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viernes, 26 de abril de 2024 15:48h.

Etéreas señas de fiCCión nacionalista - por Nicolás Guerra Aguiar

   En la sombría nocturnidad del mismo 20 de diciembre hubo pocas palabras en la sede galceraniana de CoATIción Canaria (CC), baluarte santacrucero. Tanto la señora Oramas (repetía como diputada nacional) como el señor Clavijo (presidente del Gobierno de Canarias) buscaron en el rotundo fracaso del Bloque Nacionalista Gallego (BNG) la justificación a la continuada pérdida de votos, como si una cosa tuviera que ver con la otra.

Etéreas señas de fiCCión nacionalista - por Nicolás Guerra Aguiar *

   En la sombría nocturnidad del mismo 20 de diciembre hubo pocas palabras en la sede galceraniana de CoATIción Canaria (CC), baluarte santacrucero. Tanto la señora Oramas (repetía como diputada nacional) como el señor Clavijo (presidente del Gobierno de Canarias) buscaron en el rotundo fracaso del Bloque Nacionalista Gallego (BNG) la justificación a la continuada pérdida de votos, como si una cosa tuviera que ver con la otra.

   Aunque, bien mirado, tienen cierta razón. La hecatombe del BNG y las continuadas viradillas por dentro que recibe CC confluyen plenamente: es la desconfianza de los electores hacia ambas formaciones. Porque, consideremos, CC perdió 62 000 votos en 2015 frente a las anteriores (2011). Y los 225 757 que obtuvo (2011) para el Parlamento de Canarias se rebajaron a 164 458 en 2015. Pero sigue gobernando, habilidad y maña que tiene frente a sus tradicionales contrincantes (PP y PSOE) los cuales -qué cosas de rigor democrático- superaron en votos a CC (mayo de 2015).

   Pese a que se tambalea sobre el terrero elección tras elección, CC no ceja en su empeño de aparentar lo que acaso pretendió ser en el milenio anterior: nacionalismo con visión universal, hoy sin esencia. No obstante, desapasionados seguidores y valleinclanescos cráneos privilegiados militan en CC. Y saben que su hipotética recuperación depende exclusivamente de una profunda asonada interna, algo así como una revolución desde los cimientos. Con ellas CC echaría a la calle a la tan nutrida colonia de vividores que la descomponen, única forma de recuperar la confianza de sus exvotantes. Pero los intereses se imponen sobre raciocinios. 

   A tal conglomerado humano de aprovechados, mediocridades y hueras neuronas podemos sumarle otros elementos que conforman la actual CC. Por ejemplo, el absoluto control que sobre ella ejercen los poderosos grupos tinerfeños, las más de las veces encerrados en decimonónicos insularismos (una prueba: no respetan la alternancia provincial en la presidencia del Gobierno, tan convencidos están de su poder). Desdeñan, además, elementos originarios: esencia canaria; señas de identidad del pueblo canario; valores culturales, étnicos, históricos, lingüísticos e, incluso, éticos. Todos fueron sustituidos por folclorismos belingueros que pregonan el uso de vulgarismos e incorrecciones lingüísticas en romerías, por ejemplo; o desculturizadores programas de TV: se zahieren elementos populares (que no vulgares) con exageraciones mímicas y fonéticas que consiguen la carcajada de paisanos canarios, pletóricos (¡) porque los ridiculizan ante ellos mismos…

   No sé si el señor Barragán, secretario general de la tal Coalición, llegará a tiempo para recuperarla, acaso en estado catatónico como aquel otro personaje de Luces de Bohemia.  Al menos en apariencia parece que esta es su intención. Aunque ya se sabe que los políticos profesionales (y el señor Barragán lleva varios cuatrienios en el poder) pregonan frente a los medios de comunicación y, en la intimidad, se desdicen de anteriores afirmaciones. Pero, en principio, daré crédito a tales intenciones en cuanto que desconozco su fiabilidad política, aunque “desconocer” no signifique en este caso absoluta ignorancia: a fin de cuentas es portavoz, y opina.

   Plantea el señor Barragán que CC debe diseñar la manera de recuperar votos. Bien. Pero antes ha de emprender una titánica tarea: recuperar votantes. Es decir, devolver a las filas a decenas de miles de canarios que optaron por otras ofertas más llamativas o, al menos, menos rechazables desde su punto de vista. Porque se trata de paisanos plenamente convencidos de la fiabilidad de CC… hace años, cuando su poder casi abarcaba la Región. Sin embargo, ya ven: hoy es presencia testimonial en Gran Canaria, ficción acaso, leyenda de lo que fueron tiempos pasados cuando sus siglas dominaban en cabildos, ayuntamientos, asociaciones de vecinos y en algunas que otras sacristías, que haberlas las hubo.

   Y en aquellas palabras lanzadas al viento, a sentimientos de patrias chinijas o con la intención de forzar a prudentes y sensatas reflexiones, plantea el señor Barragán “de qué forma repensamos el partido para volver a conectar con todos aquellos votantes nacionalistas”. Me deja desconcertado, vive Alcorac. Puestos así, la verdad es que el señor Barragán desestabiliza mi estabilidad emocional en cuanto que “repensar” es ‘volver a pensar’, replantearse alguna cuestión relacionada con ideas, juicios y raciocinios cuando la respuesta ni es compleja ni tiene dificultad alguna: solo consiste en recuperar aquello que fue e ilusionó a los votantes. Así de sencillo.

   Otra cosa bien distinta es qué hacer “para conseguir en algún momento conectar con Gran Canaria”. Aquí, señor mío, tengo la impresión de que ni tan siquiera valdría una revolución interna: los canariones están tan cabreados con CC por desplantes, abandonos, torpezas y tomaduras de pelo que será imposible su recuperación. Se ven más identificados con Nueva Canarias, ya ve usted. Replantéese el porqué.

   Tres años atrás organizó CC las “I Jornadas  Nacionalistas sobre Cultura”. Pretendían (una vez más) impulsar el desarrollo cultural de Canarias con innovadoras y acaso rebeldes ideas que debían ocupar los vacíos y deshabitados espacios de una oficializada cultura canaria (nunca, añado, debe a-islarse). Y el actual señor presidente del Gobierno canario, a la sazón secretario general insular de CC en Tenerife, defendió que los partidos nacionalistas tienen la obligación de proteger, más que nadie, “todo aquello que nos define y nos hace únicos”. Y el señor Barragán defendió como prioridad política la defensa de la cultura canaria y su identidad.

   Pues bien: el español hablado en Canarias y la literatura canaria son, plenamente, identidad canaria en las aulas, aunque no puede perderse la visión universal. Y de eso saben la Academia Canaria de la Lengua (ACL), rigurosos filólogos y profesores volcados vocacionalmente en estas investigaciones. Por tanto, su opinión es básica para la confección de currículos en la asignatura de Lengua Española y Literatura. ¿Cuentan Cultura y Educación con ellos? ¿Se consulta a la ACL sobre la norma culta en Canarias? ¿Se estudia a Cairasco a la par que a Garcilaso? Sospecho que no: queda casi todo por hacer.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar