Tres lógicas que Podemos debe romper, si quiere... por Eloy Cuadra
Tres lógicas que Podemos debe romper, si quiere... por Eloy Cuadra, escritor y activista social, y desde hace unas semanas precandidato por la opción “Podemos desde Abajo” a la Secretaría General de Podemos en Canarias *
Como algunos y algunas saben -no sé muy bien cómo pero aquí me veo-, concurro a unas primarias internas por una candidatura de Podemos que se llama “Podemos desde Abajo”, y ya que estamos en esto creo que será bueno avanzar con algunas de las problemáticas y dinámicas con las que me gustaría romper si algún día llego a tener algo de voz dentro de Podemos.
I.- La lógica del silencio y la obediencia.
La política, la auténtica y verdadera política, es disenso, es discrepancia, es crítica, es debate y confrontación de ideas, es no tener miedo a equivocarse y admitir un error, es escuchar, es ceder, es integrar, es consensuar, hasta elegir la mejor opción posible de entre todas las propuestas. Lo
II.- La lógica del clientelismo.
Esta lógica tan perniciosa está en la esencia de muchos partidos en España y en Podemos, por desgracia, también está. Aunque muchos ya la conocen paso a explicar un poco en qué consiste esta cosa tan mala. Y bien, pensemos en los partidos tradicionales de toda la vida, pongamos por caso PP, PSOE y Coalición Canaria, los que tenemos más cercanos: ¿qué pasa con los militantes? Pues pasa que en las decisiones importantes no cuentan demasiado. Lo hemos visto en el PSOE, en cuanto el señor Sánchez quiso escuchar a los militantes lo pasaron a cuchillo. No hablamos ya de lo que hacen en el PP donde todo se hace a dedo. Es así por mucho que no nos guste: las bases, los militantes, son pegacarteles, llenapabellones y apodarados de plantón 20 horas seguidas cuando hay campañas, del resto, no cuentan, en teoría. Y digo en teoría, en lo que se ve desde fuera, porque en la práctica muchos de los militantes y soldados de los partidos sí que cuentan y se benefician, por obra y gracia de la red clientelar. Ya saben a lo que me refiero: muchos militantes de los partidos tradicionales que tienen poder y mando saben perfectamente que si le hacen la pelota convenientemente a los líderes y demuestran fidelidad a prueba de todo tendrán su recompensa en forma de puestito, prebenda o trabajito en tal o cual empresa pública o
III.- La lógica del grupo chachi.
Vistas ya las dos lógicas más nefastas y que más daño hacen a los partidos políticos incluído Podemos, veamos una tercera dimánica no tan visible pero también importante y restadora de potencial, que se da mucho sobre todo en los partidos de las izquierdas alternativas, entre los que bien podríamos situar a Podemos. Me estoy refiriendo a la lógica de la autocomplacencia, esto es: el sentirse superior por pertenecer a un grupo con una ideología, digamos… humanista, ecológica, igualitaria, con la que es imposible no estar de acuerdo. Si ponen el google “autocomplacencia” junto a la palabra “izquierda” encontrarán unas cuantas entradas que hablan de esto. Aquí la recompensa no es tanto con un puestito de trabajo o una prebenda, es una recompensa moral, anímica; el militante se siente feliz por pertenecer a algo guay, moderno, progre, o como digo en el encabezado: en un grupo chachi. Alguien dirá en este punto: ¿y qué problema hay por estar en un grupo chachi? Pues sí que lo hay, y es que una característica propia de los grupos chachis en política es que no hacen un mínimo de autocrítica si en tantos años de existencia no han pasado de algunos concejales en la oposición que nada consiguen cambiar. Los grupos chachis no reparan en que no han sido capaces de organizar la rebelión o la acción ciudadana hasta unos mínimos de cambio aceptables, les da igual y se sienten contentos porque son chachis. Las personas de los grupos chachis se ven en las asambleas, son amigos, tienen su tingladito, algo loable, algo bonito, con eso es suficiente. No crecen, la gente no se suma, no obtienen los resultados que esperaban: es que les tienen manía, o no lo han entendido, no están tan avanzados, dirán, la mayoría. Otra característica nada buena de los grupos chachis es que crean categorías y estatus dentro de los que lo componen, de modo que los que llevan más tiempo y han trabajado más, a veces, se arrogan la propiedad del proyecto, como si fuera suyo, olvidando que un partido en teoría es algo que se pone al servicio del bien común. Cuando la lógica de los grupos chachis se adueña de un partido, los que quieren entrar a trabajar o participar de ese partido tienen que ser chachis también sino no serán bien vistos. Así, tienen que aceptar todo el credo ideológico, la verticalidad, el seguidismo, las odas al lider, la uniformidad y otras tantas formas de fanatismo con las que demostrar el amor al partido a prueba de todo, de manera que si no lo hacen, no son del grupo, o lo son menos, porque no son chachis. El problema es que ellos se ven chachis, y no hay problema, pero la gente de fuera que se da cuenta de todo esto le suele poner otro calificativo al asunto: los ven como una secta. Y bien, esto que comento, empieza o lleva tiempo pasando también en Podemos, en mayor o menor medida, en los Círculos y en otros tantos lugares.
En La casa de mi tía por gentileza de Eloy Cuadra