Entre cárceles, libertades y fianzas - por Nicolás Guerra Aguiar
Entre cárceles, libertades y fianzas - por Nicolás Guerra Aguiar *
Frente a tal estimación, especialistas tiene el derecho. Estos rebatirán con rigor y argumentos mi planteamiento, propio de un lego ignorante de matizaciones lingüísticas referidas a la cosa judicial. Pero en este campo sé que hay un tope máximo para que una supuesta acción delictiva deje de ser considerada como falta y pase a un rango superior, el delito –en torno a los 400 euros, parece-. Por tanto, distraer varios millones de euros o apropiarse de una bicicleta son delitos y pueden implicar cárcel. Aunque también hay algo probable: quien hurta la bicicleta quizás no tenga disponibilidad económica para contratar a un prestigioso abogado.
En rigor, la señora magistrada ordenó la encarcelación de Adrián y cumplió con lo estipulado en el código Penal. Sobre el sevillano estaban pendientes otras condenas anteriores: allanamiento de morada (la de su expareja) y conducción de un coche sin permiso. Además, ante tales delitos probados y sancionados, “un nulo arrepentimiento de los hechos, imputando la infracción penal a un menor de edad”.
Más en su contra: las anteriores penas privativas de libertad no fueron reclamadas por el juzgado de lo Penal. Muy al contrario, le había concedido la suspensión de las mismas siempre que no delinquiera en un plazo de tres años, conditio sine qua non, condición sin la cual se recuperaría el funcionamiento estricto de la maquinaria. Por otra parte, la fiscalía de Sevilla fue contraria a la petición de indulto: hubo “cinco detenciones por hurto y delitos contra la seguridad vial”, alega.
Por tanto, la señora magistrada ordena la entrada en prisión en cuanto que, además, había pasado un "lapso temporal suficiente" desde la solicitud del indulto. Este no se había planteado hasta el momento porque –según el ministerio de Justicia- la petición llegó en abril y está en lista de espera. Así pues, ni ha habido ensañamiento por parte de quienes condenaron ante hechos probados ni retorcida orden de ingreso: el robo de la bicicleta es la culminación de una actividad muy desajustada por parte del joven sevillano. Así, desde el punto de vista legal todo funcionó sin reparo alguno. La acumulación de condenas implica la orden final de ingreso, tal como debe ser absolutamente para todos los reiterativos transgresores.
Hay, sin embargo, merecidas condenas que no solo afectan al sujeto infractor sino, de manera muy concreta, a quienes dependen económicamente de él, ajenos a las responsabilidades delictivas del sujeto… pero víctimas directas. Circunstancia muy especial, por ende, que me permite dudar sobre la conveniencia de que la justa sentencia se lleve a cabo debido a singulares condiciones: Adrián tiene dos hijos menores y es el único mantenedor de la familia. Yo hubiera sustituido la cárcel por servicios a la comunidad, la más perjudicada. Pero servicios rigurosamente controlados y fuera de su horario laboral, sin reducción de pena y con el aviso de inmediata actuación ante su incumplimiento.
Dos meses después de su último apresamiento (abril de 2016), la señora jueza lo pone en libertad tras haber depositado una fianza: lo arregló todo con 300 000 euros. Recordemos: había sido detenido por la repatriación de trece millones de euros, parte del botín sustraído en actividades delictivas. Es decir: durante años movió trece millones para continuar su muy costoso y elevado nivel de vida. Lo cual demuestra algo indiscutible: deben quedarle unos cuantos más, no en vano fueron muchos los robados al Banesto.
En conclusión: Adrián entra en la cárcel condenado por varios delitos ajenos al robo de millones, al homicidio imprudente. Deja a su familia sin apoyo económico, a la buena de Dios. Los mossos son castigados pero quedan en libertad. Mario Conde hundió un banco y se quedó con gran parte de su dinero. No me encajan, pues, razón / lógica y aquello de que todos somos iguales ante la ley, con mis respetos.
* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar
Nicolás Guerra Aguiar en "El palmeral de los Nobel" del IES Pérez Galdós