El Pacto PSOE-Podemos, la segunda Transición - por Erasmo Quintana

 

 

El Pacto PSOE-Podemos, la segunda Transición - por Erasmo Quintana *

Estaban allí cuando me hice un hueco en la barra de una cafetería que hay cerca del Auditorio Alfredo Kraus, después de una breve caminata desde mi domicilio, próximo al Mozart. A mi derecha estaban sentadas a la mesa unas chicas tomando algo en animada charla. Mientras me servían el capuchino, sin querer, oí de qué trataban.

- Anteayer se celebró en el Congreso la primera votación de investidura de Sánchez -decía una de ellas-. Créanme si les digo que faltó poco para que me diera un síncope y el consiguiente desvanecimiento, tan alto voltaje alcanzó la discusión de sus señorías.

- Es verdad -contestó la que estaba abanicándose-. Allí se retrató cada cual demostrando la poca educación y compostura, propias de niños de escuela malcriados. La derecha del PP y Ciudadanos, así como la extrema derecha de Vox, se despacharon a gusto interrumpiendo a los que hacían uso de la palabra, gesticulando de mala manera e insultando soezmente a la bancada de las izquierdas.

- Niñas -intervino la que tenía aires de intelectual-, creo no equivocarme si digo que la política es de las cosas que menos interés tiene para todas nosotras, pero ¿cómo sustraernos a la anomalía que suponía estar viviendo tanto tiempo sin gobierno? Yo pienso como ustedes, desaprobando los espectáculos que representaron los partidos de la derecha. Fue inquietante y vergonzoso.

- En nombre mío no hables -replicó la que estaba a su lado, mesándose la melena-, porque lo sucedido en el Hemiciclo se las trae. La de Bildu, ¿por qué tuvo que ofender al rey Felipe VI? ¿Era necesario, dime tú? El independentismo, con tal de justificar su ideología -para mí muy respetable-, se vale tal cual para desacreditar nuestras instituciones democráticas, cosa que si viviéramos en dictadura no podría hacerlo. Así, que más respeto debe tener quien se sube a la tribuna. Para defender las ideas no hace falta la descalificación y el insulto de taberna.

- Cierto -dijo la que, muy atenta, todavía no había intervenido-. Pero… allí estaban, en el templo de la palabra. Se puede -y debe- hablar de todo. Si algún interviniente es republicano, ¿quién le prohíbe cuestionar la Corona? Mi ideología es republicanismo, todo lo contrario a la Monarquía. Además, ésta nos vino impuesta por el dictador Franco; la Monarquía, por tanto, no fue elegida por el pueblo, le fue impuesta al estilo que mejor sabía el franquismo. Así, si estamos en democracia, ¿no puedo yo manifestarme en contra de algo que no elegí democráticamente?

- No hacen sus señorías que el ámbito de la política satisfaga y atraiga a los indiferentes -repitió la que tenía ínfulas intelectuales-, más bien, se alejan de ella lo más que pueden. La sesión de investidura de Pedro Sánchez fue un espectáculo feísimo, bochornoso, impropio de representantes políticos del pueblo, a los que les pagamos sueldos y gastos de representación envidiables para un ciudadano normal. En aquel vergonzoso aquelarre no se debatió lo que más interesa a los ciudadanos: pensiones sujetas al IPC, derogar la Reforma Laboral, construcción de vivienda pública, atención integral a personas mayores desamparadas, potenciar la sanidad pública, etc. etc.

- La extrema derecha no cambia -espetó la del abanico-, es igual que la del s. XIX. La oligarquía no admite que vengan gobiernos de izquierda, lo que motiva el ruido de sables y las repetidas asonadas. El ejército era el encargado de restablecer el “orden”
cuando gobernaba el progresismo. En el s. XX continuaron los levantamientos militares contra el pueblo, y el que más éxito alcanzó fue el golpe de Estado del general Franco junto a otros militares de su mismo rango, derramando sangre y más sangre en el suelo patrio.
Vox, heredero ideológico del franquismo, pidió a voces el levantamiento de las Fuerzas Armadas para impedir la investidura del Pedro Sánchez. Esa solución pertenece al subconsciente de la derecha extrema; además, considera que el pacto PSOE-Unidas Podemos es ilegítimo. Lo único que es legítimo para Vox es el pacto PP-Vox-Ciudadanos. Mas lo cierto es que la Corona es una herencia que nos dejó el Dictador, para que lo tengamos presente perennemente en el recuerdo.

- Perdonen, señoritas -interrumpí saboreando la última gota del rico capuchino-, para no gustarles a ustedes la política, ¡qué lección me han dado! Ellas sonrieron, y cuando ya había pagado, atravesada la puerta de salida, caí en la cuenta de que no pregunté si el capuchino que tomé era café de Agaete.

 

* L casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana