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domingo, 28 de abril de 2024 10:26h.

Mujeres trabajadoras - por Juan García Luján

 

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Antonio Aguado, coherente veterano militante socialista, recomienda este artículo

Mujeres trabajadoras

Juan García Luján *

SOMOS NADIE

TIEMPO DE CANARIAS

 

Yara escucha los gritos de la calle. Está pasando la manifestación del 8 de marzo cerca de casa. Detrás de la pancarta “Juntas, más fuertes, más lejos” varios miles de mujeres y hombres gritan por la igualdad, contra la brecha salarial, contra el terrorismo machista y las agresiones sexuales. Yara se asoma a la ventana y ve en un lateral de la calle el paso de gentes y pancartas, y regresa al sillón a ver ‘Pasapalabra’, a darse un momento de evasión, a pasar de su corazón a otros asuntos.

Cuando las manifestaciones estaban prohibidas, y las leyes decían que “El hombre que matara a su esposa en adulterio sufrirá pena de destierro y será eximido de castigo si solo le ocasiona lesiones” Yara había terminado los estudios de Magisterio y montó una escuelita en la habitación de casa de sus padres, y allí daba clases a niños y niñas. En los colegios los separaban por sexo, pero Yara solo hacía una distinción, los que podían pagar las clases las pagaban, los que no podían no pagaban nada. Luego abrió otro colegio en un local hasta que la ficharon en el Claret, y allí fue maestra de varias generaciones.

Carmela, la hermana de Yara, se levantaba temprano para hacer croquetas para el bar que había abierto su padre en Las Palmas, después de emigrar desde Juncalillo. Habían vendido las cuevas tras sufrir varios años de sequía, y se mudaron a la capital. Luego Carmela casó con otro hombre de la cumbre y se fue a vivir a Las Rehoyas. Abrió una tienda de ropa en Schamann, en el letrero lucía el apellido del marido, pero era Carmela la que abría y regentaba el comercio mientras el marido vendía por su cuenta. Entre Schamann y Las Rehoyas, Carmela trabajaba en la tienda y en casa, jornadas que superaban las 12 horas, sin lavadoras, tendiendo la ropa en el sexto piso sin ascensor. El ruido de las manifestaciones del 8 de marzo llegó este viernes a Carmela (con 92 años) desde el aparato del televisor, donde sigue escuchando las noticias sin saber si Mauricio sigue vivo. Cuando llegue el hijo a casa se lo preguntará.

A la hora de la manifestación del 8 de marzo Delia está ordenando las pastillas para los próximos días. Primero coloca el Sintrom porque el corazón hay que cuidarlo en una casa donde el verbo amar se conjuga todos los días. Al lado pone las pastillas de la tensión y así las va colocando en orden para guardarlas en el cajón del mueble donde Yeya tiene su particular orden, que no le gusta mucho a Nena. Se puede decir que si a Delia le quedan cuatro años para cumplir los 90, ya lleva ocho décadas trabajando. La mayor parte de su vida trabajó en Cuba, donde tuvo dos hijas y un hijo. A veces montaba varias horas en caballo para llevar la comida al colegio de su hija. Una vez echaron a la chiquilla pequeña del colegio porque le había lanzado una silla a un pibe que le tocó la teta (la expresión “agresión sexual” no estaba en los diccionarios). Delia acudió a la llamada del director y se enteró de lo que había pasado. No se llevó a la niña a casa como le pedía el director. Le dijo a la chiquilla: “vuelva a clase, y si te vuelven a hacer lo mismo le lanzas otra silla”. Delia termina de ordenar las pastillas y cierra la caja. Su nieta, Yara, que no tiene que ver con la primera Yara de esta crónica, también es mujer trabajadora a sus veinte y pocos años. Yara le da  un abrazo  mientras le dice “te amo abuelita”, el abrazo le sienta al corazón de Delia mejor que todos los simtrones que acaba de guardar en la cajita.

Yara, Carmela, Delia…son mujeres trabajadoras que este viernes no pudieron estar en las manifestaciones del 8 de marzo. Pero sus vidas son ejemplo de lucha cotidiana, de mujeres que dieron luz y abrieron caminos cuando la sombra del machismo era tan fuerte que aplastaba a las mujeres desde el mismo sistema, desde las leyes, cuando la violencia sobre las mujeres se amparaba en el código penal.

Es bueno que este ocho de marzo las calles de Canarias se hayan llenado de mujeres y hombres de varias generaciones al grito de ‘Juntas, más fuertes, más lejos’. Es bueno seguir desmontando el patriarcado en las calles, en los centros educativos, en los lugares de trabajo, en las casas. Ni un paso atrás en los derechos conquistados. Pero atrás, antes de conquistar esos derechos, estuvieron otras mujeres trabajadoras como Yara, Carmela o Delia, y otras miles más, que tuvieron el coraje y la valentía de ser mujeres trabajadoras cuando el sistema les pedía ser obedientes, dependientes de sus maridos y sumisas y serviciales ante el varón. Gracias a mujeres como ellas hemos llegado hasta aquí. Ni un paso atrás, pero hoy quería mirar atrás para decirles ¡gracias!

@juanglujan

 

* Gracias a Juan García Luján y a la colaboración de Antonio Aguado

https://juanglujan.wordpress.com/2024/03/10/mujeres-trabajadoras-juan-g-lujan/

https://tiempodecanarias.com/opinion/planeta/mujeres-trabajadoras

JUAN GARCÍA LUJÁN por Erik G.J.
JUAN GARCÍA LUJÁN por Erik G.J.
SOMOS NADIE Publicado originalmente en la web del autor, SOMOS NADIE
 Publicado originalmente en la web del autor, SOMOS NADIE
TIEMPO DE CANARIAS

 

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