Cuando EEUU habla holandés - por Eduardo Madroñal Pedraza
Cuando EEUU habla holandés - por Eduardo Madroñal Pedraza *
La relación militar de Holanda con Estados Unidos es una de esas cuestiones ocultas que no ocupan un lugar destacado en los medios y ni siquiera entre la población de su propio país. Un hecho tan relevante como el arsenal nuclear instalado en la base militar que Estados Unidos tiene en Volkel, al sur de Holanda, instalada durante la Guerra Fría no fue
Lo mismo ocurre con las bases norteamericanas en territorio holandés europeo y en sus colonias de las Antillas caribeñas de Aruba y Curaçao que son utilizadas por EEUU para intervenir militarmente en Colombia, y ahora para atacar a Venezuela. EEUU tiene siete bases americanas, la nuclear de Volkel y cuatro más en Holanda, y las dos bases en las Antillas. Además las tropas holandesas juegan un papel muy activamente sumiso en las misiones internacionales impulsadas por EEUU, desde Afganistán e Irak hasta Oriente Medio y América Central.
Un eventual colapso económico del Sur -que incluye a mercados del tamaño de Italia, España y Portugal- sería un ruinoso negocio para el capital alemán. Y podría acelerar la desintegración política de la UE, la plataforma que impone la hegemonía alemana, ya sometida a bastantes tensiones desde hace unos años, y que tras el Brexit tiene las costuras aún más debilitadas. Por eso -no por preocupaciones humanitarias ante los efectos de la pandemia- la antaño intransigente Merkel ha abogado por abrir la mano en la concesión de ayudas por parte de la UE.
Pero un solo miembro de la UE, Holanda, podrá bloquear que países como Italia o España reciban los fondos si no está de acuerdo con las macropolíticas que impulsen sus gobiernos. Para entender este nuevo juego de poderes es necesario mirar al otro lado del Atlántico. Porque la contradicción que está en el corazón de la batalla por la cuantía, las formas y las condiciones del Fondo de Reconstrucción no es solo, ni principalmente, la antigua y tradicional pugna del “eje franco-alemán” versus los países del Sur de Europa, aunque esa contradicción siga existiendo y operando.
No estamos ante una batalla Norte-Sur, sino ante un forcejeo entre los máximos representantes, nada frugales, de la política norteamericana en Europa, en contradicción con los intereses imperialistas de Alemania y Francia, y con las burguesías y los pueblos del Sur. En este caso, los piratas del Norte encabezados por Holanda, actúan a modo de bucaneros con patente de corso de la superpotencia yanqui, que -ante la agudización de su ocaso y las notables consecuencias inmediatas de la crisis económica pos-pandemia- necesita dar un salto en su grado de expolio sobre Europa. Washington necesita capataces para, látigo en mano, obligar a los países europeos a aceptar una nueva cuota de tributos, para endosarles una mayor parte de las pérdidas derivadas de la crisis.
Y este es el papel que ahora cumple Holanda, que ve en alza su importancia por una administración Trump empeñada en someter y degradar al Viejo Continente a los intereses hegemonistas de Estados Unidos. Un cometido, el de ser caballo de Troya de los intereses norteamericanos en Europa, que durante muchas décadas ha cumplido un Reino Unido cuya clase dominante tiene muchos y profundos vínculos con la oligarquía financiera estadounidense.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Eduardo Madroñal Pedraza