¡Cuidado, que vienen los rojos! - por Erasmo Quintana

 

¡Cuidado, que vienen los rojos! - por Erasmo Quintana *

La situación económica, el paro, sanidad, los políticos y la corrupción, así, más o menos por este orden, según qué encuesta, pero siempre esos cuatro problemas son las principales preocupaciones de los ciudadanos españoles. El paro y la economía tienen alguna justificación por la coyuntura mundial (hace tiempo nos están amenazando con una nueva crisis que se avecina), rotos los equilibrios de los vasos comunicantes en un mundo global. Quienes ya no la tienen tanto son
nuestros políticos precarizando la salud pública y una conducta nada edificante. Tanto ruido se une a la argucia que les viene siendo propia: desde que toman posesión de sus cargos la primera decisión que toman es subirse el sueldo, como vimos -sin ir más lejos- en Canarias y cuando ya teníamos encima la crisis económica. Así, es de admirar cómo prosperan muchos si es que repiten legislatura, por lo que la felicidad toma su asiento en sus semblantes y hay que ver lo guapos que se ponen.

 

Este eternizarse en el cargo lleva a los políticos a creerse dueños de “la finca”, además de intocables  de todos, incluso de la Justicia. Ahí tenemos a los cabecillas de Vox, poniendo en tela de juicio la Violencia de Género, yendo salvajemente contracorriente del más elemental sentido común. Lo  sorprendente es que estos salvajes -a modo del Oeste americano- tienen la aquiescencia y aceptación de un número considerable de ciudadanos españoles, resucitando un espíritu de enfrentamiento entre hermanos que creíamos francamente no existía ya. Pertenezco a los que creían que había desaparecido la bestia sanguinolenta, que estaba más que muerta; pero no, qué equivocados estábamos.

 

Fueron muchos años de acatamiento miedoso a una dictadura que se perpetuó a base del terror cuartelero, bendecido por la Iglesia Católica, y que, también es verdad, muchos fueron los que gozaron de un bienestar económico al calor de aquellas amarras, alcanzando grandes fortunas, mientras el grueso del pueblo llano sufrió estoicamente el conformismo y silencio de los corderos. Es curioso, pero observen que en nuestra cultura, lo ideal del sistema capitalista que tenemos es cuando todo él está
supeditado a que las grandes fortunas y el propio capitalismo sean quienes siempre ganan, cosa que vieron con largueza cuando Mariano Rajoy modificó el Estatuto de los Trabajadores, que supuso de un plumazo la pérdida de muchas conquistas logradas por la clase obrera a base de muchos años de lucha. La realidad actual es que los grandes empresarios se quedan con el santo y la peana, mientras hay una gran base social necesitada y supeditada al interés de aquéllos. El sistema deja de ser perfecto cuando la riqueza del país no se reparte equitativamente entre la clase trabajadora, que también participa con su esfuerzo a la creación de riqueza. Con la crisis mejoró el número de ricos, al tiempo que aumentó la precariedad laboral y, consiguientemente, el número de pobres. Para remediar esto están, precisamente, los impuestos.

En estos días, oímos voces de empresarios que consideran grave para la economía de España un acuerdo de izquierdas, PSOE-Unidas Podemos. Nada dicen sobre que la falta de Gobierno deja en el aire la subida de las pensiones y el salario de los funcionarios, congelados no se sabe cuánto. El problema de fondo es que aquí no se paga a Hacienda de acuerdo con la capacidad económica. Lo razonable es que pague más quien más tiene.

Y esto parece que no gusta a las grandes fortunas, porque siempre les parece poco lo que ganan. Es así el corazón de los humanos; todo es amontonar sin medida el dinero; dinero que viviendo mil vidas nunca podrán gastar. Por ello, tiene el Estado que arbitrar medidas correctoras que eviten el egoísmo y la ambición de quienes más tienen, y parte de ese potencial económico que está sedente, sin crear riqueza a la masa de ciudadanos, haciendo que el flujo económico riegue como sangre benefactora todo el cuerpo social.

Pero la realidad es otra. Piensa la extrema derecha (Vox) que la izquierda, si gobierna, le va a quitar la cabra, por lo que andan horrorizados si el PSOE gobierna en coalición con Unidas Podemos. ¡Cuidado, que vienen los rojos!, parecen decir. España no será un país grande y respetado hasta que todos sus ciudadanos sean igualmente atendidos en sus necesidades más perentorias, según la Constitución. Ahora, para sus mandatarios, solo cuentan los artículos 135 y 155. Los demás no existen.

https://www.youtube.com/watch?v=bF9JKPSc8OM

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana