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jueves, 28 de marzo de 2024 08:39h.

La extraña entente cordial PP – Podemos – C’s - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE AGUIAR

La extraña entente cordial PP – Podemos – C’s - por Nicolás Guerra Aguiar *

 

Fue en junio de este año cuando el Partido Popular (PP), Unidos - Podemos (UP) y Ciudadanos (C’s) -juntos de mancomún- aprobaron en el Congreso el dictamen presentado por la Comisión del Estatuto de los diputados. Aquel da libertad a sus señorías para el ejercicio de actividades particulares remuneradas (asesorías, despachos de abogados, consultarías de empresas…). El PSOE se opuso pues, argumentó, la dedicación de los diputados debe ser, exclusivamente, esa: la parlamentaria.

   La cosa llegaba de atrás. Ya en diciembre de 2016 los socialistas habían rechazado el escrito presentado por la tríada. Exigieron que los posibles favorecidos fueran controlados cada tres meses por la correspondiente Comisión, pues treinta parlamentarios trabajaban o tenían ingresos económicos al margen de su actividad política. Entre ellos, tres diputados del PP -señores Hernando, Casado y Maroto (portavoz; vicesecretario de Comunicación y vicesecretario de Acción Política, respectivamente)-; Pablo Iglesias, líder de Podemos; Alberto Garzón, de IU; Gabriel Rufián, portavoz de ERC; Toni Cantó, de C’s… La tal actividad privada camina, además, entre conferencias, medios de comunicación, ponencias, seminarios, talleres de carácter docente, TV… Algunos no declaran si cobran por sus intervenciones. Para otros, son labores “con o sin retribución”.

   Hasta junio la ley era muy clara: sus señorías ejercerán funciones “en régimen de dedicación absoluta”. Sin embargo, los interesados distinguen entre “absoluta” y “exclusiva”: la primera no es rigurosamente restrictiva; la segunda, sí. Por tanto, cabe la posibilidad de una aplicación menos taxativa. Así, dícese, cada aspirante a la compatibilidad de lo público con lo privado deberá solicitar su autorización salvo para actividades docentes, investigativas… Estarían fuera las relacionadas con la Administración, entidades financieras y asesoramientos remunerados.

   Pero la cosa no queda ahí. Tal demanda será tramitada por la Comisión correspondiente y, sin complicados trámites, autorizará la actividad privada. Compatibilidad que, por supuesto, no estaría controlada: basta la palabra del agraciado para estimar el riguroso cumplimiento de la ley. Y en caso de transgresión, la página correspondiente a sanciones no existe.

  ¿Qué argumentan los partidos… aunque los tres ganadores coinciden en la necesidad de más exhaustivos controles? Para el PP, mientras la ley no se cambie tampoco pueden alterarse “las interpretaciones” sobre incompatibilidades. UP se apoya en el visto bueno de los letrados del Congreso. C’s arguye que los diputados no son “funcionarios de la política”. El PSOE reclama dedicación exclusiva frente a la “absoluta”. Autorizaciones, sí. Pero muy riguroso control.

   Esta decisión parlamentaria no puede considerarse como un aspecto más de la actividad política, en absoluto. Ni, por supuesto, pasa desapercibida: hay dos razones. Una: quiénes son los interesados para su aprobación (sorprendentemente, al bloque PP – C’s se une UP). La otra, por lo que significa la combinación actividad pública – actividad privada. Pues, no lo olvidemos, sus señorías pertenecen a las más variadas comisiones cuyos directos tratos con tareas económicas pueden ser decisorios. Veamos, por tanto, ambas razones.

   Podemos fue siempre la antítesis del PP y C’s, escrito quedó: las instituciones españolas están “copadas de corruptos” y el señor Rajoy es “el presidente de la corrupción”. Ciudadanos “está situado en la extrema derecha”. Así, las bases ideológicas del binomio PP – C’s nada tendrían que ver con los principios éticos defendidos por UP.

   Podemos se presentó ante la sociedad como el ilusionante partido capaz de defender políticas sociales. Actuaciones a veces revolucionarias para lograr sin violencia la recuperación de la Política caracterizada en momentos por intolerancias, prepotencias, autoritarismos y descomposición moral. Por tanto, parece desajustado y absolutamente fuera de lugar que, por ejemplo, para la aprobación del nuevo dictamen el señor Hernando (protagonista de un grotesco, vulgar y ramplón comentario sobre el señor Iglesias y su pareja) haya votado a favor de las actividades extraparlamentarias de este. Y a la inversa: el líder de Podemos da el visto bueno a la presencia del primero en despachos privados de abogados. Que Dios nos coja confesados.

   No fue esta, precisamente, la razón de ser de Podemos. Ni, por supuesto, el rigor estético (¿cabría llamarlo ético?) reclamado desde sus inicios por quienes depositaron en el partido su confianza y, sobre todo, esperanzas para una sociedad más justa. Millones de ciudadanos recuperaron sueños e ilusiones y, a la vez, tendieron las manos para fortalecer a quienes iban a hablar en su nombre. La gran mayoría de ellos no llegaba ni a la condición de mileurista o a la de obrero cuando UP pactó con C’s y PP. Sin embargo, los tres partidos cabalgaron juntos a la búsqueda de beneficios particulares. Pero ninguna relación tienen estos al menos con los intereses de la sociedad española a la cual representa UP.

   La población es permisiva con los privilegios que les significan a sus señorías su condición de tales. Jornadas de trabajo, vacaciones y nóminas, por ejemplo, en nada se parecen a las de millones de ciudadanos: en 2018 el sueldo base mensual del diputado será de 2884 euros. Si es presidente de comisión, percibirá 6067. Sumemos gratuidad en los transportes (sin justificación), bonotaxi…

   En segundo lugar, los diputados tienen acceso a información privilegiada a través de las comisiones parlamentarias (recordemos algunas: Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas; Industria, Energía, Comercio y Consumo; Obras Públicas y Transportes…). Así, cualquier señoría relacionada con una empresa puede, por desliz, volverse imprudentemente locuaz pues tiene información secreta sobre proyectos de cualquier ministerio. O se le escapan interesantes comentarios mientras almuerza con clientes a quienes asesora.

   La conclusión es bien sencilla: la actividad parlamentaria resulta absolutamente incompatible con cualquiera otra lucrativa. Sus señorías, bien es cierto, no ganan como las equivalentes alemanas. Pero también la inmensa mayoría de los trabajadores españoles percibe por su trabajo muchísimo menos que cualquier obrero germano. No obstante, la diferencia entre un diputado español sin cargos (4636 euros) y un trabajador (incluso titulado universitario) puede rondar los 3800 euros mensuales.

   Por tanto, la dedicación de un diputado ha de ser exclusiva por elemental precaución. Siempre tendrá la libertad de abandonar el escaño.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR RESEÑA