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miércoles, 24 de abril de 2024 08:07h.

Sí, en efecto: también es ser sintiente - por Nicolás Guerra Aguiar

 

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Sí, en efecto: también es ser sintiente - por Nicolás Guerra Aguiar *

 

La del alba, estimado lector, amaneció fría. Más: gélida. Los 13º del termómetro eran pocos grados, inacostumbrados para quienes vivimos en la parte baja de la ciudad. A fin de cuentas estábamos casi a los pies de la mar tomasmoraliana, zona de Los Arenales donde encalló el buque del capitán Duncan, “viejo marino diestro” por cuyas venas corría el  “whisky espirituoso”.

tomás morales
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La costa de la varada del buque de Duncán está sepultada bajo los terrenos arrebatados a la mar

  E infinitamente peor tal amanecida si los grados llegan, además, acompañados por corrientes de aire frío que mueven retadoramente ramas de palmeras y penetran con muy mala leche por nuestros huesos para jeringarnos -aún más- reumatismos, osteoporosis, artrosis y artritis, ¡dito sea Dios!… (Pero uno puede abrigarse.)

MORGAN EN CANARIAS 7
MORGAN EN CANARIAS 7

  Nuestros organismos costeros, claro, no están adaptados para menos de veinte / dieciocho grados. Y este hombre de la foto -¡poco conocimiento!- con un simple chándal, sin protección casi: ¡ni tan siquiera lleva calcetines punto blanco! Más: solo unas abiertas cholas, como si el tiempo estuviera para ventilar los ñames a la intemperie. ¡Claro, ante tal irresponsabilidad vienen estornudos, toses, malejones en la garganta, flemas verdes, mocos a chorrooos…! ¡¿No van a estar sobrecargados los ambulatorios...?! ¡Qué poca conciencia ciudadana!   

INDIGENTE - FOTO NICOLÁS GUERRA AGUIAR
 FOTO NICOLÁS GUERRA AGUIAR

  Volvamos a nuestro hombre. A primera vista no parece magrebí, ni tan siquiera africano subsajariano, ¡menos mal! Si no, quienes aprovechan la mínima para pregonar la arribada de moros y negros -como si de plagas se tratara- ya habrían puesto el grito en el cielo, acaso dirían que estos rincones acogedores actúan como imanes para las tragedias externas.

MIGRANTES
MIGRANTES

  Pero en el lenguaje despectivo solo son “tragedias externas” los humanos forzados a continuas trashumancias, como cuando recogen al golpito bártulos y tragedias personales también a tales horas de los amaneceres bajo la atenta mirada de quienes cumplen órdenes recibidas, tajantes: ¡ni una caseta, ni cartones que simulen techos en Las Alcaravaneras, ni rastro de cuerpos que buscaron cobijo junto a alguna chalana, cerca de un solitario barquillo! 

AMANECER

  (La oscuridad a esas horas de los retardados amaneceres trae consigo tarosadas, estertores, respiraciones anhelantes de vida humana semejantes a ronquidos... pero no de placenteras cabezadas sino, muy al contrario, de dolores físicos, anímicos, como si pretendieran simbolizar toda la tragedia recibida no se sabe desde cuándo, ni por qué precisamente en ellos...)

  Y si nuestro hombre del chándal y cholas abiertas no parece magrebí ni tan siquiera africano subsajariano, ¿podría tratarse, entonces, de un alma de Dios abandonada a su propio sino, destino, estrella o fatalidad? ¿Quizás un alma en pena hastiada ya de su condición llamada “humana”? 

INDIGENTE NGA
INDIGENTE NGA

  Tal podría concluirse si nos fijamos en su pétrea figura yacente junto a las dos muletas:  no sé si las lleva para aliviar sus vagamundos trotes por la subvida o quizás con la vana ilusión de sostener un cuerpo tan frágil, aparentemente marchito, escuálido y fácilmente radiografiable a ojos de buen cubero, locución adverbial usada para indicar estimaciones. 

 El colchón, ya ven, es confortable aunque de rebajas, eso sí, tremendamente rebajado, casi casi a la milimétrica altura del piso. Pero también es cierta una cosa:  limpiadito, asiadito, impoluto, digno de un ser humano a quien también podemos etiquetar como “ser sintiente” a la manera de perros y gatos, por ejemplo, llamados también “animales de compañía” y protegidos por nuevas leyes y derechos, muchos derechos. 

INDIGENTE NGA

  Es decir, nuestro hombre tiene capacidad propia de individuo animado (espécimen con ánima, ‘alma como principio de la vida’ o ‘que aguarda su purificación en el purgatorio antes de ir a la gloria’, sentencia eclesial ya trasnochada). Pero es solo apariencia, presumida pose, como si fuera modelo privilegiado para universales revistas cuyas páginas muestran estados sociales de bienestar, felicidad, beatitudes y fortunas por haber nacido en tal país donde se puede echar una cabezada a las seis de la mañana sin violentas interrupciones...

 Y tiene suerte el hombre, ¡oh, ya! Como “ser sintiente”, ser vivo dotado de sensibilidad, “No podrá ser embargado o hipotecado” según las disposiciones  dictadas desde algún ministerio español, con lo cual se convierte -¡qué justas son las leyes humanas de los países civilizados!- en perpetuo propietario del rincón en el cual ahora descansa.

INDIGENTE NGA

  Digo “descansa” y digo bien, con mi conciencia tranquila y la distensión espiritual que se alcanza cuando uno ve allí, pletórico de felicidad y encogidito sobre sí mismo, el cuerpo de un ciudadano cargado de derechos constitucionales cual corresponde a nuestro entramado democrático. Pero el muy ingenuo -o a lo peor el muy puñetero y jodelón- ¿se tumbó allí para hacer creer a los candorosos ciudadanos que eso del derecho a la dignidad de las personas,  la integridad física y moral, el disfrute de una vivienda digna y adecuada en España, en Gran Canaria, en Las Palmas de Gran Canaria… son papel mojado? (¡Que por ahí hay mucho hijo de p... suelto, juraíto!) 

  Pero no, es falsa la estimación, tal sospecho. No es el caso de este durmiente, pues no jiede a vino peleón, el usado para jusiar a ratas y chinches. Este hombre, quizás, tiene pinta de recién llegado de la vida nocturna entre cubatas de rones antillanos, acaso legítimos vodkas siberianos o binge drinking mientras baila en las juveniles diskotekes las últimas canciones de Shakira, lo más in de la handsome people, la  beauty addict sunday e incluso, mismamente, de la sunday shopping party. 

  (¡Oh, agraciada juventud, amatorios cuerpos, felinos instintos cargados de pasiones testosterónicas, agotadoras pero ininterrumpidas batallas y contiendas las de esta gente que sabe vivir la noche entre ensoñaciones y realidades!)

  El entorno, como vemos, fue especialmente seleccionado a su gusto: gris en variados tonos. Ya se sabe: el ceniciento color traduce serenidad, distensión, apaciguamiento y, sobre todo, estabilidad.

   (Pero cuando se levante, helado su cuerpo y congelada como inmenso iceberg su dignidad, su pisoteada condición de ser humano volverá a las andadas, a los caminos que siguen llevando a la nada. Incluso, sin ser mínimamente exigente, mantendrá un elemental trato como “ser sintiente”, es decir, ‘hombre que experimenta el inmenso dolor de ser vivo’. Sí, todos lo hemos dejado solo...)


* Gracias a Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR



 

 

mancheta ene 23