Primer encuentro con Antonio Machado - por Nicolás Guerra Aguiar
Primer encuentro con Antonio Machado - por Nicolás Guerra Aguiar *
El 22 de febrero de 1939 murió exiliado el poeta de la Generación del 98 que en Campos de Castilla (1912) ya había notariado la realidad de las dos Españas: una “ha de helarte el corazón”, le dice al simbólico españolito recién nacido; la segunda es la “España de la rabia y de la idea”, la del “cincel y de la maza”. Machado soñó con la segunda -la España social, la liberal de tolerancia y libertad (liberal a la manera de las Cortes de Cádiz de 1812), la del pensamiento y el trabajo-; y rechazó la otra, la irracional, “esa España inferior que ora y embiste / cuando se digna usa de la cabeza”. Pero la España vencedora de la Guerra Civil volvió a imponerse sobre la del españolito, la España aún en pañales (de ahí el simbólico diminutivo) víctima de sagradas tradiciones y mañanas vacíos.
Por tanto, no perdí ni una clase: fueron puertas de entrada a poetas secuestrados por la dictadura o, al
Se había producido, pues, la conjunción de varias circunstancias: autores universales seleccionados para la BB (los primeros hispanoamericanos: Onetti, Uslar Pietri…); no obligatoriedad; edición barata y manejable; estudio inicial de significados especialistas; colaboración de la más rigurosa editorial española -Alianza- y un profesor dispuesto a sensibilizarnos con la lectura y estudio del consagrado Antonio Machado.
La idea surgió del Ministerio de Información y Turismo. La convocatoria del concurso se realizó entre editores privados, lo cual me da la pista de que acaso fueron estos (Salvat - Alianza) quienes entre los tradicionales (Poema de Mío Cid, Larra, Cela, Shakespeare, por ejemplo) colaron subrepticiamente a algunos autores malditos (Galdós, Unamuno, Gabriel Miró, el propio Machado…). Porque el tal organismo de 1970 no era, precisamente, un dechado de culturización y respeto a las palabras escritas si llegaban cargadas de ideas, sensaciones, denuncias o peligrosos pensamientos.
Pero hubo más. También ese año sancionaron a dos periódicos de Tenerife: El Día (tres multas), La Tarde (dos) y hasta el grancanario El Eco de Canarias (¡prensa del Movimiento!) sufrió las iras del censor. Tres años antes Diario de Las Palmas fue secuestrado y La Provincia padeció cinco expedientes. No detallo los pormenores, pero entre 1967 y 1975 se abrieron ochenta (y culminaron con sanción) a diarios españoles y diecisiete a canarios.
¿Por qué, entonces, el Ministerio de Información y Turismo, represor e inquisidor, subvencionó la publicación de la BB (Antología Poética es el número 16), algunos de cuyos autores allí incluidos ni eran -ni hubieran sido- cantores de la dictadura? (¿Apariencia de libertad? ¿Propaganda del régimen?) Curiosamente, la prolífica edición de 1970 es cuatro años posterior a la Ley de Prensa e Imprenta, en cuyo preámbulo se lee: “El principio inspirador lo constituye la idea de lograr el máximo despliegue posible de la libertad de la persona para la expresión de su pensamiento”. Pero su artículo 2 echa por tierra cualquier esperanza: “Son limitaciones […] el acatamiento a la Ley de Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales”.
Corría 2009: volví a recordar a don Sebastián de la Nuez y aquellos encuentros voluntarios. Yo visitaba Segovia, ciudad castellana donde el poeta había vivido desde 1919 hasta 1931 (el 14 de abril fue invitado a izar la bandera republicana en el Ayuntamiento: “Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra república de la mano”).