Un líquido de color blanquecino - por Nicolás Guerra Aguiar
Un líquido de color blanquecino - por Nicolás Guerra Aguiar *
Sucedió el 20 de marzo pasado en Madrid tal como cuentan decenas de periódicos digitales españoles. Varios clientes de un bar nocturno llaman al 091 y denuncian “la “actitud lasciva” de un joven en plena calle: sin recato alguno –notarían los agentes- se masturbaba con una mano. Mientras, con la otra sostenía un móvil (¿acaso en plenísimas vibraciones? ¿Graba para posteriores complacencias personales o grupales? ¿Autopromoción comercial? ¿Publicidad no engañosa?).
En medio, el policía describe la visionada manifestación de tal recreado desempeño masturbatorio u onanismo (‘De Onán, personaje bíblico’): “Un líquido de color blanquecino sale de su órgano genital cayendo al suelo y sobre la mano izquierda de este hombre”, acaso algo parecido al big bang o gran explosión inmediatamente anterior a la formación del Universo. Este, inicialmente en estado de muy alta densidad, se expandió. Pues eso.
Desde el punto de vista legal o jurídico la cosa está clara en algunos países europeos, valgan dos ejemplos. Uno: el Código Penal español es taxativo: la masturbación en vía pública no es delito… salvo que delante haya menores “o incapaces” (concepto jurídico). En
Mientras deciden, el potente portento se relaja en un hospital. A fin de cuentas pasó muchas horas en rigurosa vela (desde medianoche hasta el amanecer) y padeció severa y manifiesta deshidratación. Mantiene, además, intenso tratamiento médico por lesiones “a nivel cutáneo”. (No especifica el informe hospitalario en qué zonas del cutis, si se refiere exclusivamente al rostro –acaso se le saltaron los ojos- o si las proyecciones impactaron en distintas zonas del cuerpo. Sospecho, no obstante, algo: las manos debieron de ser las más afectadas.)
Desde el punto de vista lingüístico tal vez no les fue fácil a los policías madrileños la redacción del parte. Lo digo por ciertas estructuras, acaso más parecen forzadas o condicionadas para no usar el lenguaje de la calle, popular las más de las veces pero no vulgar. Y es que en el documento oficial son perceptibles determinados recursos como frases, significados en vez de significantes, perífrasis (rodeo para no usar una palabra concreta)… Veamos.
El propio título de este artículo (“Un líquido de color blanquecino”) es, sin duda, claro ejemplo de perífrasis con el fin de evitar una voz acaso sospechosamente obscena, inapropiada, sucia (estoy seguro, estimado lector, de que usted y yo hubiéramos usado una concreta palabra femenina acompañada de su artículo). Sucede lo mismo con “órgano genital”. Pero en el macho no existe uno, sino varios (pene, escroto, testículos…). Por tanto, ¿pudor, recato o comedimiento para no utilizar el término específico por el cual “sale un líquido de color blanquecino”? Cela lo llama cipote, como el de Archidona. La calle añade otros veintitantos sustantivos (pero tal vez más poética le hubiera resultado la metáfora “Enhiesto surtidor” usada por Gerardo Diego en “El ciprés de Silos”). Sucede lo mismo en “tocaba su órgano sexual” (prudente matización de qué órgano tocaba. Pues un concierto del otro en plena calle hubiera resultado terriblemente complejo.)
Acompañan al parte policial estructuras bimembres referidas al protagonista (“mirada lasciva”, “voz melosa”), sustitutas de significados quizás más incómodos para las buenas costumbres. Además, por su rigor social las voces “lascivo” (‘propenso a los deleites carnales’) y “meloso” (‘dulce, apacible, de naturaleza de miel’) son serias, sensatas y juiciosas, más propias para la autoridad pública que sus significados.
Obviamente, determinados prejuicios lingüísticos llevaron a tal redacción en el atestado oficial.
https://actualidad.rt.com/viral/234347-sujeto-detenido-madrid-masturbarse
* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar