Prestigios del habla canaria y lo contrario - por Nicolás Guerra Aguiar
Prestigios del habla canaria y lo contrario - por Nicolás Guerra Aguiar *
Saco de la carpeta “Pendientes” un artículo (“La escuela quiere quitar complejos y poner en valor el habla canaria”) publicado por el periódico Canarias7. Nombre del diario -ya galletón, por cierto- que acaso podría sufrir ligera metamorfosis numérica desde que administrativa y políticamente La Graciosa sea la octava isla.
La isla como tal isla, claro, no existe. Pero tradiciones marineras dan fe de su existencia e incluso de su capacidad para desplazarse en medio de la mar. Tal vez por timidez o temerosa de las barbaries cometidas contra sus hermanas esquiva el arribo de veleros o simples chalanas ocupados por hombres de distintas y contrastadas lenguas e, incluso, de la variedad del español en Canarias a cuyos usuarios, por afinidad sanguínea, debería acoger con fraternales abrazos. Sin embargo los julea como si de la jodelona mosca veraniega se tratara, más si se acercan como jurria con escuadras, cartabones, sacos de cemento y bloques, muchos bloques, miles de bloques…
Informa el artículo de que gente canaria muy interesada por la peculiar modalidad del español isleño (español como lengua, claro) está trabajando su habla en las aulas con la intención -a todas luces acertada y encomiable- de prestigiarla. Es decir, pretende combatir el complejo lingüístico de inferioridad tan arraigado por nuestros andurriales, muchos de cuyos hablantes están convencidos de auténticos disparates.
Y esta afirmación, dicho sea de paso, la vengo manteniendo desde mis primerísimos artículos: sirva como ejemplo uno de 2004, “Complejos lingüísticos”, publicado en La Provincia. (Complejos, obviamente, causados por la inseguridad lingüística. A fin de cuentas, no puede Canarias alardear de logrados éxitos en sus aulas: los informes PISA hablan.)
Otros términos son definitivamente abandonados; a fin de cuentas no están presentes en programas televisivos grabados o doblados fuera de las islas y, por tanto, sin relación alguna con la variedad lingüística de nuestra tierra (es el caso, por ejemplo, de documentales relacionados con la naturaleza). Y si los abandonados fueran usados en algún programa de tvCC, la intencionada exageración fonética los convierte en aparentes ordinarieces ante las cuales un público no precisamente muy exigente se “destornilla” a carcajada batiente.
No obstante, en estas cosas de la lengua también apunta el sexo, así de claro lo tiene un abuelo del Norte grancanario. Cuando la madre del niño le dijo a este que se agachara detrás de una “roca” para hacer pipí, el hombre se encochinó: “¡El pipí y el popó lo hacen las niñas!”. ¡Pero mi nieto mea, caaarajo, y se pone tieso como un hombre! ¡Ooooh padrito!”.
La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias no permanece ajena a la idea desarrollada por especialistas, profesores y alumnos, fundamentales y básicos los últimos pues de ellos depende el éxito o el fracaso de tan noble intención divulgadora de nuestra correcta habla. Y al fin, por fin, desarrollará la expresión oral en las aulas tal como propusieron algunos profesores. Lo cual, dicho sea también de paso, tampoco es nada original: ya se había discutido al inicio de la Reforma allá por los años en los que no se inquisitoriaba la memoria, bien es cierto; pero sí les daba fos a ciertos teóricos de la revolución aularia… fecundada y parida en despachos ajenos a la realidad social del momento. La enseñanza heredada, decían, está jerrumbrienta. ¡Angelitos de Dios!
Y por aquello del habla canaria (“e-sports”), la Consejería invita a nuestros hamburguesados adolescentes (me esconchaba la lengua lo de “adolescentas”) a practicar deporte… desde la silla y frente al ordenador: será la “liga escolar de videojuegos o e-sports”, casualmente relacionada con una empresa privada casualmente propietaria del videojuego Fifa 2018.
Difícil lo tienen tan animados especialistas, profesores y alumnos. Cuando el organismo encargado de la educación se presta a tales machangadas… es que se encuentra en play-off (¡te cogí, nenel!).
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar