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jueves, 25 de abril de 2024 21:39h.

De cómo manducan sus señorías y a qué precios - por Nicolás Guerra Aguiar

  Se dice que España ya ve un puntito de luz al final del infinito túnel por el que lleva años circulando –las luminosidades pueden ser productos ficticios, espejismos físicos o ansiados deseos-. Pero en este país hay millones de personas que pasan hambre. Hambre-hambre en el riguroso significado de la palabra, ‘escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada’.

De cómo manducan sus señorías y a qué precios - por Nicolás Guerra Aguiar

  Se dice que España ya ve un puntito de luz al final del infinito túnel por el que lleva años circulando –las luminosidades pueden ser productos ficticios, espejismos físicos o ansiados deseos-. Pero en este país hay millones de personas que pasan hambre. Hambre-hambre en el riguroso significado de la palabra, ‘escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada’.

  Y por eso yo invito a quienes siguen hablando de éxitos en la bolsa, primas de riesgo más baratas, obsesiones del capital extranjero por invertir en España, que se coloquen en lugares próximos a los contenedores de mercados y supermercados a partir de las nueve  de la noche. Impacta en la condición de ser humano –la elemental condición que nos distingue del resto de los animales- cómo hay personas que revuelven en aquellos, e incluso hasta les risueñan las tragedias porque encontraron yogures, frutas… que ya no se venden por sus caducidades. Pero lo que no mata engorda, y esa noche quizás hasta alguien les puede dar unas monedas para acompañar el tesoro recién descubierto con un vaso de cafenileche calentito que, para frías, las congeladas ilusiones de dar razones a sus vidas.

  Y aunque aún estoy esperando la cita con la directa responsable de la campaña de verano en los colegios públicos (entrevista que me prometió el señor consejero de Educación el lunes 30 de septiembre en Canarias7), sé por maestros que muchos alumnos llegan a clase con lo puesto la noche anterior, la jartada de papas sancochadas, suculento manjar que satisfizo en parte las ansias de un estómago de niño que apunta a joven y de cuya inactividad escolar algunos se quejan, “anda como en las nubes, será la pubertad”, como si el sexo fuera el responsable. No sé si los padres de tales soñadores pollillos leyeron el Lazarillo de Tomes, pero me dice algún colega que aunque no se localizan migas de pan en los barbilampiños rostros de aquellos, siempre le queda a alguno algún resto en las comisuras, quizás para emular al caballero de la novela picaresca o, lo más probable, porque les hayan cortado el suministro de agua por falta de pago.

  Sin embargo, no todas las instituciones bancarias son iguales. La Fundación La Caixa y la Fundación CajaCanarias, empresas no estatales, van a invertir un millón de euros la primera; cuatrocientos mil la segunda, para servirles el desayuno a casi siete mil estudiantes de Infantil y Primaria y casi cuatro mil de Secundaria, obviamente de centros públicos.  Viene a ser algo así como los almuerzos que en mis edades infantiles se daban en la Graduada de Gáldar, centro público en el que aprendí hasta los diez años. Todos los días el maestro apuntaba en una lista los nombres de voluntarios, y bien es cierto que era la suculenta comida del día –y quizás única- para casi todos ellos. Aunque mi curiosidad infantil me llevó a apuntarme una vez en el listado, muchos procuraban figurar todos los días: lo necesitaban, estaba a la vista. Jamás podré olvidar los regocijos de todos ellos ya con la tripilla pletórica y bien llena, pues no se regateaba en el servicio. Conservo fresca la imagen de aquellos condiscípulos en el más absoluto silencio mientras engullían el plato de potaje y el de macarrones. (Ingenuidad infantil: no me gustó que no hubiera agua de Firgas en el almuerzo.)

  Gracias, pues, a dos empresas privadas, casi once mil alumnos canarios disfrutan en sus colegios de bocadillo y zumo, supongo que la campaña ya habrá empezado. Nada se sabe de para cuántos será aquella la comida fuerte del día, ni qué les espera cuando lleguen a su casa, pues no todos los padres son capaces de hacer milagros para cubrir las necesidades alimenticias. Aunque quienes lo tienen solucionado son la mayor parte de sus señorías políticas del Parlamento español, Senado y de muchas comunidades autónomas como, en este caso de hoy, la valenciana.

  Porque hay algo que llama la atención, perpleja: en los comedores escolares de colegios privados y concertados de Valencia, el almuerzo (menú único) anda entre los ocho euros y ocho y medio (en este último precio se incluye el beneficio del centro, pues debe pagar a vigilantes y cuidadores). Sin embargo, en los colegios públicos los alumnos pagan 4,25 euros por el mismo menú, dicen. ¿A qué se debe la diferencia de 3,75 euros? Pues a que la Consejería la abona, aunque ahora quiere extender su campo de acción a los concertados, es decir, colegios privados que reciben subvenciones públicas a fondo perdido, aunque ellos seleccionan a su alumnado. Sin embargo, a sus señorías e invitados -¡qué desfachatez, qué desprecio!- les cuesta en dependencias parlamentarias 5,65 euros, y pueden elegir entre seis primeros platos y otros tantos de segundo, privilegio del que no gozan ninguna de las tres variantes  de la educación en Valencia.

  Por tanto, es imposible que la oferta de un menú de seis variantes para el primer plato y otras seis para el segundo, más servicio de camareros (impecables en su vestimenta y cualificación, ¡sirven a sus señorías!) y cuidada calidad de la comida (se trata de padres de la Patria) pueda cubrirse con 5,65 euros, salvo que el personal trabaje gratis por el éxtasis de servir a quienes sirven, lo cual considero improbable porque tiene la imprudente costumbre de trabajar por un sueldo. Entonces, cabe una pregunta: ¿dónde está el truco? Se encuentra en el Boletín Oficial de la Comunidad valenciana: el Parlamento destinó 118.140 euretes para compensar la diferencia y, así, sus señorías no harán nunca huelga de tenedores caídos.  Y, de paso, el Gobierno (PP) compra conciencias de la oposición (PSOE, Compromís y Esquerra Unida), noventa y nueve señorías beneficiadas de tales baraturas.     

  ¿Y qué hacen los perjudicados por la organizada crisis social? Pues eso, lo que no se ve ni se escucha… ni se espera.