El almendrero de Nicolás

Por un puñado de rezos - por Paco Déniz

Ni vocación, ni ayuda desinteresada, ni ayuda al prójimo, ni sin ánimo de lucro. Todo lo contrario. La noticia aparecida en este diario sobre el salario de los curas que pastorean por los hospitales canarios duele especialmente en estos tiempos. Por lo visto, la Consejería de Sanidad paga un salario a 17 curas que pululan por nuestros hospitales en busca de almas desesperadas. Cada cura cobra un sueldo actualizado de 1.140 euros al mes y dos pagas extras haciendo un total aproximado de 16.000 euros anuales. Es decir, que la Consejería destina a esta sospechosa actividad no homologada unos 270.449`38 euros. Cámbate la peluca, porque lo más curioso es que es una consecuencia de la firma entre Felipe González y la Santa Sede.

Es insultante que se precarice la sanidad y se destine una partida al rezado. Bien podría la Consejería pagarle ese salario a psicólogos y psiquiatras que pasen consultas a gente que lo desee en esas circunstancias, que para eso salen de la universidad estos profesionales. Bien podría la Consejería, que se niega a dar entrada en sus recintos a la homeopatía y la medicina naturalista y a los curanderos y esteleros de toda la vida, echar a estos mercachifles del alma que tienen por oficio difundir boberías. Y la gente católica debería darse cuenta de que hay cuestiones que no debe pagarlas el Estado. En fin, que no puede ser que en un boletín del Estado de 24 de julio 1985 se asigne un sueldo a nadie en concepto de “visita a los enfermos, celebración de actos de culto y administración de sacramentos, asesoramiento en las cuestiones religiosas y morales y la colaboración en la humanización de la asistencia hospitalaria”.

Es triste que una institución laica y aconfesional que despide a trabajadores con sus años de servicio, oposiciones y currículum, que reduce la inversión sanitaria a lo justo para que no se caiga el edificio, pague el rezado de estos “asesores morales” nombrados por el obispado. Y lo más triste, que haya animalitos preciosos y útiles para el medio ambiente en peligro de extinción y otros no. ¡Que baje Dios y lo vea!

                            Paco Déniz

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