Forzados hasta el extremo - por Nicolás Guerra Aguiar
Forzados hasta el extremo - por Nicolás Guerra Aguiar *
Vienen al caso -como muestras de aparentes imprudencia e irreflexión- dos cuestiones. Una, su pregonada cantinela de que el señor Sánchez, actual presidente, no representa la voluntad popular pues no fue elegido a través de las urnas. (De lo cual podría deducirse que el señor Casado, por la coherencia llevado, también exige urnas para la Jefatura del Estado.)
Pero -disculpe mi reiteración, estimado lector- el actual presidente lo es por estricto, riguroso y legítimo desarrollo de la Constitución (artículo 114.2.). Por tanto, reitero la sugerencia: que denuncie en el juzgado al señor Sánchez por el tal supuesto hurto de funciones como presidente del Gobierno. Y si delinquió, la actuación de la Justicia debe ser contundente y ejemplar.
Tal asalto sí fue sedición y rebelión armada contra la voluntad del pueblo
Acontecimientos que también tuvieron como escenario el exterior del Congreso cuando militares profesionales se presentaron para apoyar a quienes habían transgredido el sacrosanto juramento de lealtad a la Constitución recién aprobada. (Y qué exagerada esplendidez tuvo la democracia con todos los golpistas: el exteniente coronel Tejero fue condenado -1983- a treinta años de prisión. Diez años después le conceden el tercer grado... y obtiene la libertad en 1996 -solo él permanecía encarcelado-. Le quedaban pendientes, pues, diecisiete años. ¿Quién gobernaba?)
El general Armada con otros militares camino del Congreso el 23 F
Y si el PP tiene pruebas que demuestren la participación del señor Sánchez en algún golpe de Estado, rebelión o insurrección, más de lo mismo: la ley lo obliga a rapideces, prestezas y velocidades hacia el juzgado más cercano para denunciarlo… con fehacientes documentos, claro. No valen desarretos lingüísticos ni acusaciones lanzadas desde el vacío: desprestigian el sistema democrático y dejan como mentirosos a quienes defiendan tales acusaciones -muy graves- amparados por la inviolabilidad parlamentaria (constitucional artículo 71). Pero si no tienen razones, argumentos y verdades deben guardar silencio, sepulcral silencio, pues la democracia no se fortalece con delirios golpistas. Tampoco con histerismos. Muchísimo menos con falsedades.
Tras esta desordenada galopada hacia el poder, la oficialidad popular corre peligro por su descontrolado escoramiento a estribor, espacio ya ocupado por quienes proponen, por ejemplo, la eliminación del Jurado y la ley del aborto, un solo gobierno y único parlamento para todo el país (implica la desaparición de las autonomías), derogación de la ley de Memoria Histórica…
Bien es cierto: hay mucho nerviosismo entre gente muy importante del PP. Algunos, incluso, no se han recuperado del impacto emocional por la democrática pérdida del poder y, consecuentemente, del Gobierno. Lo cual traduce -al menos en apariencia- un cierto desajuste entre el pálpito democrático y la concordancia con las reglas del juego.
Votos perdidos los del PP que fortalecen a Ciudadanos (muy astuto) o buscan alianzas mucho más radicales y afines a movimientos europeos como la Agrupación Nacional francesa, ubicada por analistas políticos en el apartado de ultraderecha. Sin olvidar, claro, a la Liga Norte italiana dirigida por el actual vicepresidente y ministro del Interior, a quien el periódico LA RAZÓN define como ultraderechista. Los acompañan el Partido de la Libertad austríaco y Alternativa por Alemania, cuyas manifestaciones muestran símbolos nazis…
Así pues, algunos mandos podrían serenar sus mensajes por más que desde la reunión interparlamentaria (Sevilla) negaran el extremismo por la pugna con VOX: no hay radicalización, dicen, pero sí se “han forzado” discursos de sus líderes. (¿Y qué es forzar sino ‘hacer fuerza […] para conseguir algo que habitualmente no debe ser conseguido por la fuerza’?)
Entiendo, pues, las caras de perplejidad entre conocidos de derechas cuando hablamos sobre el “golpe de Estado”, acaso real en el subconsciente del señor Casado.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar