¿Se inspiró Shakespeare en Los Amantes de Teruel para su Romeo y Julieta? - por Erasmo Quintana *

La celebración del 44 Aniversario de la Constitución Española fue muy clarividente mostrando a las claras lo que es actualmente nuestro sistema político: una cuasi democracia. Nada de “plena”. Núñez Feijóo (PP), negándose por enésima vez a desbloquear la renovación del CGPJ, tal como manda la Ley constitucional con no se sabe cuántas excusas, se la pasa por el forro al tiempo que la idealiza y que nadie la toque.

Pero no era esto de lo que quiero hablar en nuestro comentario. Del histórico y dramático suceso de Los amantes de Teruel, ocurrido allá por el año 1212, hay un bello cuadro al óleo de 5 mts. de largo por 3,30 de alto, realizado por el pintor Antonio Muñoz Degrain. Su contemplación me ha sugerido lo que sigue a continuación.

El cuadro muestra una imagen de las más interesantes sobre las muertes, la muerte por amor. Esta famosa historia es de las más bellas páginas que se han dado, envuelta en la magia literaria por excelencia. La tradición oral y escrita dicen que el Romeo y Julieta, de William Shakespeare, fue inspirado en un cuento italiano de Mateo Bandello, sobre 1562.

No obstante, se sabe que el dramaturgo lo adaptó con nuevos personajes secundarios. Pero creo yo (de creencias se trata) que Shakespeare también pudo haberse inspirado en el suceso real de Los amantes de Teruel, toda vez que es conocido el interés por lo español de este escritor. Recordemos que fue mediante sus escritos el primer divulgador importante que se conoce de los ricos caldos de Malvasía de Canarias, cosa que vemos en el amor que sentían sus descendientes, la Colonia Británica, por Las Palmas de Gran Canaria, la cual nos legó el barrio más bonito, lujoso y señorial, que es Ciudad Jardín, y alguna que otra importante financiación para la construcción del Muelle de la Luz y de Las Palmas.

El pintor Muñoz Degrain refleja, con la más arrebatadora exaltación pictórica de su personal estilo, acorde con el apasionado romanticismo, un tema tan próximo al espíritu decimonónico, clave fundamental del enorme éxito que el cuadro tuvo en su tiempo. Fue pintado en 1884, así como premiado merecidamente con una primera medalla en la Exposición Nacional de ese año, en cuyo catálogo se incluyó un extracto hecho en 1600 por Juan Yagüe, notario apostólico y de número de la ciudad de Teruel y Archivo de las Casas Consistoriales, en el que se relata el amor imposible de Isabel de Segura con el empobrecido Diego Juan Martínez de Marsilla, en el mencionado año 1212. La inútil espera de la enamorada durante cinco años del regreso de su caballero, el cual se había alejado en busca de fortuna; mientras, el impaciente padre la empujó a un desventurado matrimonio, impuesto a las bravas, con Rodrigo de Azara, y el trágico final de los amantes. Diego Martínez vuelve muy rico, pero ya es tarde. Al ver que su amor no le pertenecerá, se siente morir de dolor, y al verla le pide un beso. Ella bien quisiera besarlo, mas considera que es grave pecado y deshonra. Muere Diego de dolor, y entonces ella decide ir a la iglesia, donde está de cuerpo presente, para besarlo. Los personajes que están presentes han visto y oído el beso, mientras el espacio, las sombras y la luz se han entristecido viéndola y oyendo el estertor final de aquel tiernísimo beso de la enamorada, que caía encima del cadáver de su amado fundida una con el otro por toda la eternidad. Así fue el triste final de Los Amantes de Teruel, los auténticos Romeo y Julieta españoles. 

Las circunstancias que concurren en el gigantesco dramaturgo inglés William Shakespeare son las mismas que nuestro otro gigante de las letras hispanas, Miguel de Cervantes, ambos coetáneos, que incluso murieron el mismo día, mes y año: 23 de abril de 1616. El autor de Macbeth vivió diecisiete años más que el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. De la prolífica obra del inglés sobresale la más representada obra, Romeo y Julieta, magnífica trama de dos familias de Verona, los Montescos y los Capuletos, enfrentadas a muerte, a las que pertenecían los enamorados. Esta anormalidad será lo que trunca la relación de la pareja. Un fraile da una pócima a Julieta para hacer ver que era muerta, y Romeo, que no conocía la falsa argucia, se envenena. Julieta, cuando despierta, ve a su amor junto a ella fallecido, lo que hace que ella también se envenene, cayendo de bruces junto a Romeo.

Hay, qué duda cabe, una similitud en el desenlace dramático entre Los Amantes de Teruel y la trama de Romeo y Julieta. El arrebatado final de ambos, el histórico y el novelesco, son idénticos. La escena que recoge a esas bellas y jóvenes mujeres muertas y de bruces sobre sus amantes, también fallecidos, en el sarcófago funerario, sobrecoge a todos quienes los contemplan. Y en lo que a mí respecta, narrar lo que me ha inspirado el cuadro de Los amantes de Teruel, parangonándolo con Romeo y Julieta, ha sido para mí un divertimento, una tarea grata y un importante reto.

* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana