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jueves, 25 de abril de 2024 02:08h.

Presupuestos cabildicios con vocación social - por Nicolás Guerra Aguiar

El señor El Jaber, portavoz de un partido político en el Cabildo grancanario, laméntase (su denuncia se inicia con “lamentablemente”) de que el señor Morales -presidente de la institución- no cumple una promesa electoral: el Plan de Empleo Social.  O lo que es lo mismo: denuncia que en seis meses de mandato el tripartito cabildicio no se ha puesto frente a una desgarradora tragedia social ante la cual el Gobierno anterior pasó muy por encima, tan obsesionado con el Mundial de baloncesto, sus internos naifeos o el sepulcral silencio por los viajes internacionales de una señora dama.  

Presupuestos cabildicios con vocación social - por Nicolás Guerra Aguiar *

   El señor El Jaber, portavoz de un partido político en el Cabildo grancanario, laméntase (su denuncia se inicia con “lamentablemente”) de que el señor Morales -presidente de la institución- no cumple una promesa electoral: el Plan de Empleo Social.  O lo que es lo mismo: denuncia que en seis meses de mandato el tripartito cabildicio no se ha puesto frente a una desgarradora tragedia social ante la cual el Gobierno anterior pasó muy por encima, tan obsesionado con el Mundial de baloncesto, sus internos naifeos o el sepulcral silencio por los viajes internacionales de una señora dama.  

   Yo sé que el señor El Jaber, en su pureza de pensamiento, sabe de lo que está hablando. Por tanto, estoy convencido de que eligió con absoluto rigor el adverbio “lamentablemente” (‘de manera lamentable’) por su vinculación con la forma verbal “lamentarse” y no por afinidad con el sustantivo “lamento” (‘queja con llanto…’).  Y como el verbo tiene más de un significado, intuyo que seleccionó el segundo (‘sentir pena, contrariedad, arrepentimiento…’) porque, con serena honradez, siente decepción y abatimiento por no haber solucionado desdichas y desamparos sociales desde el Gobierno central y el anterior en el Cabildo, ideológicamente afines.

   Me impactó tan positivamente su seriedad analítica que llegué a sospechar la existencia de una confabulación de la calima o calina contra mí. Como no son frecuentes los reconocimientos públicos de humanos errores políticos ni de fracasos administrativos por abandono de responsabilidades, deduje incorrectamente que la tal alteración atmosférica me había trastocado la visión de su loable comportamiento.  Recordé mi estancia en el Sájara (Smara), plenísimo desierto. Allí hice mía varias veces una secuencia propia de Canarias -“estar asirocado”-, es decir, padecer los efectos casi alucinógenos del siroco, viento que aplatana y enduerme hasta los malos pensamientos, angelito de Dios. Por tanto, como la calima actual viene del continente lo mismo que el siroco, ¿sería que yo estaba manipulado por los tales fenómenos?

   En absoluto, afirmo. Seriedad, rigor y sentido común son elementos caracterizadores del señor El Jaber, sin duda alguna un político con porvenir cargado de experiencia en la cosa pública. Por tanto, sus tales cualidades me llevan a rechazar, como digo, las pasajeras sospechas sobre mi asirocamiento en estos días. Por mucho que se empeñe la Naturaleza, por el momento no bloquea mi pensamiento pausado, relajado y supongo que certero pues creo que el “lamentablemente” del señor El Jaber traduce lo que él quiere trasladarnos: pesar y arrepentimiento ante el mutis por el foro de la corporación anterior. Le honra.

   Pero hete aquí que el señor El Jaber es un hombre de partido. Y, en este caso concreto, del principal partido de la oposición en el Cabildo. Por tanto, se produce en él –me parece- un desdoblamiento de la personalidad en cuanto que se enfrentan su yo personal, intrínseco, connatural e íntimo con el yo – nosotros, indicador de un colectivo, el partido al que pertenece. Y como hasta el momento ningún partido reconoce méritos ajenos –si los hubiera- , hete aquí que se encuentra nuestro hombre en la peligrosa alternativa: ¿se atiene a lo que piensa (“lamentablemente”) o a lo impuesto (todo lo ajeno está mal hecho)?

   Veamos. Denuncia el señor portavoz que el Gobierno del Cabildo es incompetente en su pretensión de crear empleo público. Y responsabiliza al señor consejero del área y al señor presidente como máxima autoridad. Les echa en cara que los tan pregonados Planes de Empleo con millones de euros para su activación son, tal se dice popularmente, leche cacharro. Terminará el año, insiste, y siguen sin cumplirse. Por tanto, inoperancia y nula capacidad de gestión definen al Gobierno tripartito del Cabildo. 

   Sin embargo, a las 48 horas de las tales declaraciones públicas hete aquí que llega el Gobierno del Cabildo con su presidente al frente y expone ante todos la “vocación social” de los presupuestos correspondientes al próximo año. Afirma el señor Morales que las partidas destinadas “al área de protección y promoción social” aumentan un 8,46%. Y que los servicios públicos básicos se elevan un 24,53% sobre los correspondientes a años anteriores.

   Y aunque lo de “vocación” me retrotrae a etapas de primera juventud más relacionadas con ascéticas y místicas (yo hubiera usado las voces preocupación o compromiso), sí tengo aparentemente claro lo que significa “social”, no en vano dedico parte de mi trabajo profesional a textos literarios, revistas y documentos relacionados con tal adjetivo. Por tanto, lo social es todo aquello que se relaciona con la sociedad, trátese de conjunto de personas a quienes les afectan cuestiones comunes o de compañías mercantiles con socios. Y como deduzco que el señor presidente no se refiere a lo segundo (empresa mercantil), solo queda la opción de ‘conjunto de personas’. Sin embargo, llevo más allá la cuestión: ¿qué tipo de personas se verían afectadas por la “vocación social” de los presupuestos? Colijo –no se trata de otros, sino del señor Morales, cuyas intervenciones públicas medito desde hace años- que el término “social” se refiere, lo mismo que en la poesía social, a actuaciones comprometidas con las necesidades materiales de quienes se encuentran aislados y reclaman, por derecho, justicia (social).

   Hay gentes en la calle –impactantes las fotos de Canarias7 de una callejuela en el Puerto, a tres pasos de Las Canteras- a quienes la propia sociedad aisla. Viven con nosotros quienes no han podido arrancarle a la sociedad elementales condiciones de vida. Están a la vista -porque la calle es ancha y no ajena- personas que necesitan no solo palabras consoladoras y hermosas: su ciclo vital les exige desprenderse de lutos y cicatrices para, simplemente, ser…

   Yo estoy seguro –apuesto por el señor Morales- de que el Cabildo no defraudará aunque, obviamente, no podrá satisfacer a todos. Si así no fuere, exija y denuncie, señor El Jaber. Cuente conmigo, aunque no será necesario. Pero en seis meses no se hacen serenas revoluciones.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar