La cínica sonrisa de Vox y García Lorca - por Erasmo Quintana

 

La cínica sonrisa de Vox y García Lorca - por Erasmo Quintana *

 

En el primer debate de la segunda fila de los partidos que se presentan a los comicios de 10-N vimos un gesto del portavoz en el Congreso de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que no pasó desapercibido: una sonrisa burlona y cínica de este personaje en el momento en que Irene Montero (Unidas Podemos), hacía referencia a los represaliados y desaparecidos del régimen franquista. Para cualquier persona con un poco de sensibilidad, ante la mención de unos actos tan dantescos, lo menos que le produce es una sonrisa de falsa sorpresa o aprobación y complacencia, salvo que este individuo sea de los que disfrutan ante el dolor insoportable del ser humano.

Antes de que fuera aprobada la Ley de Memoria Histórica, y antes de saberse de familias que buscaban a sus seres queridos asesinados por las hordas franquistas, con sus cadáveres ocultos en pozos y cunetas a orillas de las carreteras, ya se oyeron voces interesadas en exhumar los restos de Federico García Lorca, así como la negativa de su familia, opuesta con toda claridad a que se removiera su osamenta. Nunca entendimos bien ese deseo filial, lo que nos hizo caer en la sospecha de que sus allegados pudieran estar hoy en la “trinchera” ideológica de los verdugos. En el lugar donde -era vox pópuli- descansaban los restos de García Lorca, se encuentra un monolito bien señalado consignando su nombre, entre los que también se encuentran rotulados los de aquellos desgraciados que le acompañaron en tan fatídico amanecer. Después de vicisitudes varias, al fin se pudo remover todo el lugar, sorprendiéndonos la inexistencia de sus huesos. ¿Dónde pueden estar realmente? ¿Esa es, en el fondo, la causa de tan férrea negativa familiar? ¿Su familia los puso a buen recaudo? ¡Qué triste sino el de Lorca! 

Federico fue vagido, resuello y voz de la Andalucía más profunda; en su cielo de poeta hay cavernas y escondrijos, calabozos. Su vida tiene mucho de atractivo de lo misterioso, llevándolo su alma atormentada por caminos tortuosos que conducen al caos. Fue expresión trascendente del pueblo, en palabras de Luis Cernuda. Con Romancero gitano y Poemas del cante hondo, en su empresa de traer al pueblo ante el poeta, que tan sabiamente supo dar voz, rompería así su silencio entrañable y secular. Los Sonetos del amor oscuro señalan el dolor de su amargo cáliz; la hondura y calidad líricas, sobre todo con pasión dolorosa, porque el amar entre dos personas para él no tenía forma ni norma. Federico, el que fuera pueblo con su literatura, teatro y poesía, dramaturgo de la Generación del 27, fue fusilado por un pelotón (la bestia negra) de Guardias Civiles, aquel cuerpo represor (no este de la Democracia) que, junto a la Policía Nacional, les tocó estar bajo las órdenes (para ellos bastante gratas) del dictador criminal genocida Francisco Franco.

Hasta la aparición del verdadero rostro fascistoide de Vox, heredero del Invicto Caudillo, creíamos que lo habíamos visto todo en la clase política. El talante prepotente, reata chulesca y trasnochada; ese conducirse creyéndose superiores a todos, es lo que nos faltaba por ver. Esto es hedonismo excluyente, ignorar, intransigir; comulgar con la barbarie franquista, que incluso acabada la guerra siguió matando a españoles. Prostíbulo de las ideas y de la historia es en Vox la senda que prospera. La sonrisa inquietantemente perversa del portavoz Espinosa de los Monteros, ¿también se hubiera dibujado en el barbado si la referencia que se hizo hubiera sido la del granadino Federico García Lorca?  Ahí lo dejo.
 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana