Gran Tarajal, su puerto y las ilusiones “de siempre” (o casi) - por Rafael Juan Rodríguez Marrero
Gran Tarajal, su puerto y las ilusiones “de siempre” (o casi) - por Rafael Juan Rodríguez Marrero *
Este accidente ha alertado e indignado a vecinas y vecinos de ahí la convocatoria del grupo de gobierno municipal (que conforman Coalición Canarias y el PSOE) para tratar de aclarar lo acontecido.
Preocupaba la escasa información que se ha ido ofreciendo sobre el suceso; sobre todo, el impacto de los vertidos en los ecosistemas marino y costero.
En la reunión citada, el alcalde no logró aclarar qué hacían las gabarras en un puerto de carácter deportivo, pesquero y comercial, sobre todo cuando estaba anunciada la borrasca con fuertes vientos y las instalaciones portuarias, con buena protección a los vientos del NW -predominantes en la zona-, no lo están tanto cuando la procedencia de los vientos, como en esta ocasión, es del sur.
En la convocatoria a la que aludimos, el alcalde recordaba el peso que el Puerto ha tenido en la historia de Gran Tarajal y, por extensión, del municipio de Tuineje; para pedir seguidamente que la población unida debe demandar y exigir “la reactivación del Puerto de Gran Tarajal a todas las administraciones con competencias en las acciones que habrán de iniciarse”.
Y en esto, en las “acciones que habrán de iniciarse”, ha centrado el alcalde buena parte de sus intervenciones en la reunión. Es decir, escasa información acerca del suceso y las medidas adoptadas tras el mismo (aquello que realmente le interesaba saber al pueblo congregado).
Acerca del futuro que para la zona el alcalde defiende, evoqué a dos personajes de la vida política con los cuales el regidor municipal comparte visión. En su discurso se apreciaba una absoluta sintonía con el actual presidente del Gobierno de Canarias, el Sr. Fernando Clavijo, ferviente defensor -como ejemplifica la aprobación parlamentaria, por él impulsada, de la Ley 4/2017, del Suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias- de más bloque, cemento y asfalto en nuestro suelo y en nuestras costas.
También me recordó el alcalde a aquel ultra-conservador presidente del Gobierno –responsable de la participación española en la Guerra de Irak iniciado este siglo, José Mª Aznar- quien promovió durante su mandato la Ley 6/1998 sobre régimen del suelo y valoraciones, extendiendo las medidas liberalizadoras que en materia de suelo ya fijaba una anterior Ley de 1997. Unas normas, vigentes hasta 2007, que llevaron a que el territorio peninsular se llenara de urbanizaciones fantasmas, aeropuertos sin pasajeros, puertos sin barcos que acoger e infraestructuras de autovías, carreteras, radiales, rotondas y circunvalaciones absolutamente desproporcionadas y ruinosas.
Y es que el Sr. Lloret ya defendía obras faraónicas cuando formaba parte de las Asambleas Municipales de Fuerteventura y pugnaba por ser elegido consejero al Cabildo Insular. En ese entonces, durante 2011, abogaba en ese partido por la construcción de una carretera elevada sobre el estrecho de la Bocaina para así comunicar Corralejo con Playa Blanca. Algo parecido a la Calzada del Rey Fahd que une Arabia Saudita y Bahréin, pero en pequeño.
Por fortuna para todos, el desastre en el Puerto de Gran Tarajal no ha sido tan importante como crucial y desastroso –añadiría- van a ser las obras que el Sr. Lloret desea acometer “si todo el vecindario se une para exigirlas”: ampliar el dique del Puerto (lo que permitiría el atraque de cruceros -que traerían turistas-, para lo que se haría necesario la catalogación del mismo como Puerto Schengen); y, sobre todo, acometer la construcción de nuevas camas hoteleras (en Las Playitas, Gran Tarajal y Tarajalejo) “porque el municipio es más pobre que otros municipios colindantes; y esa pobreza es debida al menor número de camas que aquí, en Tuineje, tenemos”. Y el señor alcalde se quedó tan pancho.
Mucho dudamos que el modelo propuesto permita a nuestras hijas e hijos disfrutar de un mejor y más equilibrado futuro.
Rafael J. Rodríguez Marrero
En Fuerteventura, a 12 de marzo de 2018
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Rafael Juan Rodríguez Marrero