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jueves, 25 de abril de 2024 15:33h.

Aparentes electoralismos con dinero público - por Nicolás Guerra Aguiar

Cual si se tratara de algunos viajeros del IMSERSO (pocos, es cierto) cuando el lunes se enfrentan a las mesas cargadas de comida en los hoteles (y el miércoles ya diarreíticos y vomíticos totales), menuda cuchipanda la que debieron de meterse entre pecho y espalda personas mayores de 58 años en un pueblo sureño de Tenerife (Arona), gratamente sorprendidas por la esplendidez del grupo municipal de Gobierno. Así porque sí, sin más méritos teóricos que sobrepasar la edad mínima exigida, fueron invitadas el 28 de diciembre a una cena navideña, hotel de lujo.

Aparentes electoralismos con dinero público - por Nicolás Guerra Aguiar *

Cual si se tratara de algunos viajeros del IMSERSO (pocos, es cierto) cuando el lunes se enfrentan a las mesas cargadas de comida en los hoteles (y el miércoles ya diarreíticos y vomíticos totales), menuda cuchipanda la que debieron de meterse entre pecho y espalda personas mayores de 58 años en un pueblo sureño de Tenerife (Arona), gratamente sorprendidas por la esplendidez del grupo municipal de Gobierno. Así porque sí, sin más méritos teóricos que sobrepasar la edad mínima exigida, fueron invitadas el 28 de diciembre a una cena navideña, hotel de lujo.

La significación simbólica de tal fecha –Santos Inocentes- despertó, claro, inmediatas suspicacias e, incluso, enojos, puesto que con las cosas de comer no se juega. Alguno, incluso, llegó a esgrimir su edad -supuestamente burlada- para denunciar una coñona guasa con los mayores, aunque hasta los 80 años todavía se está en los finales de la juventud, dice un conocido al que sus amigos llaman cariñosamente “El 8”, tal es su curvatura física actual. Pero hete aquí que la cosa fue en serio: en un municipio de ochenta mil habitantes, con nueve mil aroneros sin trabajo, la concejalía de Asuntos Sociales pagó con dinero público la cena de quinientos invitados que, a cuarenta y dos euros por persona, salió por 21 000 (veintiún mil). Y aunque luego hubo que añadir imprevistas cantidades para cubrir otros gastos  –siempre de las arcas del Ayuntamiento, claro-, fue muy entrañable la nocturna convocatoria en prevísperas eleCCtorales. E, incluso, hasta algunos solteros y viudos están muy agradecidos porque aquella noche latieron corazoncitos que andaban mustios, marchitos, casi apagados. Parejas hubo que quedaron para verse un día de estos, con el IMSERSO o por su cuenta; e incluso alguna habló de jullona un fin de semana, ¡almas de Dios; angelicales criaturitas testosterónicamente recuperadas por la alccaldía aronera!  

Escriben las crónicas sociales que, cual caideros, cataratearon lágrimas de alegría, júbilo y regocijo cuando las quinientas personas recibieron el impacto emocional de la gran sorpresa nocturna: ¡Pepe Benavente!, dicen que cantante, se unió al deleite generalizado, al éxtasis sobrenatural y disparató emociones de las que nunca se olvidan (900 euritos de nada, novecientos) pues se puso frente al micrófono y llenó los oídos de tales jóvenes ya madurados. (Dícese que cantó, aunque tampoco era momento para discutir sobre qué es el canto; a fin de cuentas lo importante era el pálpito de los casi sesentones.)

Y como no hay megafonía por sí sola, ni los micrófonos expanden candorosas voces benaventinas sin arreglos técnicos, contrataron a una empresa especializada en lo que hoy llaman “eventos” -642 euros, seiscientos cuarenta y dos –porque, ya se sabe, las cosas o se hacen bien o no se hacen.  Más: ¿puede haber cena navideña sin cotillón (524 euros, quinientos veinticuatro)? ¡En absoluto!, gritaron al unísono  los pródigos organizadores de aquel festín con dinero público. Por tanto, llenaron las salas de confetis, serpentinas, matasuegras, gorritos de almirante, bigotes y parches de recios piratas, guirnaldas de plástico quizás en policromías celeste, amarilla y blanca, accidentalmente los colores del grupo de Gobierno, alcalde y concejales de CoATIción que llevan las riendas de aquel municipio desde veinte años atrás.

Lo cual, claro, despertó inmediatamente suspicacias en el señor Fuentes, concejal del CCN, en la oposición: ¿acaso no tiene Arona problemas como para gastar 23 000 euros en tales tenderetes? Y otro, más observador, dedujo: en un municipio de ochenta mil habitantes, ¿solo asisten quinientas personas mayores de 58 años a una cena gratis, de lujo, en hotel de lujo? (¡Tendría que haber una jurria!) ¿Solo hay en todo Arona medio millar de personas que sobrepasan tal edad? ¿Residen allí 79 500 habitantes menores de 58 años? La obvia respuesta invita a interrogaciones: todos aquellos que sobrepasan el mínimo exigido, ¿fueron invitados? ¿O, acaso, las quinientas personas acudieron seleccionadas por nimiedades como, por ejemplo, fidelidades al señor alcalde, al concejal de turno, al grupo político gobernante, a CoATIción?

Lo anterior, y ahora que estamos en vísperas, me recuerda una constante de muchos políticos en el poder ante la proximidad de elecciones: convencidos de candideces,  ingenuidades y candores ciudadanos como así pasó en el siglo anterior, prodigan por doquier asfaltados de calles, callejones, cañerías inclusivemente; adecentan jardines, arenales, plazas y parques que llevan casi cuatro años en miserables abandonos; reducen impuestos de bienes inmuebles, basuras, usos del aire y derecho a protestar aunque en teoría es el Estado quien los impone, tal justificaban muchos alcaldes; o acaso los congelan e hibernan hasta pasadas las elecciones (“¡Ya te cogeré dentro de unos meses, simplón, ingenuo!”); corren hacia aceleradas inauguraciones que deberán cerrarse a los pocos meses para arreglar desperfectos; ordenan albeos de fachadas a cuenta de los ayuntamientos, incluso hasta en centenarias piedras de notables edificaciones…

Por tanto, puede parecer que la obra en el viejo Estadio Insular de Gran Canaria tampoco sea casualidad: quizás se acabe en abril, a un mes de las elecciones. Y si no, al menos presentará “su aspecto definitivo”, según el señor alcalde de Las Palmas de Gran Canaria.. Y entre la arboleda casi amazónica con que nos impactarán, una originalidad única en Canarias: 77 especies de palmeras formarán el palmar o palmeral bautizado como Palmétum Godoy. (Sospecho –más: afirmo- que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife copiará la muy original idea y, en plan de “¡El mío, más grande!”, construirá otro, ya verán, con más de 120 000 metros cuadrados. ¡Cochina envidia la de nuestros vecinos de la Nivaria!)

Se trata, en fin, de dar curso legal a miles y miles de euros que no existían para obras sociales, por ejemplo (ayudas a minusválidos o ancianos solitariamente abandonados en sus viviendas, incapaces de valerse por sí mismos…). Pero lo cierto es que el dinero estaba allí, en las arcas municipales, cabildicias, gubernamentales. Solo esperaba para resurgir el toque de corneta de las vísperas electorales. Como si a estas harturas la gente fuera toleta, simplona, sanaca, guanaja. 

* Publicado con autorización del autor