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viernes, 19 de abril de 2024 18:46h.

Los despropósitos de doña Guadalupe Mora - por Ana Beltrán


En estos últimos días de diciembre mucha gente ha comenzada a respirar con cierta tranquilidad: la teoría Maya sobre el fin del mundo no se ha cumplido. Pero… como los seres humanos somos masoquistas de necesidad, pronto habrá alguien que se invente una nueva catástrofe, como si fuera poca la que ya tenemos. Coletazos de la misma han llegado hasta unos pobres  perros,  que  andan en un sin vivir. Y no es para menos, con la Consejera de Medio Ambiente se han cruzado. Al parecer esta señora ignora que ellos,  los perros,  forman parte de ese mismo medio.  Pero no, a matar tira…

Los despropósitos de doña Guadalupe Mora - por Ana Beltrán

En estos últimos días de diciembre mucha gente ha comenzada a respirar con cierta tranquilidad: la teoría Maya sobre el fin del mundo no se ha cumplido. Pero… como los seres humanos somos masoquistas de necesidad, pronto habrá alguien que se invente una nueva catástrofe, como si fuera poca la que ya tenemos. Coletazos de la misma han llegado hasta unos pobres  perros,  que  andan en un sin vivir. Y no es para menos, con la Consejera de Medio Ambiente se han cruzado. Al parecer esta señora ignora que ellos,  los perros,  forman parte de ese mismo medio.  Pero no, a matar tira…  

Tirando a matar sería un buen título para una novela de Marcial Lafuente Estefanía, pero nada aceptable para ser autorizada, ni siquiera sugerida, por la Consejera de Medio Ambiente, a la que antes de otorgarle ese delicado cargo tenían que haberle hecho un examen…  de conciencia.  Esta señora  dio carta blanca a los cazadores de Tenerife  para  matar a tiros a unos perros asilvestrados que pululan a sus anchas por esta ínsula, suya y mía, nuestra y vuestra; y que posiblemente fueron abandonados por sus dueños, tan faltos de sentimientos nobles como la propia  consejera.  Sólo hubiera faltado  que cogiera ella misma una escopeta y se pusiera a matar a los pobres animales,  en vez de encomendarle  esa terrible misión a los cazadores  que,  por cierto, y por suerte, han demostrado tener mucha más sensibilidad que ella, al negarse a cometer tamaña atrocidad. Hay personas que pasan a la historia con un sobrenombre bien ganado, y  a veces para bien. Desgraciadamente éste no es el caso. Yo me atrevo  a proponer uno que a la señora Guadalupe le va como anillo al dedo: “Consejera  Mataperros”.

No sé cuál sería el sobrenombre que mejor  le iría al señor Wert, sin duda hay muchos nombres calificadores que muy bien se le podrían aplicar, como por ejemplo, y uno de los últimos, el de MinistroInoportuno, pues nada oportuno estuvo el señor José  Ignacio con respecto  a la lengua catalana, y justo cuando más caldeados andaban los ánimos.  Y encima con recochineo. Ante tantos despropósitos uno se pregunta: ¿es que este señor no tiene remedio, o es que le puede la prepotencia?

Otro “despropotente” es el señor Calatrava, que salió bien “cargadito” hacia ese paraíso con el que sueñan aquellos que más tienen. Hay niños pobres y pobres niños, dijo alguien con muy buen tino. Y éstos que se “evaden” evadiendo los dineros (y no digo “sus” dineros, que eso habría que verlo) no son los niños pobres; los ilusos que piensan que el dinero les hará eternos son...  los pobres niños.

Y puede ser que esos señores adinerados (cambio el despropósito por la desproporción),  estén en lo cierto, aunque  sólo sea en parte: al menos vivirán algunos años más que aquellos  que tienen una mínima pensión, y que encima han de pagar parte de las medicinas que les recetan  y hasta el traslado en ambulancias cuando sea  necesario,  que en muchos casos es con bastante frecuencia. ¿Y quién es el pensionista que va a poder pagarlo? Muy pocos. Ésa es otra forma de matar, aunque más disimulada  que la autorizada por la consejera.

Sin disimulos (cosa extraña), y de un plumazo,  han barrido del Belén a la mula y el  buey. Quién nos lo iba a decir, después de más de veinte siglos haciéndonos compañía… Esos animalotes eran como de la familia… Pero… quién se atreve a contradecir al papa…  Nada se puede hacer ante su infalibilidad. Aunque eso será hasta que él mismo piense que ya no es infalible.  Ve tú a saber…     

Otro  que no disimulaba nada era Antonio Cubillo, que vivió y  murió con la idea de una patria guanche. Y eso tiene su mérito; no todos pueden decir lo mismo. Y lo digo por mí, que hubo una época en que pertenecí al MPAIAC, aunque sólo fuera de corazón. Reconozco que estuve mucho tiempo con la idea de la independencia bien arraigada, y que cada noche, cuando  escuchaba La Voz de Canarias Libre, se me subía la bilirrubina de la emoción. Con la democracia me fui calmando. ¿Hice bien? No lo sé…  De cualquier forma, mi respeto por un hombre que, con sus luces y sus sombras (quién no las tiene), fue fiel a unas  ideas hasta el mismísimo  final de la vida. De la suya.