Unas personas, en el Congreso, en el velorio de Suarez; otras, en Sol, en el Campamento Dignidad. Mientras la gente favorecida, opulenta, llora a Suárez, la gente de los pueblos del estado español sigue buscando la solución a este laberinto infernal en el que la "democracia" de los de arriba nos ha metido.

Se murió el hombre, y hay que lamentarlo, aunque la verdad es que ya descansó de su sufrimiento. Y ahora, una parte del estado español hace su duelo y se llena la boca hablando de la "unanimidad" en el agradecimiento a quien "nos trajo la democracia". ¿De qué democracia están hablando? ¿De la que hace posible que tipos como Rajoy o Paulino ostenten sus presidencias respectivas, con un tercio del electorado, uno y con el quince por ciento, el otro?

¿Esa es la democracia que hay que agradecerle a Suárez que nos trajera?

¿Una democracia que no consigue la felicidad de toda la gente? ¿la que proporciona el bienestar de una minoría, sobre el sufrimiento de la mayoría?

¿La que permite que dos partidos, con menos de la mitad de los votos se atrevan a modificar esa constitución, ya de por sí injusta de nacimiento, introduciendo un elemento ideológico que pone a todos los pueblos que gemimos en el estado español a merced de la especulación financiera internacional?  ¿la que ha desembocado en un endeudamiento brutal del estado, sometiéndolo a la dependencia de los acreedores?

¿La democracia en la que los gobiernos, victoriosos en elecciones distorsionadas pueden, una y otra vez, gobernar a espaldas de la voluntad del pueblo? ¿la que impide a los pueblos el derecho a expresar su opinión? ¿la que, con unas leyes electorales, las más injustas del mundo, dejan a millones de personas sin voz ni representación parlamentaria? ¿la que reprime brutalmente a quienes ejercen el supuesto derecho a la concentración y manifestación?

¿La supuesta democracia que coloca al frente del estado a un personaje designado por el dictador, concediéndole además impunidad expresa para él y tácita para su familia y discriminando a la mujer en su sucesión, colmo de la desigualdad democrática?

¿La llamada democracia que no solamente no permite que se conozca toda la verdad histórica, sino que impide que la justicia asuma el principio dignísimo de la jurisdicción universal?

¿La democracia en la que los tres poderes se interfieren entre sí, estando los tres a las órdenes de unos pàrtidos que consiguen su hegemonía con elecciones viciadas, tanto por las leyes electorales injustas como por las campañas financiadas por los poderes económicos?

¿La democracia que ha desembocado en gobiernos sumisos a potencias extranjeras, parlamentos sin representación popular y tribunales en cuyas decisiones nadie puede confiar?

¿La democracia en la que solamente se encarcela a las personas de abajo y a las qus osan protestar? ¿La que deja libres a las personas corruptas pero persigue a los jueces que intentan castigarles?

¿La democracia que solamente carga impuestos sobre los pobres, la gente asalariada y el consumo, exonerando a las grandes fortunas y empresas, tolerando el fraude fiscal? ¿la que, más que aceptar, protege los paraísos fiscales, refugio del dinero procedente de los terribles delitos de los tráficos: de influencias, de drogas, de seres humanos, de armas?

¿La democracia que contempla pasivamente la corrupción desaforada, que devasta el territorio y el medio ambiente; que destroza el sector primario, que condena a nuestros pueblos a la dependencia de los combustibles fósiles y nucleares? ¿la que hace posible que los gobiernos construyan infraestructuras inútiles, recalifiquen suelo sin necesidad, a la mayor gloria y enriquecimiento de los especuladores y los estafadores?

¿La democracia que deja a las trabajadoras y los trabajadores sin derechos laborales, a las enfermas y los enfermos sin atención médica, a la gente pobre, sin casa, a las personas dependientes sin ampàro, a las y los mayores con sus pensiones recortadas, a millones de ciudadanos y ciudadanas sin empleo y a otros tantos millones con trabajos miserables, explotados, con salarios mezquinos?

¿La democracia que reserva la educación, la salud, la cultura, la justicia, exclusivamente a quienes, con mayor o menor o ninguna decencia, poseen el dinero?

¿La democracia que ha sustituido los derechos por el asistencialismo, que ha colmado los comedores sociales y conduce a mucha gente a buscar el alimento en los contenedores de basura? ¿la que hace que miles de niños y niñas vayan -cuando van- al colegio sin desayunar? ¿la que expulsa a centenares de miles de jóvenes con alta preparación, en el siempre dramático drenaje de la emigración?

¿La democracia que hace que crezca día a día la diferencia entre quienes lo tienen todo y quienes nada tienen?

¿La democracia que unce al estado al fanatismo, a la ignorancia, a la intolerancia, negando hasta el derecho a decidir a las mujeres sobre su propio cuerpo y obligando a las que no tengan el dinero para irse al extranjero a poner sus vidas en peligro, a manos de chapuceros?

¿La democracia que dispara contra seres humanos en la mar, que expulsa a personas que ejercen su derecho inalienable a la vida o las mantiene ilegalmente en centros de internamiento, en régimen de detención ilegal como si fueran los o las delincuentes que no son?

¿La democracia que acosa a la cultura y a la libre expresión? ¿la que exonera de impuestos a una asociación religiosa privada, y le otgorgó el derecho a apropiarse de bienes inmuiebles sin derecho a ello?

Esa es la democracia que beneficia a quienes ahora entierran con honra a quien fue secretario general del movimiento franquista y, en realidad, ha sido el albacea y ejecutor del testamento de quien, con toda razón, dijera que dejaba todo "atado y bien atado".

Porque, en realidad, la obra de Suárez, perfectamente ejecutada, fue perpetuar, engañosamente, la victoria de la derecha.

Pasaron y, con Suárez, siguieron pasando. Y por eso, le rinden honores, le condecoran y lo entierran en una catedral.

Es agradecimiento.

Por la imagen:

http://lahemerotecadelbuitre.com/piezas/el-falangista-adolfo-suarez-nombrado-nuevo-director-de-radio-television-espanola-rtve/