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miércoles, 24 de abril de 2024 14:29h.

De cómo engordan sus señorías - por Nicolás Guerra Aguiar

El doctor Formiguera, médico especialista en Endocrinología y Nutrición y, a la vez, director del Institut de Recerca i Tractament de L’Obesitat, fue el seleccionado especialista para medir las cinturas de sesenta y seis señorías (sobre ciento treinta y cinco) del Parlamento catalán. Y como tales cinturas son talles de exquisitas flexibilidades, ágiles adaptaciones y prestas acomodaciones a todo lo que les echen con tal de mantenerse en los asientos parlamentarios, amén de casi divinas y muy distintas a las encogidas tripitas de los mortales, hete aquí que son evaluadas en la cosa de la obesidad, adiposidad o corpulencia barriguil.

De cómo engordan sus señorías - por Nicolás Guerra Aguiar  

 

  El doctor Formiguera, médico especialista en Endocrinología y Nutrición y, a la vez, director del Institut de Recerca i Tractament de L’Obesitat, fue el seleccionado especialista para medir las cinturas de sesenta y seis señorías (sobre ciento treinta y cinco) del Parlamento catalán. Y como tales cinturas son talles de exquisitas flexibilidades, ágiles adaptaciones y prestas acomodaciones a todo lo que les echen con tal de mantenerse en los asientos parlamentarios, amén de casi divinas y muy distintas a las encogidas tripitas de los mortales, hete aquí que son evaluadas en la cosa de la obesidad, adiposidad o corpulencia barriguil.

  El ochenta por ciento de los parlamentarios catalanes auscultados en sus prominencias mondonguiles presenta altos riesgos cardiovasculares originados por la inactividad y el placentero yantar, democratizador de señoriales baúles. Y que otros no pasaran por el tallado de sus tripudos y panzudos abdómenes fue debido a que se encontraban comiendo en el Congreso de los Diputados, Madrid, ya que los almuerzos les salen más baratos en esta Institución (12,71 euros) que en su Cámara  catalana (14,21 €). Y como el transporte –AVE, avión, nada de guaguas, qué vulgaridad- les sale gratis total como a los europarlamentarios españoles que, además, exigen clase preferente, aquellos viajan con frecuencia a Madrid para ahorrar.

  Así, por ejemplo, y al módico precio de 12,71 euros podrán almorzar ensalada de la casa, pastel de pescado con crema de marisco, lomo de dorada donostiarra y postres variados, más el pan y la bebida correspondientes, pues para eso goza el Congreso de un presupuesto insultante: 850.000 euros para este año y 892.000 para el 2014. Pero hay más: si la sesión de la tarde (señorías nacionales) apunta a monótona, aburrida y solo de razonamientos, pueden tomarse un buchito de café y tres relajantes cubatillas (tres), con lo cual todo se les pondría en 20,05 euros.

  Otras señorías catalanas (¡la pela es la pela!) son más exigentes con lo del ahorro, y entonces van a la Asamblea de Madrid, donde deberán pagar 8 euros por el almuerzo (7,50, en un colegio público). Pero dicen que han descubierto una bicoca mayor: el Parlamento de Andalucía (gobierna la gauche, PSOE e IU) lo pone aún más atractivo, lo cual ya es una insalvable tentación para sus señorías: les cobrarán 8,20 € por el almuerzo, pero la Mesa del Parlamento (¡qué responsabilidad, qué sentido del deber!) exige que la cantidad servida “sea suficiente”. ¿Y quién dice qué es “suficiente”? En efecto, estimado lector: ¡los propios comensales!, que para eso la empresa contratada recibirá 398.206 euros en dos años. ¿Y qué son 398.206 € si la deuda pública va ya por 922.000 millones, el montante más elevado de toda la historia española?

  Así son sus señorías, aunque más exacto y preciso sería distinguir entre señorías y señoríos, pues no sucede lo mismo con las catalanas señoras diputadas, que mantienen enhiestos figurines, tiposos y gráciles, tal dicen los estudios (solo el veinticinco por ciento de aquellas son triposas, mas no tiposas). Pero entonces -¡cosas de la lengua!-, si masculinizo la voz “señoría” tendría un significado sospechoso, muy relacionado con feudalismos y servilismos medievales. Porque en sus primeras acepciones, “señorío” se refiere a ‘dominio sobre algo’, ‘territorio perteneciente al señor’, ‘dignidad del señor’. Y eso suena a vasallaje, campesinos que trabajaban en condiciones de esclavitud para cultivar los calçots que degustarán los terratenientes, señores que a cambio de su trabajo les darían protección física y, de paso, conectaban con la Iglesia para que les consiguiera la salvación eterna.

  Por tanto, mire usted por dónde la triposidad de señores diputados catalanes permite plantear una eterna cuestión lingüística, la de quienes siguen empeñados en identificar género gramatical con sexo. Es el caso (SER, informativos de Agustín Padrón sobre Canarias, 06.22 horas), por ejemplo, de una señora, consciente no tanto del mensaje que debía comunicar en su intervención como de las formas. Así, enhiesta, señera, impactante y convencida de que el macho es el macho y la hembra es la jembra, soltó aquello de “Porque los / las personas han de ser conscientes que…”. (Otro despiste: se es consciente “de que”). Y se quedó tan relajada, aportación la suya a la riqueza léxica del español que confirma la continua evolución de nuestra lengua, necesaria para que no muera. Porque es ya momento de que los hombres dejen de ser personas (género gramatical femenino) y se conviertan en personos (gramaticalmente, masculino), pues aquello de dos sexos en uno se deja para las carnestolendas, cuando el disloque es solo eso, transmutación cronológicamente controlada. (Pero la –a no siempre marca género femenino: el pijama. Ni la –o, masculino: la moto.)

  Aunque, volviendo a sus  señoríos catalanes / sas señorías catalanas,  personos todos ellos / personas todas ellas, hay algo que me sorprende en tales pruebas de orondas, cebadas, regordetas, rollizas y trascendentes prominencias barriguiles: los investigadores no solo medían, pesaban, señalaban el sexo (lo anotaban, claro) y tenían en cuenta la edad de sus señorías, sino que preguntaban por sus filiaciones políticas, quizás para demostrar que en aquello de manducas, viandas y manjares todos son iguales, no hay distinciones. Si no, que se lo pregunten a los personos / las personas del PSOE y de IU que gobiernan en Andalucía, conseguidores de menús “que sean suficientes” a 8,20 euros para sus señorías, agotadas de vendimias, vareos a los olivos, nubes de verano, rocíos y solajeros en el campo para, después, volver a sus obligaciones patrias en el Parlamento.

  Y los señoríos catalanes recalan también en el Madrid senatorial: la piscina cubierta, con agua climatizada (“aljibe”, la llaman astutamente), el gimnasio con vestuarios y la sauna -¡todo gratis total!-, son complementos atractivos para antes y después del almuerzo.

  Así que, estimado lector, relájese: los padres de la patria están bien atendidos. (¿Cómo? ¿Qué usted las pasa canutas? ¡Por Dios, espabílese!...)

También en:

http://www.teldeactualidad.com/articulo/opinion/2013/06/18/8710.html

http://www.infonortedigital.com/portada/component/content/article/15-opiniones/23277-de-como-engordan-sus-senorias