Ángel Johan y José María Millares. En el Centro San Martín, casi en el silencio que impone el paso de los años, vi algunos rostros de paisanos que habían estado siempre entregados a la causa que los unió a Agustín, me dijeron, aunque bastante más jóvenes. Y aunque sé que les costó imponer un brusco cambio a sus  relajaciones de los setenta y tantos años, permanecen fieles a las ideas y a quien los identificó con palabras nobles y elementales. Ellos cumplieron.

  Otro de los poetas allí consagrados, Pedro Lezcano, no solo acompañó a muchos aspirantes al poder político en sus mítines sino que, incluso, llegó a participar en aquella actividad en cuanto que su palabra impactaba en sensibilidades y personas, más si escuchaban en su boca que eran protagonistas de los versos, ya fueran mujeres aparceras (“campesina sin campo”), ya el hombre majorero que <> o, quizás, el rechazo a las fuerzas de la OTAN, sentimiento muy a flor de piel en Canarias por tales años de sueños e ilusiones. Y por eso algunos lo invitaron solemnemente, y lo hicieron copartícipe de mítines, asambleas,  reuniones, y lo encumbraron a la presidencia del Cabildo grancanario (1991-1994). Después lo llevaron al Parlamento de Canarias, porque quienes estaban interesados en sus promociones y nominillas sabían que la voz de Pedro, su no saber decir <> y su bonhomía eran votos, decenas de votos, cientos de votos que elevarían a otros, incapaces de conseguirlos por sí mismos. Y Pedro fue casi casi la voz de sus adláteres, de quienes no sentían como él las tragedias ajenas, las inmoralidades, porque carecían <>, algunos ineptos que Pedro  definió como tales porque <>.  

  Vi también a José María Millares entre las voces que ellos paseaban, aunque poco convencidos de que les diera muchos votos, a fin de cuentas era un poeta de otro estilo, recogido, tímido, austero en halagos, más casero que del mundanal ruido. Pero no les importó: allí estuvo en mítines bajo techo porque su voz también era de un poeta canario, absolutamente en desacuerdo con las tradiciones políticas que se habían impuesto por la fuerza. Fueron hábiles, bien es cierto, porque consiguieron sacarlo de su casa y sus cuartillas holandesas, de aquella imparable creatividad en ascensión cualitativa al paso de los años.

  Pedro Lezcano terminó harto de la actividad política en que algunos lo embarcaron, aunque otros marcaban rutas, velocidades, puertos… Y como he venido citando textualmente algunas frases suyas, entresaco una más de aquel impactante discurso que leyó en el recinto universitario cuando la ULP le concedió la distinción de doctor honoris causa: <>.

  Sí, es cierto. Y Pedro huyó despavorido de aquellas situaciones, y se marchó al silencio de Santa Brígida, a la espera de poder hablar un día en alta voz sobre su paso por la política, oportunidad que tuvo el 28 de marzo de 2001 cuando fue investido tras la propuesta de la facultad de Filología por <>. Aquel discurso, con el que seguramente solicitó el perdón de la sociedad -pues había prestado su nombre y su persona para <>- fue su cura de humildad y su reconocimiento de que lo habían utilizado, como me dijo más de una vez, recuperada aquella etapa de vacío que hubo entre nosotros precisamente porque le pregunté que si era consciente de lo que había a su alrededor.

  Lo mismo me dijo un día José María Millares, decepcionado aquel hombre bueno porque descubrió el uso semifraudulento que hicieron de su persona. Y es posible –sé lo que me digo- que tal decepción fuera altamente beneficiosa para la Poesía, pues el poeta dejó la conexión con la calle desordenada e interesada, la misma por la que circuló su amigo del alma, Pedro Lezcano.

  Por eso el acto de presentación de la Cercada (reedición de la consejería cabildicia) fue de amistad, respeto, reconocimiento (el poeta Alejandro Duque) y justicia. Por suerte estuvimos quienes quisimos estar porque de ellos nos interesaron siempre sus palabras,  versos, rimas e imágenes poéticas que recuperaron para el hombre de aquellos años la ilusión por la vida, que es la libertad. Estuvimos quienes valoramos a las personas en su poesía y compromiso, al margen de mezquinos intereses promocionales de algunos para seguir viviendo de la política.

También en:

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=282285

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/18112-algunos-no-estuvieron