Lengua y Patria - por Nicolás Guerra Aguiar

 



 

 

Lengua y Patria - por Nicolás Guerra Aguiar *

El último correo enviado por FUNDÉU (Fundación para la Defensa del Español Urgente)  @Fundeu me recuerda que es preferible utilizar el término español resilvestración (‘proceso de proteger el medio ambiente y devolverlo a su estado natural’) en vez del anglicismo rewilding. Recibo uno casi diariamente pues, de un tiempo acá, a muchos españolitos e instituciones se les olvida algo: la europeización no exigía el relajiento dominio de voces y construcciones inglesas como, por ejemplo, Cosmopolitan Shopping Week o LPA Sunday Shopping Party… en Las Palmas.

  Quizás los más pedagógicos libros de texto publicados en España sobre las asignaturas Lengua Española y Literatura Española (Bachillerato), Curso de Lengua Española y Literatura Siglo XX (correspondientes al Curso de Orientación Universitaria) fueron editados por ANAYA. Nunca los impuse en clase (si estaba el profesor, ¿para  qué el libro?), pero sí los recomendaba como imprescindibles textos de consulta para aclarar dudas sobre el correcto uso de nuestra lengua.

 

  Esta editorial nació en Salamanca (1959) inicialmente dedicada a libros escolares. Poco después comienza su expansión y aparecen nuevas colecciones como Ediciones Cátedra, especializada en literatura clásica. Pero, eso sí, con una visión muchísimo más amplia del adjetivo clásica: es la obra literaria explicada en clase.

  Y en clase mis alumnos estudiaban tanto La Celestina (1499) como la producción poética de Miguel Hernández (muere en 1942): ambas obras corresponden a los números 4 y 2, respectivamente, de los títulos publicados por Cátedra. El 1 está dedicado al republicano gallego Alfonso R. Castelao, diputado a Cortes por el Frente Popular (1936). Muerto en el exilio, fue enterrado en el cementerio bonaerense de La Chacarita. (Cuando en la Gáldar de mi infancia las campanas tocaban a duelo, solía comentarse “Otro para Las Chacaritas”: ¡mala leche de mis paisanos!)

La Chacarita, Buenos Aires

  Los manuales firmados por Fernando Lázaro Carreter (fue director de la RAE) y Vicente Tusón Valls (profesor de instituto) debieron contar, además, con un amplísimo equipo formado por profesores renovadores. Los libros de lengua (Bachillerato y COU), por ejemplo, constaban de tres partes: información teórica y ejercicios; investigación del alumnado y prácticas sobre cuestiones relacionadas con ortografía, léxico, sintaxis; finalmente, fragmentos de lecturas seleccionadas a fin de interesar a la gente menuda de trece a diecisiete años.

  La preocupación práctica por el adecuado uso del español fue, pues, el eje central en torno al cual giraban casi todos los contenidos. El apartado “Ejercicios de idioma” en el libro de COU, por ejemplo, insiste con grandísimo acierto sobre usos de muletillas, impropiedades en construcciones habituales, signos gráficos, vocabulario a partir de prefijos, campos semánticos…

  Pero, estimado lector, tales pedagogías ni nacen con los profesores Lázaro / Tusón y su equipo ni con la posterior concienciación de FUNDÉU. Véase, si no, la foto  de este artículo: ya en 1942 algún organismo oficial -quizás Falange Española y de la JONS (“Imprenta Sindical”)- imprimió octavillas invitando (o imponiendo a través de los imperativos) al correcto uso de “nuestro idioma oficial o sea el castellano” por cuatro razones: patriotismo (“Sea patriota”; “es ser patriota”); civilización (“No sea bárbaro”); hidalguía (“cumplido caballero”) y adoctrinamiento (“Viva […] la disciplina”).

  Por lo que al primer apartado se refiere -patriotismo-, el Diccionario registra dos significados: 1. Amor a la patria. 2. Sentimiento y conducta propios del patriota. Y la patria es el país natal o adoptivo al cual nos sentimos unidos, pero a veces su significado -simbólicamente- es mucho más concreto para poetas prerrománticos y románticos canarios. Así, es la Naturaleza en todas sus variedades: Fernández Neda la llama “el vaporoso murmullo / entre las frágiles cañas”; se identifica con la mar en Plácido Sansón (“Baña las costas de mi patrio suelo / un mar, rey de los mares de Occidente”) o acaso es “peña, roca, fuente, senda, choza” para Nicolás Estévanez. De ahí su simbolismo: “Mi patria no es el mundo; / mi patria no es Europa; mi patria es de un almendro / la dulce, fresca, inolvidable sombra”. (Estrofa, por cierto,  que no llegó a entender Miguel de Unamuno.)

  En la octavilla  (un detalle: fuerza al uso del castellano, pero fue imprimida en “A Coruña”) su autor conoce el valor de las mayúsculas. Así, en la misma línea escribe Patriota / bárbaro: lo positivo, con mayúscula; lo negativo, con minúscula, pues bárbaro es ‘inculto, grosero, tosco’ (también están registrados ‘fiero, cruel’). Del mismo campo es la voz barbarismo (‘incorrección lingüística o extranjerismo’), cuyo segundo significado podría aplicarse a “A Coruña”, por más  que “A Coruña” no es el extranjero.

  La tercera razón se manifiesta con  la palabra “caballero”, propia del ‘hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad’. La acompaña el adjetivo “cumplido” (‘perfecto’). Pero en ambos se identifican género gramatical y sexo masculinos: “cumplido caballero”. De lo cual se deduce lo siguiente: las tales cualidades son exclusivas del macho hispano, pues la Sección Femenina (ocupada en barbilla, bordados, corte y confección, limpieza, cocina, descanso del guerrero...) está formada por mujeres, cosas torpes sin valía, alcurnia y abnegación. (Por tales razones la lengua no manejaba “caballeras”.)

  El adoctrinamiento (“¡Viva la disciplina!”) consiste en inculcar a alguien determinadas ideas o creencias. Y solo se consigue con la observación de  normas y reglas emanadas de la Real Academia Española, a fin de cuentas dominada en 1942 por sabios varones a pesar del género gramatical femenino inherente a la tal institución. Pero el Diccionario le añade al término disciplina otro significado más próximo a 1942 que al pensamiento: ‘Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y sirve para azotar’. Como la regla de algunos maestros, ¡cagonsusmuerto!

  Ninguna objeción al “Viva España”. Si no, ¿qué hubiera gritado el señor Casado al inicio o final de sus mítines, abril 2019? Tampoco hay reparo al cierre con “¡¡ARRIBA ESPAÑA!!” (por cierto: el español solo admite un signo de admiración al comienzo  y final): me retrotrae a mi etapa del diario “Cara al Sol” con siete, ocho, nueve y diez angelicales añitos. Fue parte fundamental en Educación para la Democracia.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar