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sábado, 20 de abril de 2024 01:42h.

Otro ensayo sobre la lucidez - por Alejandro Floria

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Otro ensayo sobre la lucidez - por Alejandro Floria Cortés *

 

La abstención se concentra en los barrios pobres porque en ellos se sabe, de primera mano y desde siempre, que votar no cambia gran cosa. No, no me vengan aquí con ningún argumento aporofóbico: les reto a que me lo digan en la calle... de un barrio pobre. Esta política que conocemos, simplemente, ni transforma ni construye.

Me pregunto quién tendrá presente si vota con/por/para los demás o lo hace para preservar intereses puramente individuales. En estos tiempos en los que se han prostituido tantas palabras, limitamos la "empatía" a un círculo interesadamente próximo. La mera idea de que, en algún lugar, el hijo de alguien sufra por intereses económicos, ¿no debería motivarnos a detenerlo todo de inmediato? ¿Cómo van esas disonancias cognitivas? Quizás no va tan errado aquello de "la tiranía de las mayorías"...

Se pretende, también, dar una ilusión de elección que no existe, pues nunca se fue el bipartidismo (los partidos menores son simples reservorios de votos, amortiguadores) y se sigue dando un auténtico turnismo disfrazado de desgaste. Y lo cierto es que no sólo no hay elección dentro del proceso, sino que tampoco la hay fuera de él. Una sinarquía se parapeta detrás de una democracia representativa que se ejerce de arriba abajo cuando debería ser en sentido opuesto, directa y participativa.

Somos lo suficientemente valiosos e importantes como para negarnos a aceptar algo como "la opción menos mala" porque tal cosa sólo propicia la degradación, sin disimulo, de una clase política con un pobre nivel de autoexigencia. "La opción menos mala" nos conduce asintóticamente a la Nada.

Precisamente cuando todo es político, por mucho que les pese a los más relamidos y autorreferenciales, los constructos ideológicos, lo mismo ha dado su "color", han reducido todo a la opinión, la emoción y la identidad. Los "idiotés" se han reconvertido en groupies, hooligans y cuñados.

Sí alguien quisiera de verdad cambiar algo daría paso a un sistema educativo que permitiera que las personas se desarrollasen con espíritu crítico, curiosidad y capacidad de trascender paradigmas. Esto es, si el sistema político fuese, de verdad, para las personas llevaría implícito la entrega del poder de decisión a las personas y su propia finalización para su evolución y mejora.

Así que después de que cierto trilero con coleta dijera, en su momento, que mentía cuando decía que las cosas se cambiaban en la calle y no en las instituciones, creo que queda un hermoso resquicio en el que es posible un ensayo sobre la lucidez: un grito silencioso de miles de urnas sin nombres que no olvidaría nadie.

VOTO BASURA

* Gracias a Alejandro Floria

ALEJANDRO FLORIA CORTÉS
ALEJANDRO FLORIA CORTÉS
mancheta ene 23