Buscar
viernes, 29 de marzo de 2024 00:12h.

Asesinatos o crímenes de parejas, de niños…- por Nicolás Guerra Aguiar

El miércoles de esta semana una mujer canaria, Guacimara, de treinta y cinco años, murió en Tenerife a causa de las puñaladas que su expareja le propinó a las puertas de la calle. La víctima salía del ascensor con sus dos hijos para llevarlos al colegio. Por tanto, se trata no solo de menores de edad, sino de niños de cinco y siete años que a partir de ahora quedarán absolutamente huérfanos. Dicen que víctima y agresor discutieron y este –la cara semioculta- sacó un cuchillo de cacería con el que la agredió hasta dejarla casi muerta. Una vez en el suelo, la pateó. Después se presentó en una comisaría mientras ella fallecía camino de un hospital.

Asesinatos o crímenes de parejas, de niños…- por Nicolás Guerra Aguiar

     El miércoles de esta semana una mujer canaria, Guacimara, de treinta y cinco años, murió en Tenerife a causa de las puñaladas que su expareja le propinó a las puertas de la calle. La víctima salía del ascensor con sus dos hijos para llevarlos al colegio. Por tanto, se trata no solo de menores de edad, sino de niños de cinco y siete años que a partir de ahora quedarán absolutamente huérfanos. Dicen que víctima y agresor discutieron y este –la cara semioculta- sacó un cuchillo de cacería con el que la agredió hasta dejarla casi muerta. Una vez en el suelo, la pateó. Después se presentó en una comisaría mientras ella fallecía camino de un hospital.

  Entre un crimen y un asesinato hay diferencias notables no solo desde el punto de vista lingüístico, también en lo penal. Quien comete un crimen realiza un delito grave que consiste en matar, herir o hacer daño a una persona. Y quien asesina realiza la misma acción de matar pero con premeditación, alevosía.

  La premeditación, recordemos, consiste en proponerse perpetrar un delito, fraguarlo y organizarlo antes de cometerlo; es, por tanto, circunstancia agravante para su autor en cuanto que no se trata de una acción espontánea como, por ejemplo, un impactante y momentáneo desequilibrio mental. La alevosía es la preparación de un delito con la debida cautela para evitar riesgos innecesarios a quien lo vaya a cometer. Por tanto, se convierte también en circunstancia agravante. La habilidad de los abogados penalistas ante hechos indiscutibles reside precisamente en que a su defendido se le considere como criminal y no como asesino, en cuanto que en el segundo considerando se incluyen intencionalidad y preparación. Y la misma actuación realizan, muchas veces, los fiscales, acusadores: intentarán demostrar que no fue un crimen sino un asesinato, pues la condena puede variar sustancialmente según la consideración que se le dé a la acción de matar a alguien.

  Para las estadísticas solo es un dato más que se suma a las mujeres víctimas de sus parejas en Reus, Madrid, Málaga, Algeciras… Para mí ymiles de mentes humanas, sanas y perplejas, es un fuertísimo impacto a la sensibilidad como seres capaces de enternecerse en cuanto que tales comportamientos escapan a la lógica, a los racionales comportamientos del ser humano. Y ante tal acción violenta y mortal por parte sobre todo de varones, solo nos quedan el gesto facial de sorpresa, el bombazo y la desestabilización en cuanto que tales barbaries pisotean el elemental derecho que ellas tenían a rehacer sus vidas.

  Yo no sé si es maldad, desequilibrio mental, incontrolado apasionamiento, humana imperfección, frío cálculo  de una mentalidad machista que no acepta la separación pues ella puede encontrar a otro hombre; o, quizás, la imposibilidad de soportar un ilusorio despecho o aborrecimiento por parte de la mujer. Pero que un ser humano mate a otro con intencionalidad (llevaba el cuchillo) y premeditada frialdad es algo que se me escapa, que no puedo racionalizar. Sin embargo, hay una supuesta contradicción: él quiso hacerle el mayor daño posible, incluso iba preparado para ocasionarle la muerte. Pero cuando perpetró su acción mortal se dirigió en aparente relajación a la comisaría y se entregó, y reconoció su crimen / asesinato. O lo que es lo mismo, no tenía preparada la huida, no había organizado previamente su desaparición física una vez realizado tal sangriento y mortal acto. Por tanto, una opción más debo sumar a las nombradas al principio de este párrafo: ¿fue la plena convicción de que con él o con nadie?  

  Más sorprendente aún, si cupiera una escala de asombros, es que la mente de este personaje manchado de sangre inocente fue incapaz de sentir el más mínimo y elemental sentimiento humano también hacia dos niños, hijos suyos, directos testigos de aquella barbarie en la primera mañana del miércoles. Las criaturas de cinco y siete años jamás podrán borrar de sus memorias la implacable acción mortal de quien durante un tiempo fue su padre, vivió con ellos, despertó con ellos, desayunó y almorzó con ellos, y fue seguramente un ser querido y entrañado por los niños, criaturas necesitadas de afectos, aprecios, cariños y comprensiones.

  No, este hombre no solo destruyó la vida física de una mujer, Guacimara, a sus primeros treinta y cinco años, la arrolladora juventud que impone fuerza y pasión. Los dos hijos ya están condenados a un eterno deambular por la vida, si a lo que les queda en el tiempo puede llamarse vida, quizás sea eterno ocaso, pesadumbre, declive o postrimería de dos vidas condenadas desde la infancia por cualquiera que fueran las causas –que no razones- que llevaron a aquel hombre a clavar el cuchillo en el cuerpo de su expareja.

  No sé, de verdad, qué hay por su mente. Un personaje galdosiano disparataba a veces cuando la gota de mercurio escapaba de la gaveta y se movía por su cabeza, y él no podía controlarla. De ahí que los médicos de aquel hospital miserable en que lo tenían ordenaran inyecciones de bromuro potásico, doble dosis. Pero Rufete no había matado a nadie.

 El hombre que apulañó vilmente a Guacimara hasta la muerte también mató sentimientos y mentes de dos niños, no sé qué será de ellos, pero me lo imagino. ¡Con cuánta antelación dejaron de ser niños! ¿Crimen o asesinato? Ya dictarán sentencia. Pero sigo pensando en ella, y en ellos, los niños. Ya ve, estimado lector: es mi condición humana.

También publicado por:

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=293360