Identificación católica de un país aconfesional - por Nicolás Guerra Aguiar
Identificación católica de un país aconfesional - por Nicolás Guerra Aguiar
Y aunque dice que no pregunta si el recurrente es católico (“pero preferimos que lo sea”. De hecho, todos los indultados lo han sido), la Cofradía católica La Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad de Valladolid solicita y logra el indulto en 2014 (rechazado previamente por el Supremo) para un exdirector de banco condenado a pena de dos años, cuatro meses y quince días de cárcel por delito continuado de falsedad en documento mercantil: apropiación indebida por robar dinero de la cuenta de un cliente y cuya firma falsificó tres veces, robo del que nada se supo hasta que el propietario murió. Como ahora queda reducida a dos años, y no hay antecedentes penales, podrá eludir la cárcel previa devolución del dinero robado y sus intereses. El reo recibió el documento de indulto en una procesión de Semana Santa, qué cosas.
Entre 2012 y 2014 fueron concedidos cincuenta y seis indultos a través de cofradías católicas. Sin embargo, la Audiencia de Barcelona ordena la inmediata entrada en prisión de tres importantes personajes (uno, de los democristianos catalanes) para que cumplan la pena de ocho meses a que quedó reducida la inicial petición fiscal de varios años de cárcel, pues a pesar de haber devuelto el dinero robado a cursos de formación de parados resulta "hasta obsceno" en el contexto actual que eviten la condena por tener penas inferiores a los dos años, manifiesta tan sensible Tribunal.
Los arriba expuestos no son más que algunos ejemplos de la ausencia de rigor con que el Gobierno – también el señor Zapatero cometió perplejantes concesiones- ejerce un desfasado privilegio que se coloca por encima de las decisiones de los señores jueces, o lo que es lo mismo, el poder legislativo se impone al poder judicial en un Estado de derecho, increíble. Y no es, en absoluto, que yo esté en contra de ciertas flexibilidades que impidan la entrada en la cárcel de algún condenado como, por ejemplo, la señora que usó una tarjeta bancaria ajena para sacar del cajero doscientos euros y, así, comprar comida para sus hijos. O el caso de un joven que, precisamente por su juventud y poco tino, cae en la venta a escala mínima de hierba y por primera vez es condenado. Quizás la oportunidad de un indulto -a propuesta de la comisión carcelaria de seguimiento o del mismo juez que lo condena- le haga ver el disparate en que estaba metido. Pero si es reincidente, que cumpla. Por tanto, no a cualquier indulto, pues hay algunas condenas que merecen su riguroso cumplimiento.
¿Y por qué en Semana Santa? ¿Y por qué se lee el Real Decreto del perdón en medio de una procesión religiosa católica? Como se trata de un acto de contenido social, ¿no sería más lógico el seis de diciembre, fecha en que conmemoramos la Constitución, carta magna que representa a todos los españoles? El indultado estaría eternamente agradecido al Estado de derecho, a la sociedad que le da la oportunidad a pesar de haber atentado contra ella. Y así, de la misma manera que aquella Cofradía católica ganó un cofrade, la Constitución podría ganar un adelantado defensor de la misma. Respeto máximo a los creyentes, por supuesto. Pero el Estado español es aconfesional. Dicen.