Si no les gusta esta Democracia, tengo otra...  - por Erasmo Quintana *

 ...Han dicho, parafraseando al inigualable Groucho Marx, los seis magistrados ultraconservadores del Tribunal Constitucional y pertenecientes al Partido Popular. Estos seis vocales magistrados contra cinco progresistas, lograron paralizar siguiendo las instrucciones de su partido conservador, la tramitación de las enmiendas para cambiar por la vía exprés la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Bloqueo que el PP utiliza para retener de forma espuria su mayoría en el CGPJ, conseguida cuando era mayoría absoluta. Por primera vez en la reciente historia de esta democracia se impide lo que ha votado y decidido los representantes legítimos del Poder Legislativo conforme a la Ley. Por tanto, el TC abre una grave crisis institucional con su inexplicable capricho en el ordenamiento jurídico.

Ha sido un golpe de mano, un ataque en toda regla contra la mayoría legítima del Parlamento de los Diputados. La democracia, como se sabe, está sustentada en el trípode poder: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, según Montesquieu, el que así mismo dijo que la Ley es lo más importante del Estado.

Tres poderes sin que quepa intromisión ninguna entre ellos, que son soberanos en sus funciones. Inadmisiblemente, nuestro Tribunal Constitucional, accede por primera vez en cuarenta y cuatro años a paralizar una ley aprobada por el Poder Legislativo con una escandalosa intromisión en sus decisiones. Ello ha sido, pues, un ataque (sin fusiles ni aviación Cóndor) de las togas contra uno de los poderes del Estado. Dicha situación no ha sucedido en ningún otro país democrático que se conozca. Cosa distinta hubiera sido que el alto Tribunal Constitucional hubiera esperado a su entrada en vigor y no antes.

Estos seis magistrados son los mismos que tienen caducados sus mandatos (han transcurrido cuatro años), por lo que en rigor de ley no pueden ejercer funciones ni tomar decisiones ajustadas a derecho. Con la Ley en la mano, lo que deciden es ilegal, pues se hallan inhabilitados. Si las toman usando la Ley, ¿no entraña un delito? ¿No es, como mínimo, una intromisión? Hacerlo es también violencia contra el Estado de Derecho, y la acción más grave y punible después del 23-F. Es un atropello en toda regla a la soberanía nacional.

Dicha deshonra, al nacer de la facción neoconservadora, tiende a mirarse como algo normal. Otra cosa sería si lo hace alguien de las izquierdas: un terremoto grado máximo. Las cosas son buenas o malas dependiendo de quiénes las hagan. Un ejemplo: El Hemiciclo del Parlamento viene convertido desde hace tiempo en un auténtico avispero donde se insultan sus señorías con expresiones muy fuertes por un quítame allá esas pajas. Bastó que Irene Montero, de Podemos, hiciera lo mismo que todos en un pleno reciente, para que la mayoría de los medios alzaran la voz, rechazando enérgicamente esos comportamientos y cargando con fiereza contra la ministra de Igualdad. “Esto no se puede seguir consintiendo”. ¿No es curioso? 

Todo lo que hace el Partido Popular durante cuatro años, impidiendo las funciones legales y secuestrando el CGPJ y TC, le parece correcto y bien a muchos españoles. Yo no lo digo, se lo dice de sí mismo este partido: es de una desfachatez impresionante. El periodista Juan Antonio Molina, afirmó recientemente que “El franquismo [al que pertenecen PP-Vox-Cs] no es otra cosa que una perversa felonía contra el pueblo español. La “idealizada” Transición “y el dictador dejando como sustituto suyo a Juan Carlos de Borbón”, no fue el instrumento para superar el franquismo sino para consolidar el franquismo sin Franco, o sea, el franquismo sociológico”. Más claro no se puede decir. 

La derecha española y el asesinato de Montesquieu, Juan Antonio Molina en NUEVA TRIBUNA

De auténtica vergüenza.

* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana