Pervivencias coloniales en Canarias, acaso - por Nicolás Guerra Aguiar
Pervivencias coloniales en Canarias, acaso - por Nicolás Guerra Aguiar *
En 2015 la situación muy poco ha cambiado, aunque cabría la posibilidad de que el Gobierno de Canarias subvencionara a los artistas con ayudas para traslados, por ejemplo, o denunciara el trato colonial en Aduanas. Pero como no se trata de lo contrario -que artistas españoles expongan en Canarias-, la verdad es que las directamente relacionadas instituciones del
Pero no es el Gobierno de Canarias el único responsable por su inhibición frente a la cuadratura mental de euróticas cabezas en el ministerio de Hacienda. En este organismo patrio haylas que identifican cuadros o esculturas, por ejemplo, con vinos de Tacoronte, piñas herreñas o cebollas coloradas de Gáldar. Porque como tales productos canarios de exportación, la Aduana española es rigurosamente rígida: todo lo que salga de Canarias debe pagar el canon colonial correspondiente para entrar en suelo español, cual si se tratara de trajes flamencos made in China. (PP, PSOE, CC y NC tienen senadores y diputados en Madrid. ¿Qué fue de ellos? ¿Qué se fizo de sus señorías?)
Por contra, los salchichones de La Alpujarra granaína o el queso gallego de Cebreiro pueden consumirse en la unamuniana Salamanca o en la cervantina Alcalá de Henares (el rector universitario es canario) sin que la Aduana ose gravar tales productos, a fin de cuentas trasladados en camiones o trenes por territorio español. Y no como los canarios, que desde tierra africana se transportan en avión o en modernos barcos. (Por tanto, seguimos a la espera de Ferrocarriles Canarios, la iluminada y milmillonaria oportunidad que nos llevará a Madriz con la velocidad del silbido gomero... siempre por caminos que no afecten a intereses de alguna familia, claro).
Hay artistas canarios a los que, obviamente, les gustaría exponer más allá de la marea. Pero no se lo ponen fácil, en absoluto. Como el traslado de Canarias a España se llama “importación temporal” de la obra, deben dejar en depósito el 21% de IVA. Y hay más gastos: transportes para saltar el charco; seguros; alquileres de almacenes mientras se habilitan las salas; hoteles... Y si se trata de esculturas, el presupuesto debe multiplicarse por tres o cuatro. Inversión que, obviamente, podría recuperarse si la obra se vende. Pero, ¿y si toda no es adquirida? La vuelta a la Isla significa nuevos gastos, más de lo mismo.
La burla se suma a la impotencia de los artistas canarios: el Gobierno de Madrid “es muy sensible ante tal situación”, afirmó el señor Montoro. Pero la realidad flagela e insulta: nadie ha movido una célula gris para racionalizar la situación que perjudica y aísla. Por tanto, lo otro, la proposición no de ley aprobada por el Parlamento canario en 2013 para eliminar tanto absurdo y la moción del Senado (2014) sobre el mismo tema forman parte de ese mundo de la incompetencia manifiestia en que los políticos responsables se mueven: desinterés, atrofia cultural, jumaseras mentales o acaso sentimiento colonizador y depuesta cerviz de colonizado. Pero lo cierto es que nuestros artistas se ven tremendamente impotentes ante tales endormideras culturales.
Compleja situación existencial, sin duda. Y mientras, medio siglo después sigue el trato colonial. ¿Será acaso por aquello de la hora menos en Canarias o por vacíos mentales? De incompetencias ni hablemos, porfa.
* Publicado con autorización del autor