Buscar
viernes, 26 de abril de 2024 01:32h.

Cuando la indignación te oprime hasta el corazón [Yo también vivía en el 102] - por Ana Vega

Nota de Chema Tante: Publico esta artículo de Ana Vega, uniendo mis lágrimas y mi rabia a las suyas.

Cuando la indignación te oprime hasta el corazón [Yo también vivía en el 102] - por Ana Vega

Hoy, 19 de septiembre de 2014, pasará a la historia como uno de esos días negros que muchas y muchos jamás podremos olvidar.

Esta mañana, según me despertaba, miraba las noticias para ver si en la madrugada se había llegado a un acuerdo entre las partes para evitar el ya inminente desahucio en el número 102 de Tacoronte.

Dicen que soy pesimista, pero esta mañana, hasta el momento del desahucio, tuve la esperanza de que se frenaría.

Me equivoqué. Y me equivoqué de lleno.

Anoche escuchaba las declaraciones del denunciante, de quién dudo sienta y padezca, dejando clara su pena; pero a la vez, su sentencia hacia este longevo matrimonio, es decir, hacia Antonio y Berta.

No soy jueza, no entiendo de leyes, pero sí entiendo y creo que mucho, de sentimientos y valores que me hacen descartar que estas canalladas puedan llegar hasta el final.

Y curioso es que lo diga yo, una desahuciada que encima ha de dar gracias por seguir viva y haber conseguido dar a unos hijos una estabilidad que me ha costado años conseguir.

Tengo ganas de llorar. No; estoy llorando. Quizás sea esa opresión en el corazón, la que me ha impedido soltar una lágrima a lo largo del día. Pero ahora, esa opresión sigue, pero las lágrimas comienzan a empaparme.

¿Qué hemos hecho mal? ¿qué es lo que nos impide frenar estas barbaries?.

No me los puedo quitar de la mente. Un matrimonio longevo que ha vivido durante tres décadas en esa casa, y hoy eran sacados de ella bajo el mando de unas fuerzas de seguridad, pareciendo más una redada contra un grupo terrorista, que el desalojo de dos personas, evidentemente arropadas por quienes creen en ells y querían permanecer a su lado hasta el final.

Me queda la rabia de no haber podido acudir al lugar para apoyarles.

Es en estos momentos cuando esta baja que me tiene fuera de juego desde hace cinco meses y medio, me hace sentir una inútil.

Y no es que yo me sienta un ser superior, pero soy ese granito de arena que sumados a millones de ellos, podemos llegar a formar montañas que no permitan subir a quienes han tomado la sociedad como su esclava.

Impotencia al ver hoy noticias y debates hablando de que si Pedro Sánchez va a la tele y que sí el otro Perico de los Palotes se mueve por otro lado.

Hoy me revolví contra todos ellos, porque esto está pasando por culpa de quienes no quisieron antes, ni quieren ahora modificar leyes que amparen a las personas desprotegidas.

Señor Rajoy: no me restriegue la Constitución, que la parte que usted no se ha debido leer es la que protege al ser humano como tal, no dejándole ni en un solo artículo desnudo de derechos.

Lloro y cuanto más lloro más ganas tengo de gritar y maldecir.

Antonio y Berta hoy pasarán la primera noche fuera de su casa. Mejor dicho, la que era su casa. No dejo de preguntarme como serán capaces de sobrevivir a esto.

Ni siquiera la edad les acompaña en su suerte.

Ojalá les hagan llegar esta nota, porque el único aliento que les puedo transmitir es que al menos su dignidad no fue aplastada, como tampoco la mía en su momento.

La opresión me sigue ahogando, pero al menos pude sacar fuerzas para mostrar al mundo mi indignación.

Hoy mi mente y mi corazón me dicen que hay quedar pasos al frente para combatir al opresor. Si no lo hacemos, llegará un momento en que ya no podamos hacer nada.