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jueves, 25 de abril de 2024 09:47h.

Canarias perderá una seña de identidad lingüística - por Nicolás Guerra Aguiar

Asistí el pasado martes a la segunda de las conferencias en torno a la variedad canaria del español. Dícese que la exposición del profesor Samper Padilla –riguroso, didáctico, sin aspavientos insularistas y fundamentado en estudios de campo- es parte de un ciclo que organiza el Gobierno de Canarias.

Canarias perderá una seña de identidad lingüística - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Asistí el pasado martes a la segunda de las conferencias en torno a la variedad canaria del español. Dícese que la exposición del profesor Samper Padilla –riguroso, didáctico, sin aspavientos insularistas y fundamentado en estudios de campo- es parte de un ciclo que organiza el Gobierno de Canarias. Y, en este caso concreto, con ausencia física de la tal institución: por primera vez acudo a un acto en el cual se deja solo al conferenciante en la mesa y sin nadie que lo presente, hecho que le correspondía a la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural, por más que colaboraba la Academia Canaria de la Lengua, también ausente, aunque en el señor Samper coincidían su condición de académico y vicepresidente de la misma. Estoy seguro de que, por ciertas debilidades, si se tratara de alguien de más allá de la raya el señor director general hubiera estado presente a pesar de  sus multipliquísimas actividades y enmarañados compromisos con las cooperaciones internacionales y los mil tres patrimonios culturales que lo tienen atrapado, angelito de Dios, cuánto sacrificio por la Cultura canaria.  

   Pero lo importante, lo que importa, fue la lección del profesor Samper Padilla. No voy a entrar en la amplitud de la muy educacional exposición, más bien me detengo en lo que ahora me importa destacar: su rotunda afirmación de que en Canarias se está imponiendo el uso de la segunda persona del plural, “vosotros, os” con sus correspondientes formas verbales. Se trata, como apunté al comienzo, de rigurosas conclusiones tras estudios de campo realizados entre sectores de la población, aunque me pareció entender que se limitan a la ciudad de Las Palmas. No obstante, la cátedra de la Universidad que dirige es, tal como conozco, un laboratorio de investigación lingüística altamente cualificado en cuanto que desde universidades extranjeras (sobre todo americanas) se reclaman sus estudios y métodos de trabajo. 

   Hace ya años, muchos años, llamé la atención en torno al particular caso en un artículo periodístico que titulé “Sobre ustedes, vosotros, engodos y otros”. Mostraba mi sorpresa frente al inicial uso de la forma “vosotros” (y variantes) en hablantes canarios, alumnos míos del Pérez Galdós. Puse varios ejemplos: tras explicar que en Canarias, salvo excepciones (La Palma –Garafía es un caso-, La Gomera y zonas de San Juan de la Rambla –Tenerife-), no usamos la segunda persona del plural, un alumno me corrigió: “Sí, profe; porque cuando quiero hablar correctamente digo vosotros”.  Meses después, otro grupo de alumnos me sorprendió: “La seño del colegio nos dijo que hablando entre nosotros usemos ustedes, pero que lo correcto es vosotros”. Y ya, pasado algún tiempo más, la madre de la baifa: cuando le pregunté a una alumna canaria, hija de canarios, educada en Canarias, por qué usaba la segunda persona (“Decidme qué hicisteis este fin de semana”, les planteó a varias amigas en el pasillo), su respuesta fue contundente: “Porque mis padres son del campo y usan ustedes”.  O lo que es lo mismo, sus padres eran analfabetos o con estudios muy elementales; y la formación cultural de aquella “jóvena” debía de estar a años luz. Por tanto, en su muy confundida mente se impuso “vosotros” como elemento culto frente a “ustedes”, más propio de torpes usuarios de la lengua, concluyó con error.

   Sin embargo el gran maestro de la dialectología española, Alonso Zamora Vicente, escribió sobre el canario en un apartado de su magistral obra Dialectología Española (1960). Lo incluye en lo que llama “Hablas de tránsito” (añade extremeño, riojano, murciano, a las que no considera como tales dialectos, sino derivadas de otros. Por tanto, el canario no es una variante del castellano, sino del dialecto andaluz implantado en las Islas).  Y en el apartado correspondiente señala la casi no utilización de la forma “vosotros”, salvo las excepciones ya apuntadas. O lo que es lo mismo, el muy limitado uso de aquella segunda persona del plural está justificado (estuvo, pues hace ya sesenta años de su estudio) por la propia geografía que encierra, aísla y margina a elementales núcleos de población isleños casi sin contacto con las generales evoluciones y que, por trasmisión oral, fueron recibiendo de sus antepasados la excepcional forma “vosotros”.

   Pero lo cierto es que, como a la propia sociedad, el paso del tiempo ha ido afectando a la lengua o, en este caso, a lo que Zamora Vicente definió como “algo desaparecido del habla general en Canarias” cuando escribe sobre la forma “vosotros”. La lengua, ya sabemos, es un ser vivo que se va transformando sin que haya posibilidad –por suerte- de interferir en su evolución. De ahí que, por ejemplo, las nuevas ediciones del Diccionario de la lengua española (y la recientísima vigésima tercera edición es su constatación) ya no incluyen voces desaparecidas por falta de uso (arcaísmos) y, por el contrario, sí recogen palabras nuevas (neologismos), como los 19 000 americanismos  que acaban de entrar oficialmente.

   Pues algo así, parece, le sucederá en Canarias a la segunda persona del plural, “vosotros”, al menos en apariencia. Podrá llegar un momento  en que las nuevas generaciones canarias no se distingan, precisamente, por aquello que señala el profesor Zamora Vicente: el reducidísimo número de usuarios que aquí la utilizaron en 1960. Fenómeno nuevo, por otra parte, muy significativo por su avance en tan pocos años (me sorprendió en alumnos del año 2001, llamativa excepción frente al impuesto “ustedes”). Por tanto, puede que algún día deje de ser un elemento identificador de los canarios.

    Lo cual, por supuesto, tampoco será el caos: a fin de cuentas, la forma es absolutamente correcta, por más que no se usó en Canarias. Sin embargo, será menester plantear con seriedad las posibles razones de su avance: ¿sustitución natural? ¿Un falso elemento distinguidor?  ¿El complejillo canario de que no hablamos bien el español? ¿Despreocupación en las aulas? El mundo seguirá girando, claro, pero Canarias habrá perdido una seña de identidad lingüística. O una más.

* Publicado con autorización del autor