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viernes, 29 de marzo de 2024 00:12h.

De oca a oca y tiran porque les toca - por Isidro Santana León

Prospecciones a cambio de reformar el Estatuto de la Colonia, seguro que para añadirle alguna gracia más de las tantas dádivas que España arroja a sus queridísimos súbditos africanos. Ayer leo, en uno de estos periódicos ultraperiféricos que tenemos por acá, cómo ahora le toca tirar el dado a la Metrópoli, desde el Tribunal Constitucional, quien sentencia que “la competencia para autorizar prospecciones en aguas jurisdiccionales españolas corresponde al Estado”. Me asombro: eso es rigurosamente cierto, para todos los estados. No obstante, a España se le acaban sus aguas jurisdiccionales en el estrecho de Gibraltar, por lo que, con la Convención del Derecho del mar de las Naciones Unidas en la mano, Canarias queda fuera de su domino, ya que se sitúa a más de 1000 Km. de su territorio y en otro continente.

De oca a oca y tiran porque les toca - port Isidro Santana León

 Prospecciones a cambio de reformar el Estatuto de la Colonia, seguro que para añadirle alguna gracia más de las tantas dádivas que España arroja a sus queridísimos súbditos africanos. Ayer leo, en uno de estos periódicos ultraperiféricos que tenemos por acá, cómo ahora le toca tirar el dado a la Metrópoli, desde el Tribunal Constitucional, quien sentencia que “la competencia para autorizar prospecciones en aguas jurisdiccionales españolas corresponde al Estado”. Me asombro: eso es rigurosamente cierto, para todos los estados. No obstante, a España se le acaban sus aguas jurisdiccionales en el estrecho de Gibraltar, por lo que, con la Convención del Derecho del mar de las Naciones Unidas en la mano, Canarias queda fuera de su domino, ya que se sitúa a más de 1000 Km. de su territorio y en otro continente.

Es más, usando las reglas de dicha Convención, nuestro archipiélago, exceptuando la isla de La Palma, queda dentro de la zona económica exclusiva de Marruecos, por ser el estado ribereño más cercano a nuestro archipiélago y, porque, Canarias, a causa de su estatus colonial, carece de soberanía nacional para trazar la mediana con el país alauita.

Pero la Oca ultramarina es un juego lleno de obstáculos, ocasiones, ventajas y desventajas, con la particularidad de que los ganan siempre son los que juegan y quienes pierden, los que miran. Yo sigo diciendo que lo mejor para Canarias es romper el tablero, sin embargo, nuestro pueblo sigue viendo la realidad distorsionada, gracias a unos cuantos partidos, organizaciones, sindicatos, periódicos, televisiones y radios que no juegan, pero que animan y aspiran a coger el dado desde que tengan la ocasión, para seguir en el mismo laberinto de sobresaltos, calamidades, incertidumbres y depresiones.

Hace tiempo que le dediqué un escrito al presidente de esta colonia, llevaba por título «Señor Rivero, échele, usted, “güevos”» nota que le marcaba la ruta efectiva para que nuestra nación solucionara su secular problema –emanciparnos de la dominación extranjera, española, alcanzando la independencia– y dejar de embestir contra las consecuencias del mismo, tales son que hagan prospecciones o extracciones contra la voluntad de los canarios, que usen nuestra tierra como satélite militar para la rapiña en África…, por nombrar algunos de los grandes inconvenientes derivados de nuestra situación colonial. Le indicaba, entonces, que se dirigiera al Comité de Descolonización de las Naciones Unidas –para que deje de arrastrarse por tribunales incompetentes y parciales– donde existe un dossier con las razones y el derecho que asisten a Canarias para convertirse en un nuevo Estado, documento entregado en su momento por el MPAIAC, que sólo hay que desempolvar, o llevar el caso directamente a la Asamblea General.

Ya le advertí, en ese mismo articulo, que recurrir a los tribunales de la Metrópoli o europeos, era como visitar a drácula para que le auxilie con una transfusión de sangre, y vemos cómo se cumplen las previsiones de un hombre que, sin tener la altura política que le asignan al presidente de Canarias, sí posee lógica y estatura moral para ver el trasfondo y la podredumbre de un sistema opresor, colonialista y más fascistizado que nunca, como es el español. Escuchaba la radio, la noche anterior de caer en mis manos el periódico con la noticia sobre la sentencia del Tribunal Constitucional español (quisiera saber en qué parte de la constitución española se recoge que su jurisdicción marítima puede traspasar sus fronteras geográficas y meterse en las de otros países, porque, si así fuere, han retrocedido al siglo XV y a la preexistencia del Tratado de Alcácovas), donde alegaba, ufana, la españolista, Águeda Montelongo, que “el dominio de las aguas canarias son del Estado Español”.

Como cotorras, estos políticos canarios al servicio del colonialismo y de la corrupción, repiten las consignas de sus amos en la Metrópoli, sin tener conocimiento alguno de lo que están diciendo, pues creo que la mayoría, en lo que se refiere a la situación de Canarias en el plano internacional, son unos indocumentados y los muy poquitos que saben algo, unos mentirosos. Esta señora del PP, que piensa vivir eternamente de la vida facilonga de la política y sus ostentosas contraprestaciones, achacaba a Paulino Rivero –confabulante colonial suyo– que se había equivocado recurriendo al Constitucional, tal y como le advirtieron los de su partido y que, además, fue un error dirigirse por escrito al Secretario General de las Naciones Unidas. Por la entrevista hecha a esta politiquera del PP es por lo que me entero de que el presidente de Canarias se había dirigido a las Naciones Unidas, al señor Ban Ki-moon, también para llorarle, como lo ha hecho en su rastrera vida sirviéndose de lo público. Es de vergüenza que este tío vaya por ahí diciendo que es canario, pues, aunque es un lacayo de la Metrópoli, igual que los de los partidos españolistas, deja a todos los naturales de esta patria: íntegros e inmorales, pusilánimes y rebeldes, asimilados e inconvertibles, como animalitos que sólo dependen de la ración, cosa que además tiene mucho de cierto, excepto para, por lo pronto, una minoría honorable.

Yo no sé si leyó aquel artículo, pues he escrito muchos en los que, aunque no quiera, tengo que aludirle por lo que representa y por su sistemática cobardía, dándome la impresión de que usó la administración internacional indicada y pertinente, pero no la ruta ni la finalidad objetiva. (Sabe él que la Metrópoli se escandalizaría si llegara a las Naciones Unidas la reclamación de Canarias a la descolonización, sería como una bomba nuclear que le reventara en su seno; por este motivo intentaron asesinar al líder y precursor del independentismo canario, Antonio Cubillo).

No obstante, cual sorroballo, usa de forma disuasoria contra el gobierno de Rajoy la carta dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas, no para instarle al Alto Comisionado a abrir un proceso de diálogo para que España desocupe Canarias, sino para gimotearle que vivimos del turismo y quieren sacar el petróleo cerca de nuestras aguas, que necesitamos las energías renovables, y que, en fin, si le tira de las orejas al amo español, que lo haga suavemente por miedo a su represalia: que le suspenda de empleo o que le levanten alguna alfombra, asunto que se usa últimamente como medio de chantaje y coacción ante los intentos soberanistas.

¡Qué habrá pensado el señor Ban Ki-moon de este eunuco! Con todos mis respetos, sé la sensibilidad existente con el asunto del maltrato a las mujeres y la cantidad de víctimas que ha dejado esta lacra, pero el señor Rivero aparenta padecer el síndrome del maltratado, convencido de que Canarias se merece el abuso a que le somete España, y actúa, como lo han hecho muchas víctimas reducidas psíquicamente y sin autoestima, llegando a la comisaría con el cuerpo estigmatizado para pedirle a la policía que le dé un susto a su verdugo, pero oponiéndose a denunciarlo porque ha asumido que ella tendrá algo de culpa y por miedo a la venganza.

Soy consciente de que la figuración que expongo como analogía es violenta, y muchos y muchas, dirán que inapropiada, pero no más violento –no hay parangón– que los 500 años de colonialismo español: de iniquidades, de tropelías, de sometimiento físico y psíquico, de supremacía racial, de vejación, esclavitud, deportación y vulneración de los derechos humanos más fundamentales, no sólo de las mujeres canarias, sino de los niños, viejos, jóvenes…, de nuestro pueblo en general.

Sobran amagos, sobran órdagos y gestos de cara a la galería; el pueblo canario precisa de una solución urgente, que está en manos del gobierno que dice representarnos y que no pasa por otra vía que no sea la de las Naciones Unidas. No para hacer presión vista a obtener más competencias en un estatuto colonial que nos sujeta como clase subyugada, sino para adquirir la competencia total y legitima de nuestra nación, como es el paso a la Republica Canaria: a un estado independiente. Si el Gobierno de Canarias no rompe el tablero y sigue tirando el dado, quién sabe si, en un futuro no muy lejano, es el pueblo canario quien lo rompa y a los jugadores también.

Isidro Santana León