Hoy ya no es como ayer - por Nicolás Guerra Aguiar
Hoy ya no es como ayer - por Nicolás Guerra Aguiar
Hubo un tiempo no lejano (junio 2005) en que una inmensa multitud de personas encabezadas por muy importantes cargos del PP y de la Iglesia católica se manifestaron en Madrid contra la Ley socialista que permitía el matrimonio entre homosexuales. Asistieron en nombre del PP –y, aunque hayan pasado nueve años, son apellidos que siguen estando en primera línea del Poder- los señores Mayor Oreja, Martínez Pujalte, Acebes, Zaplana, Arias Cañete… Los acompañaron otros relevantes cargos del partido que, en el ejercicio de su constitucional derecho a manifestarse contra la Ley aprobada por el Congreso dos meses antes, se identificaron con cardenales, arzobispos, obispos, obispos auxiliares, portavoz episcopal y muy importantes representantes católicos que también hicieron acto de presencia.
Ninguno de ellos, bien es cierto, tuvo una palabra de apoyo moral y de contrición –una sola palabra- para los miles de niños (norteamericanos y europeos) cuyos cuerpos y mentes fueron violentamente violados a manos de sacerdotes católicos. Y no podían alegar ignorancia, no. No eran hechos ocultos, al contrario: como sunamis se estaban expandiendo por aquellas fechas e impactaban en mentes y corazones de cristianos, católicos, agnósticos y ateos, gentes de bien (de la ultrainquisitorial Irlanda se dieron a conocer barbaridades). Sin embargo, las voces y los ecos de aquella manifestación de 2005 solo elevaron rezos, plegarias, jaculatorias y rogativas contra las legalizadas uniones entre personas mayores de edad del mismo sexo, con descarado olvido de aquellos niños que fueron deshonrados en su inocencia y quebrantados por la fuerza del superior en cuerpo físico y autoridad personal.
Cuatro años después (octubre de 2009), también gobernaba el PSOE del señor Rodríguez Zapatero. Por tanto, se celebró en la misma ciudad otra multitudinaria manifestación contra la Ley de Ampliación del Aborto que, por aquellos meses, había aprobado el Gobierno. Entre los asistentes, apellidos también fundamentales en el PP: los señores Aznar, Mayor Oreja…; las señoras de Cospedal, Aguirre, Mato, Pastor…, amén de consejeros comunitarios, miembros del PP de la Mesa del Congreso de los diputados, portavoces del PP en distintas comisiones del mismo, decenas de diputados y senadores, responsables de Nuevas Generaciones… Como en 2005, protestaban por una Ley aprobada aunque, desde su punto de vista, era contraria a sus principios éticos, planteamiento que debe ser absolutamente respetado por quienes no lo compartimos. Es su derecho en un Estado de derecho. De la misma manera que su planteamiento contrario a matrimonios entre personas del mismo sexo debe ser, ha de ser escrupulosamente considerado en cuanto que responde a ideas, concepciones sociales, pensamientos, creencias y doctrinas que merecen el máximo respeto y la más elemental deferencia.
Sin embargo, acabo de leer que por el momento –quizás un momento no muy lejano hasta la llegada de otro partido político al poder- la Iglesia española no organizará concentraciones y manifestaciones contra el Gobierno del señor Rajoy por haber dejado sin efecto la reestructuración de la Ley del Aborto que fue aprobada por el Gobierno anterior, el del señor Rodríguez Zapatero. Proyecto de reestructuración que, como sabemos, llevó a cabo el señor Gallardón, ministro de Justicia hasta hace unos días y que cesó en su cargo ministerial –le honra la dinamización de tal verbo- porque el propio señor presidente lo desautorizó en público cuando confirmó que la Ley quedaba en parada preabortiva.
O lo que es lo mismo, la promesa hecha en el programa electoral y a lo largo y ancho de la campaña (noviembre 2011) queda en nada, en situación si no de crisis sí, al menos, de punto muerto, estancamiento, callejón sin salida. Y, por más que el señor Rajoy argumenta la imposibilidad de llegar al consenso con la oposición para hacer algunas reformillas, lo cierto es que hasta la Iglesia se ha percatado de su estrategia política: quizás la contrarreforma podría significar la mayor aceleración en la pérdida de votos dentro de ocho meses, quizás.
Con mi máximo respeto, tengo la impresión de que la Iglesia española, a pesar de su enojo contra el Gobierno del PP, pretende acomodarse con sus mandatarios en cuanto que, a fin de cuentas, fueron sus aliados en la idea y en la acción frente a las leyes anteriores del Gobierno socialista, por más que con este se arregló algún asuntillo de alguna caja de ahorros andaluza. Porque, en apariencia, el mismo hipotético delito cometieron aquel Gobierno y el actual. Sin embargo, la Iglesia católica no se echará a la calle como lo hizo contra los socialistas. ¿Acaso se ha percatado de que hay católicos divorciados que ejercen como creyentes, de la misma manera que también hay católicas abortistas?