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martes, 23 de abril de 2024 08:02h.

A mis exalumnos Lucas Quintana Estupiñán y Carlos González Artiles,  profesores de español por Europa

Curiosas combinaciones lingüísticas en español - por Nicolás Guerra Aguiar

 

f guerra aguiar
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INSTITUTO CERVANTES EN BUDAPEST, HUNGRÍA
INSTITUTO CERVANTES EN BUDAPEST, HUNGRÍA
 

Curiosas combinaciones lingüísticas en español - por Nicolás Guerra Aguiar *


 

A mis exalumnos Lucas Quintana Estupiñán y Carlos González Artiles,  

profesores de español por Europa

 

Nuestra lengua, estimado lector, goza de buena salud: su estructura organizativa es sólida. Y anda siempre en continua revisión por parte de quienes velan por ella con la prudencia exigida, claro, pues las academias (española, americanas…), Fundéu, Instituto Cervantes, etc.,

ACADEMIAS CERVANTES FUNDEU

son conscientes de su evolución como algo vivo y, además, de lo obvio: existe como tal mientras tenga usuarios. (Por cierto: no me parece acertada la consideración del latín como “lengua muerta”: sigue viva entre las lenguas románicas -español, portugués, francés, gallego, catalán...-.) Veamos algunas curiosidades.

 1. Los hablantes, propietarios del idioma, imponen a veces usos, modas pasajeras (de ahí el muy prudente conservadurismo hasta el reconocimiento “oficial” de una palabra). E incluso llegan a desoír sugerencias hechas desde el Diccionario académico o el Diccionario de dudas (1987) de Manuel Seco: es el caso, por ejemplo, de “maratón”. En el primero figura con género gramatical masculino; en el segundo se lee “es preferible emplearlo como masculino”. Pues bien, el actual Diccionario Panhispánico de Dudas -también académico- acepta además el género gramatical femenino: los usuarios lo impusieron.

MANUEL SECO
MANUEL SECO

  2. Por variadas razones la lengua deja de lado palabras, y estas tienen muy poco o nulo uso como “asaz (‘bastante’), talego (en Canarias, ‘persona torpe’; ‘pequeña bolsa de tela’), conseja (con significado de ‘cuento’ la localizo en un soneto de Unamuno: “más recuerdo las plácidas consejas / con que mi ama endulzóme noches tristes”), tareco / atareco (‘mueble o utensilio de la casa’, ya vieja estructura usada en Cuba, Canarias, Uruguay, )”… o se abandona algún significado anterior (“batidor” -’peine’-, término aun mantenido en el Diccionario como “voz en desuso”).

3. Durante algunos años atrás, antes de la globalización definitivamente impuesta, la lengua reaccionaba frente a entradas extranjeras sustituyéndolas a veces por alguna española (“asunto, caso, escándalo, aventura” con más o menos éxito intentan ocupar el uso de affaire, galicismo registrado en el Diccionario); el anglicismo hall (también presente) se impone sobre zaguán (arabismo) y vestíbulo, recibidor. Y ante la imposibilidad de encontrar una sustituta adopta fonéticamente -con las reglas de acentuación incluidas- la palabra o construcción extranjera (shampoo se convierte en champú; “fútbol” -fracasó balompié, propuesta inicial- es la forma impuesta a partir del anglicismo football). 

 4. Pero ya desde el imparable avance de la informática y las nuevas tecnologías,  el español como lengua se ve a veces impotente frente a tecnicismos... y toletadas de quienes usan extranjerismos (no los son términos hispanoamericanos) por simple snob (esnob, ‘imitación por considerar a otros más distinguidos o cultos’. Es decir, afectación, presunción, altanería, engreimiento, altivez, estiramiento, finura, arrogancia, pedantería…) 

  Ante tal arrolladora y lógica invasión nuestra lengua no tiene absoluta capacidad de sustitución salvo excepciones: “memoria” podría desplazar a pendrive, por ejemplo; dating show sería “programa de citas”… (Pero seguramente los usuarios de  construcciones como master class sentirían agraviados sus pálpitos vitales y las extranjerizadas modas si a alguien se le ocurre hablar de “clase magistral”, ¡chaaacho, qué magada! Y marcharían al exilio.) 

  5. Otra de las formas empleadas por nuestra lengua para su enriquecimiento es la combinación o mezcla de palabras ya conocidas. Así, de la misma manera que  “combinación” puede referirse a ocho significados distintos (‘reunir; reorganización; conjunto; prenda de vestir de mujer’…) según define el Diccionario, otras voces  cambian su significado si dejan de ser una unidad. Es  el caso de la forma verbal “esputa” -‘arranca flemas y las arroja por la boca’- en la cadena escrita: “Mi vecina la del quinto esputa por las noches”. 

  En el mensaje anterior, escrito, no hay posibilidad de duda: la señora vecina  es “nocturnal esputadora” (‘expulsa flemas...’). Pero en la comunicación hablada el mismo mensaje -si no se conoce el contexto- nos puede llevar a considerar a la señora vecina como ‘ejercedora de la prostitución’ (“Mi vecina la del quinto es puta por las noches”, algo parecido a un personaje de la novela Izas, rabizas y colipoterras -si no recuerdo mal- de Camilo José Cela). 

CELA
CELA

  Simplemente se ha fraccionado la forma verbal (“esputa”) para dar lugar a dos palabras (“es puta”). (Bien es cierto que la extraordinaria riqueza léxica de nuestra lengua nos permite eliminar la posible confusión si en lugar del verbo “esputar” usamos otras formas como “expectorar, escupir, desflemar, gargajear, esgarrar...”. O la más popular construcción “soltar pollos”, pero esta ya podría prestarse a procaz revulsivo e incluso rozaría bajezas, rusticidades u ordinariez, pardiez: “¡Le metió tal pollo verde doble entre ceja y ceja que casi...”. [Censuro el final.]

  Más: la lengua española ofrece un amplísimo abanico para referirse a la mujer que ejerce la prostitución: “zorra, meretriz, furcia, prostituta, ramera, buscona, golfa, fulana, pelandusca, milonga, barragana, milonguera, hetaira”… Sin embargo, para el hombre algunos diccionarios de sinónimos citan el listado de “homosexual, gay, afeminado, mariquita, maricón, sarasa, marica, sodomita, invertido, trolo, desviado”… con muy elevado desacierto, por cierto. 

  Así, dicho sea de paso, “homosexualidad” -por ejemplo- se refiere a la relación entre personas (mujeres, varones…) del mismo sexo, por más que algunos tratados -¡incluido el Diccionario!- definen el término con otros significado: ‘La relación entre individuos...’, es decir, hombres. Porque si se refiere también a mujeres usaría el femenino plural “individuas” junto al masculino. Salvo, claro, que se haya utilizado el masculino gramatical como generalizador (caso de “el cocodrilo”), a fin de cuentas género gramatical y sexo no son necesariamente coincidentes. Así, ¿por qué “espalda” es, gramaticalmente, voz femenina?

  Retomando la afirmación arriba planteada sobre la mezcla o ruptura de palabras para formar una única estructura (puse el ejemplo de “esputa”), he recopilado otras. Valgan por ahora “la mascarilla (la más carilla), complacer (con placer), espía (es pía), no se aparca (no sea parca), hacendados (hacen dados), consumo (con sumo), escapado (es capado), por supuesto (por su puesto), consumar (con sumar)...”: es el calambur,  los significados dependen de los espacios entre las sílabas. Muy célebre el de Quevedo: ''Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja”. (A Isabel de Borbón, siglo XVII.)

quevedo isabel de borbón
QUEVEDO ISABEL DE BORBÓN

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR

 

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