El lenguaje y las palabras tienen sus intenciones y contenido de clase: ¡Nada está exento de intereses! - por Maribel Santana, activista, historiadora *

El lenguaje, las palabras, está unido  a los deseos y es el soporte de los intereses de clase; nada es por casualidad. Lo decimos y viene a propósito porque la ministra del Ministerio de Igualdad, Irene Montero, anda perdidita metida en un entretenimiento de leyes y otros despropósitos, haciendo poco favor al movimiento feminista, así como a las mujeres, sobre todo las de clase pobre ( estas son las que me importan).

Si  por un lado tenemos que, aún las mujeres tienen  poca defensa sobre sus derechos y necesidades sociales, personales, políticas, por otro lado le ponemos  a huevo a los fascistas de VOX que desarrollen hasta  bulos y otras mentiras aprovechando  el  teatro y el infantilismo que está proporcionando la ministra en los medios y en otros espacios donde va defendiendo su delirio.

A golpe de  neologismos, o sea la palabra precisa  que necesita  y encaje una nueva o nuevo descubrimiento llámese político, económico o de otra índole, la ministra, poseída por el proyecto encargado por los de arriba  se llena la boca, a ver si entre palabreja y palabreja cuaja el intento. 

El ridículo (o ridicule) al que está llegando la ministra por los deseos y la  necesidad de los que mandan (los ricos), la está empujando a su misma sepultura política. Si quiera obtener votos y apoyos para  su partido y sus programas  sociales, no es el mejor intento sacar unas leyes que nadie  apoya  ni entiende porque la razón  es  que  las gente y sobre todo las mujeres más vulnerables, tienen otros problemas más concretitos.

La ministra tiene que dedicarse a aquellas situaciones para las que fue elegida. La igualdad para  todas  las personas, porque no se entiende qué son “todes” si es una broma, una película de ciencia ficción, o qué  otro nuevo neologismo. Se lucha y se hace referencia a políticas que terminen con todo tipo de discriminaciones, para las personas, sin necesidad de nombrar colores, insignias, grupos, minorías, sentires, o preferencias.

Pero cuando se quiere ocultar que el neoliberalismo radical  tiene necesidad de acumular a cuenta de los nuevas recetas de unos cuantos ricos caprichosos y arrastrar a la gente, así como a los niños a un callejón  sin salida sometiéndoles  a fármacos,  hormonas  y operaciones para convertirlos en hombres o mujeres, al gusto de cada cual  como una fantasía  animada,  y aún mas tragicómico aquellos que se levanten cada día de la cama  sintiéndose mujer u hombre o lo primero que se le pase por la cabecita, independientemente de su sexo, cultura, inclinación, clase social u  otros y que además eleve a leyes los caprichos de cada uno, digo cuando se quiere ocultar esta representación ficticia, es de juzgado de guardia. 

La gente necesita, señora ministra, viviendas, trabajos, sanidad, y leyes que les proteja de los mal tratadores, sobre todo a las mujeres de clase pobre, porque las ricas tienen bastante defensa por el mero hecho de serlo.  Aunque tampoco apoyo el machismo sobre nadie, bueno estaría.

El movimiento feminista está o intenta usted ningunearlo, apagarlo o liquidarlo al pretender que como ya no hay mujeres ni hombres sino Elles, para qué las mujeres necesitan su lucha contra la desigualdad, o ¿contra quién? Se parece usted a Fukuyama con el fin de la historia, porque ya no existe rico y pobres sino todas somos iguales. 

Cuidado que la tiraran a la basura los ricos cuando ya no le sirva, porque estos solo quieren herramientas que les sirvan para su necesidad y usted desaparecerá como ¡ni chicha ni limoná! De la faz.

Retire usted esa ley, dígale a los buitres que usted lucha por las personas, sobre todo por las mujeres que lo necesitan, póngase usted al lado de las necesitadas, de las viudas, de las precarias, de las jubiladas de las explotadas, de las prostituidas, de las que vende su vientre para poder subsistir y deje  los proyectos de los misóginos y  de los ricos/as .  Y lo más lamentable y urgente dejen a los niños hasta que maduren y decidan lo que quieren  ser y hacer, pero cuando tenga la edad, como  lo es la edad para el voto, porque si ésta es a los 18 años por su madurez que también lo sea para transformarse, en hombre o mujer, en gallina, en Supermam o en elle. 

Señora Montero, las clases trabajadoras y pobres no entienden de leguleyos, de proyectos fuera de la realidad en  la que vive, le queda lejos lo que usted está diciendo y a quienes defienden, porque ni siquiera las personas  LGTBI u otros que son de clase pobre lo comparte, porque le  falta lo más inmediato, el cómo salir del día a día, pues lo que le determina es la pobreza o la riqueza, o sea la clase a la que pertenece.

Lo que me parece llamativo es que lo de izquierda es una abstracción para usted, porque en la práctica  trabaja para los de arriba. El hombre o la mujer no es por lo que se diga sino por lo que hace.

Ya han castigado a su partido bastante, una de las cosas es porque se dijo lo de vivir en los barrios obreros y dos meses más tarde se compró el casoplon, como dice la derecha, pero también lo dicen los pobres y es  que los pobres no entienden porque son concretos y creen que se les engañan y  a los derechosos fascistones porque se lo ponen ustedes a huevo.

Frente al enemigo prudencia, al enemigo con hipocresía, no hay que darle bola y jabón para alimentarles y limpiarles, hay que combatirlos con mucha cautela ganándose a los/las trabajadoras y clases pobres con los ejemplos de lucha y realidades. 

Rememorando a Bertolt Brecht: 

„Esos que pretenden, para reformarnos, vencer nuestro instinto criminal, que nos den primero de comer. De moral hablaremos después. Esos que no se olvidan de cuidar nuestra formación, sin que por ello dejen de engordar, escuchen esto: por más que le den vueltas, primero es comer, y después de hartos ¡venga la moral!"
 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Maribel Santana