Tras la manifestación de los pensionistas - por Nicolás Guerra Aguiar
Tras la manifestación de los pensionistas - por Nicolás Guerra Aguiar *
El pasado sábado la calle, por medio día, volvió a ser de quienes la habían recuperado durante el último cuarto del siglo anterior (Antonio González Viéitez camina por ella desde siempre). No estaban todos, claro, por obvias razones -y otras-. Pero quienes allí se
Sin alteración del orden ppúblico, agresiones o tácticas guerrilleras -pero tremendamente cabreados (en Canarias, emputados)- caminaron bajo la lluvia, el frío, el viento o la perpendicular caída del sol canario. El mismo sol que quizás secuestró a miles y miles de isleños y los llevó a la playa, a los quesos en Moya o condujo hacia alguna fiesta carnavalera todavía pendiente… si no estaban extenuados por la chispeante nocturnidad que transportó a muchísimos jóvenes desde el botellón hasta la del alba…
Sí, los pensionistas salieron a la calle en manifestación. Pero no fueron los nueve millones, ni sus hijos y nietos los acompañaron a todos. Muchos, bien es cierto, por ineludibles obligaciones. Para otros, las imposibilidades de asistencia se multiplicaron por encima de la limitación humana (“Mis hijos no vinieron porque al no estar mi marido y yo tenían que darles ellos el desayuno a los niños”; “Mi hija no está porque al no estar yo se quedó ella a hacer el almuerzo para los niños”…).
Si nos limitamos a los titulares, las manifestaciones triunfaron clamorosamente en Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife: “Miles de personas”; “Exitosa manifestación”; “Las marchas han sido históricas”… Incluso hasta un sindicato participante -se dijo en la Plaza de la Feria de Las Palmas- llegó a pregonar que los éxitos marcaban el camino para una huelga general (¿era el momento apropiado?).
¿Fue realmente tan apabullante la presencia de ciudadanos en la correspondiente a Las Palmas de GC? ¿Estuvo la parte baja de la ciudad absolutamente colapsada? ¿Tuvo algún parecido con la manifestación de 1982 cuando la ciudadanía exigió la universidad (ULPGC) y reunió a 200.000 personas? La realizada (2003) “Por la Paz” y contra la intervención española en la guerra de Irak convocó a 100 000. Si la Delegación del Gobierno estimó en 21.000 concurrentes la opuesta a las prospecciones petrolíferas (2014), ¿no sobrepasó tal cifra, acaso, el cómputo real? Por tanto, ¿puede ser considerada la del pasado sábado con tales adjetivos y alharacas? Por varias razones yo no tiraría voladores.
Gran Canaria alberga una población de casi 850 000 habitantes (la provincia sobrepasa el millón cien mil) y en su capital residen 380 000 palmenses. Sin embargo, las cifras -muy optimistas- hablan de 35 000 personas en la manifestación del sábado (4.400 según datos oficiales)… pero sin aglomeraciones y con espacios vacíos entre distintos movimientos sindicales. Por el contrario, la carnavalera Cabalgata del 17 de febrero congregó a casi 300.000 participantes, ¡un tercio de la población grancanaria! (Por razones obvias, muy pocos eran abuelos.)
La provincia de Vizcaya tiene 1.150 000 personas censadas y la capital, Bilbao, ronda las 345.000, casi a la par con Las Palmas y LPdGC, respectivamente. Pero el sábado hubo una gran diferencia: a la manifestación de Bilbao acudieron 135.000 personas bilbaínas, pues en las otras dos capitales de provincia (Vitoria, San Sebastián) hubo manifestaciones el mismo día y a la misma hora. Ambas, también, “superaron con creces todas la expectativas”.
Si en la provincia de Las Palmas hay en torno a 160.000 pensionistas, ¿es descabellado suponer que al menos ciento veinte mil residen en Gran Canaria? Si la mitad de ellos (60.000) está en buenas condiciones físico – psíquicas, ¿por qué no asistió? Más: los supuestos 120.000 jubilados grancanarios tienen hijos. Y estos, a su vez, son padres de veinte mil alumnos matriculados en la ULPGC: ¿dónde estaban hijos y nietos? Tendrá la Plataforma que plantearse muchas cuestiones con la serenidad exigida y, a la vez, sacar conclusiones. (¿Influirían, acaso, factores externos previos o es el tan socorrido “carácter isleño”?)
Como aportación personal, cuatro constataciones: la manifestación de Bilbao caminó bajo la guía de una sola pancarta impuesta por la Plataforma (“Pensiones públicas dignas. No 0,25%”). Ni una bandera, ni tan siquiera la ikurriña. Partidos y sindicatos enviaron representantes, pero se mantuvieron –fue lo pactado- en un discretísimo segundo plano. Únicos protagonistas, pues, los jubilados.
Sin embargo, debemos celebrar lo que se reemprende en Canarias: la pacífica recuperación de la calle por miles de personas. Y esto ha sido posible gracias a la manifestación del pasado sábado. Mi aplauso y agradecimiento, por tanto, a la Plataforma y asistentes.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar