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jueves, 02 de mayo de 2024 15:16h.

Crónicas libres del mercadillo de Tegueste - por Alba Piñol Farré

Esta semana publico dos entregas de las "Cónicas libres..."  de Alba, por la sencilla razón de que una de ellas, ésta de aquí se quedo sin aparecer, por mi mala cabeza. Como no es cosa de perderse nada, pues ahora tenemos doble ración. 
"Estaba la “Cadena de favores de Tenerife” que con “Sonrisas Canarias ONG” recogían alimentos no perecederos para todas esas  familias canarias que ya han llegado al punto de no saber cómo vivir, de que comen una vez al día, de que ya no tienen dónde acudir. Se trataba de la operación “Taxi solidario” que recogía comida no perecedera desde las 17.00 horas a las 18,30 horas...."

Crónicas libres del mercadillo de Tegueste - por Alba Piñol Farré

Esta mañana, como todos los sábados, hemos ido al mercadillo. Hemos hecho las compras y contrariamente a lo que suele ocurrir había algo en el ambiente que no sabría definir pero en todo caso no era complaciente. Hacía mucho calor, con poco sol, el contexto era pesado seguramente por el tiempo pero había algo más que no sabía definir. Los puestos de frutas y verduras estaban como siempre aunque todos están preocupados. Falta agua. No llueve. Y en el caso en que ahora llueva se estropeará parte de la campaña vinícola. De hecho, hace unos días que el tiempo está como intranquilo, amenazante, por lo que muchos dueños de los viñales ya han hecho su recolección. De cada  vez se ven más plantaciones sin uva.

No era una mañana relajada. Después de tomarnos el café y cambiar cuatro frases con los vecinos, salimos.

Pensé que la tarde se arreglaría. Estaba la “Cadena de favores de Tenerife” que con “Sonrisas Canarias ONG” recogían alimentos no perecederos para todas esas  familias canarias que ya han llegado al punto de no saber cómo vivir, de que comen una vez al día, de que ya no tienen dónde acudir. Se trataba de la operación “Taxi solidario” que recogía comida no perecedera desde las 17.00 horas a las 18,30 horas.

Por una parte es una alegría ver que de cada vez haya más gente solidaria con las desgracias de sus semejantes; que no se trata de tener  pena por ellos o sentirse culpables por su situación; es gente que sí se sienten responsables solidariamente con aquellos que se han visto de golpe hundidos en un contexto que no es el suyo,  que sufren una situación que no han creado, que no han buscado, que viven una realidad brutal a la que están sometidos.

Pero ¿a quién incumbe la obligación de subsanar estas situaciones? ¿Es a mi compañera maestra a la que le han recortado el sueldo y eliminado la segunda paga extra? o ¿a la pensionista que como la primera recorta su pensión para adquirir estos alimentos?  Cuando ambas tendrán problemas para llegar a fin de mes. Y aquí es cuando una empieza a irritarse.

¿Será posible que los inútiles que están en el poder (sin olvidar nunca que fueron elegidos en las urnas) sientan más responsabilidad hacia unos bancos culpables de su propio hundimiento, por mala gestión y sueldos indecorosos, y se arrodillen ante quién sea para pedir más dinero para esos farsantes? Y, en cambio, a los que les han condenado a la miseria, a la  enseñanza recortada y minada por discursos medievales,… para esos nada. Esos ciudadanos a los que el gobierno ha condenado, no necesitan de su tristeza ni de su pena en la televisión y medios de comunicación. Tampoco se les llegaría a pedir que se bajaran los pantalones pero sí que les respetaran y les tuvieran en cuenta.

Por ejemplo, ¿Alguien puede decir si en Tenerife existe un comedor social regentado por las autoridades con todo lo que supone el concepto de comedor social (con una ayuda psicológica, un médico de sanidad básica,…)? Les contesto: no, ninguno. Parece que las autoridades, tanto centrales como autonómicas, están autorizadas, por ley, a destruir las vidas de los ciudadanos pero no tienen ninguna responsabilidad, ni moral, para subsanar sus propios errores.

¡Ah! Y si se han perdido la entrega de comida no perecedera de hoy no se preocupen, mañana hay otra. Esta vez es en favor de nuestros hermanos los gomeros a los que tampoco les sobra nada, si no es el olvido.