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jueves, 02 de mayo de 2024 15:16h.

La llamada - por Rafael Álvarez Gil

 

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Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista, recomienda este artículo

La llamada - por Rafael Álvarez Gil TELDE ACTUALIDAD

Avanzados los noventa, él regresaba de las clases presto a calentar el plato del almuerzo cuando entonces sonaba el teléfono, como cada día, para saber su madre si ya lo había hecho y estaba alimentándose debidamente. Los horarios no cuadraban. Uno de mañana, la otra de tarde. Entonces no se hablaba de conciliación familiar. Y aún predominaba en el lenguaje social un único modelo de familia, ignorando las demás. Y ese estampido sonoro de varios toques se convirtió en costumbre de lunes a viernes a cumplimentar formalmente, aunque fuese una conversación de un par de minutos. El uso de los móviles era todavía residual.

El otro día ese teléfono fijo, en una versión más moderna de su soporte, fue arrancado de cuajo por el cable que lo unía a la pared, al exterior. No hubo funeral de Estado ni honores solmenes para la ocasión. Fue un visto y no visto. Una decisión que, bien mirado, era para haber tomado mucho antes. Las impertinentes llamadas comerciales hicieron patente que el aparato se había convertido tan solo en un nexo con la sociedad de consumo. Un artilugio frío, sin emociones ni afectos. Una mera carcasa receptora de intereses de multinacionales, como esos buzones huérfanos de cartas y postales escritas a mano.

Hasta hace un periodo se optó por colgar directamente al interlocutor comercial. Ni uno está para perder el tiempo, ni el otro tampoco. Era brusco pero incluso era un favor al otro, aunque el operador no lo supiese. Un día entró en vigor la prohibición de este tipo de llamadas; ejecutadas desde hace mucho por una máquina virtual que cumplía cotidianamente con toques a la misma hora. Por una etapa la bendita legislación hizo efectos. Sin embargo, no tuvo que transcurrir numerosos meses para que las compañías volviesen a la carga, ansiados de marear, embaucar o incluso engañar a personas mayores o con escasas habilidades para sortear compromisos. Carne de cañón para el turbocapitalismo.

El aparato fue divorciado de la pared de una sentada. Y en ese momento todo lo que fue sólido durante décadas pasó en nada a la bruma de la inconsistencia. Los robustos hábitos de antaño desaparecieron para dar paso al silencio clamoroso, tan deseado por otra parte. Y no hubo más inoportunos telefonazos. Decayendo inexorablemente el aparato al mundo que evoca el ayer o la prehistoria. Aunque los agentes comerciales, sin saberlo, sigan insistiendo y, por lo tanto, derrochando energías y perdiendo su tiempo. Fue un gesto revolucionario.

* Gracias a Rafael Álvarez Gil y TELDE ACTUALIDAD y a la colaboración de Antonio Aguado

https://teldeactualidad.com/art/158802/la-llamada

TELDE ACTUALIDAD La casa de mi tía republica por el alto interés del contenido, bajo las Normas de Uso Justo de la UE
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