Entre la escritura ajena y la crónica del disfrute - por Nicolás Guerra Aguiar
Entre la escritura ajena y la crónica del disfrute - por Nicolás Guerra Aguiar *
Cuando el autor de Soltadas uno [de literatura y…] utiliza la voz “Contexto” desde la página 11 para justificar, alegar a su favor o explicar el porqué de la obra, comienzan a entrar ininterrumpidamente las confirmaciones de que su autor sabe lo que tiene entre manos.
Pues “contexto” como palabra de nuestra lengua no es una unidad independiente, solitaria, ajena a otra -contextualización- incluida en su campo de significados. Efectivamente, los comparten: la segunda consiste en ‘Situar algo en un determinado contexto’, es decir, el ‘Entorno físico o de situación, político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el que se considera un hecho‘.
Victoriano Santana Sanjurjo
Pero sospecho que sin los “entornos” solo se consigue la linealidad lectora, es decir, entrar exclusivamente en la trama argumental para conocer la historia que el narrador cuenta. Punto final. Fuera de la lectura quedarían, por tanto, mensajes entre líneas, pensamientos, condicionantes externos ajenos a la voluntad de variados personajes (¿por qué algunos se suicidan, como los románticos?), vidas anodinas, sueños frustrados, presiones sobre el ser humano, su propia capacidad de resistencia, avatares condicionados por guerras, traiciones...
Y eso es, exactamente, Soltadas uno [de literatura y…]: el maestro (por suerte, prudencia, inteligencia y pudor profesional) no dogmatiza, no da como indiscutible dictado de los dioses sus comentarios, enfoques, perspectivas, apuntes… Muy al contrario: como sereno y científico profesor observa, razona y llega a SUS conclusiones. Luego las expone para la crítica. Seso, recato, sabiduría. (Nada nuevo en Victoriano Santana, dicho sea de paso.)
Con acierto sus palabras y sus pensamientos se buscan para identificarse y, consecuentemente, dar lugar a lo que luego se traduce en el texto escrito bajo la perspectiva particular –insiste en tal principio básico- y la apreciación de sus yo, me mí, conmigo, pronombres personales casi ajenos a los colectivos nosotros, nosotras, nos. Así, confirma Santana Sanjurjo, “escribo desde un yo agente y testigo, impregno mis observaciones, análisis, reflexiones de un sello muy personal”.
(Pero como muy bien deja sentado, las palabras -aquellos elementos gráficos o sonoros con los cuales construimos el texto- nada son sin la capacidad para formar juicios o ideas en la mente. ¿Que cuál fue antes? Contesto con dos preguntas: ¿sin palabras pueden surgir conceptualizaciones en el intelecto? O a la inversa: ¿la capacidad para pensar es requisito sine qua non para crear palabras?)
Victoriano Santana Sanjurjo pertenece a un estamento de la raza humana y a quien otros desean, inexorablemente, su silencio. Y como sucede siempre en la Naturaleza, podría conseguirse por la acción del propio ser humano. ¿Por qué? Mientras lee con placer a escritores físicamente próximos o camina con Don Quijote a la búsqueda de Bernardo González de Bobadilla, “natural de la nombrada isla de Canaria” y autor de una novela pastoril condenada al fuego por el cura y el barbero de un lugar de La Mancha, el profesor Santana Sanjurjo selecciona sus lecturas.
Y como lector – analista – crítico, elige a quienes podrían convertirse en arquitectos de su mente (como le sucedió a David Kepesh, personaje de Philip Roth con Chéjov -llega a ídentificarse con él-, Kafka, Thomas Mann, Joyce…). Textos, claro, “que, a mi juicio, por su relevancia, deberían formar parte de este mundo conocido que todo autor tiene y lo identifica como creador “.
En conclusión, estimado lector, Soltadas uno [de literatura y…] es una muy interesante antología firmada por un gran juzgador cuya palabra profesional interesa a quienes necesitan compilar exhaustivos análisis críticos sobre alguna(-s) de las obras recogidas en esta publicación de diciembre pasado. Deleita a quienes gozan del placer de la lectura pues descubren insospechadas perspectivas. Atrae a quienes desconocen al autor de estudio o a una obra concreta del mismo. Y enseña, revela sabiduría, sensibilidad, manifiesta rigor en cada una de las palabras dedicadas al exhaustivo análisis. Invita al pensamiento.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar