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sábado, 27 de abril de 2024 02:12h.

La proclamación de la II República en Tenerife - por: Julián Ayala Armas

 

FR J A

La proclamación de la II República en Tenerife - por: Julián Ayala Armas, escritor y periodista

“Fue en España donde mi generación aprendió
que uno puede tener razón y ser derrotado,
que la fuerza puede destruir el alma,
y que a veces el coraje no obtiene recompensa”.
(Albert Camus)

El viernes, 14 de abril pasado, fue el aniversario de la proclamación de la II República española. Con tal motivo en muchas ciudades y pueblos de la isla de Tenerife, donde nací y donde he vivido toda mi vida, se celebraron actos de conmemoración de una efeméride muy arraigada en el corazón de muchas y muchos demócratas canarios. Fui el encargado de pronunciar unas palabras (no creo que lleguen a la categoría de discurso) en el acto realizado en la ciudad de Puerto de la Cruz, primera que izó la bandera tricolor republicana aquel glorioso día de hace 92 años. El artículo que sigue está entresacado de aquellas palabras.

PUERTO DE LA CRUZ, SITIO LITRE, 1931
PUERTO DE LA CRUZ, SITIO LITRE, 1931

En nuestra juventud, ya lejana, y en los ámbitos políticos donde nos hemos formado la República no era uno de nuestros temas principales; conocíamos la tragedia de las ilusiones frustradas, las libertades cercenadas, la represión asfixiante y el genocidio planificado que practicó desde sus inicios el régimen dictatorial que la sustituyó durante casi 40 años, pero a veces no éramos conscientes de que la etapa republicana fue el momento más brillante de nuestra historia política de los últimos doscientos años. Aun conociendo —y reconociendo— el advenimiento pacífico de la nueva forma democrática de Estado, la expulsión de los Borbones-ladrones, las leyes a favor de los derechos de las mujeres, de los niños, de los trabajadores, de los campesinos, etc…, la República nos parecía un episodio histórico al que habría que considerar y apreciar, pero teníamos muy claro que lo inmediato, nuestra tarea del momento, era derrocar el franquismo y hacer la Revolución (así, con mayúscula). La forma política de esa Revolución no la teníamos tan clara, tan sólo ideas confusas sobre la democracia popular o la implantación de la dictadura del proletariado, que era una fórmula indiscutible y casi mágica en la que todos y todas estábamos de acuerdo, sin saber a ciencia cierta de qué se trataba.

UNA ANÉCDOTA. Nos atreveríamos a decir que nuestra actitud en este tema no se diferenciaba mucho de una anécdota que contaba Manuel Azcárate, histórico militante del Partido Comunista de España desde su adolescencia hasta su muerte, sobre la reacción de los jóvenes miembros del PCE el 14 de abril de 1931. Cito de memoria: “Éramos sectarios y brutos. Mientras las masas festejaban el advenimiento de los tiempos nuevos, nuestras consignas, voceadas en una caravana de coches por las calles de Madrid, eran “¡Todo el poder para los Sóviets! ¡Fuera la república burguesa!” ….

Al pasar por el lavadero público de la Fuente del Berro, las mujeres que se ganaban la vida lavando la ropa de los señores, nos insultaron y algunas incluso hicieron amago de tirarnos piedras… Tuvimos que salir de allí a la estampida”.  

Valga la anécdota como dato de la escasa visión política del joven PCE en los inicios de su andadura. La “vanguardia del proletariado” estaba a muchos kilómetros de distancia de éste, pero la política ferozmente reaccionaria de los detentadores tradicionales del poder en España le haría poner los pies en el suelo, hasta el punto que el levantamiento militar seguido de la guerra civil que estalló cuatro años después convirtió al PCE en un referente de la lucha y la resistencia popular.

LA REPÚBLICA EN TENERIFE
LA REPÚBLICA EN TENERIFE

Un papel que no estuvo exento de aspectos oscuros e indeseables como el traslado a la lucha de clases en España, convertida en guerra abierta y sin cuartel, de los errores y enfrentamientos internos por el poder que en parecidas circunstancias se habían dado y se daban todavía en la Unión Soviética, el único país extranjero que apoyó con armas, aviadores y asesores a la República. Enfrentamientos y errores que acabaron siendo una de las causas de la fractura del movimiento revolucionario en la Europa occidental.

ESTRATEGIAS COMUNISTAS. Antes, el PCE, como todos los partidos integrantes de la III Internacional (la Komintern por sus siglas en ruso) creada en Moscú en 1919, había pasado por distintas estrategias. La primera fue la política de clase contra clase, aprobada en 1928 por el IV Congreso de la Internacional y en la que se consideraba a la socialdemocracia como el ala izquierda —y más peligrosa—del fascismo, se prohibió la alianza con otras tendencias ideológicas y el trabajo en los parlamentos burgueses y en los sindicatos reformistas. Se especificó, además, que el frente único de clase, aprobado en congresos anteriores, no podría ser posible con alianzas por arriba, sino por la base, propiciando el paso a los partidos comunistas de los trabajadores adscritos a la socialdemocracia.

Pero el ascenso del fascismo, con la subida al poder de Mussolini en Italia en 1922 y, sobre todo, de Hitler en Alemania en 1933 y, en menor medida en Francia, con el intento de asalto en 1934 de la Asamblea Nacional por escuadras militares de extrema derecha, obligaron a la Komintern a modificar su estrategia anterior y a propiciar coaliciones antifascistas, cuyos componentes principales fueran los partidos de izquierda marxistas (socialistas y comunistas) y los partidos burgueses democráticos. Estas coaliciones, cuyo principal nexo de unión fue el antifascismo, constituyeron el Frente Popular, que gobernó en Francia de 1936 a 1938 y en España desde febrero de 1936 a abril de 1939.  

Aunque en ambos países el Frente Popular significó un avance político y social importante, llegó demasiado tarde, cuando ya los fascismos europeos, sobre todo su variante alemana, el nazismo, se habían consolidado y fortalecido ante las políticas timoratas de Inglaterra y la propia Francia, que intentaron contemporizar con la bestia y bien caro lo pagaron a partir de septiembre de 1939, inicio de la II Guerra Mundial.

Pero quien peor lo pasó fue España, donde el peculiar fascismo español, teñido de clericalismo medieval, se adelantó tres años a sus homólogos europeos, y el 18 de julio de 1936 se alzó en armas contra la legitimidad republicana. El fracaso relativo del golpe dio lugar a la guerra civil, que terminó con la derrota de la República el 1 de abril de 1939.

EL PACTO DE NO INTERVENCIÓN. No se puede entender el porqué de esa derrota sin hacer referencia expresa a la actitud de muchos países europeos, en especial las grandes potencias democráticas, que guiaban la conducta de las demás. Siguiendo su política de aplacar a la bestia, el Acuerdo de No Intervención en España, firmado a finales de agosto de 1936 por 27 países, entre ellos Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos, acordó el embargo de armas a España, tanto al Gobierno legítimo como a los generales sublevados. Para vigilar y verificar el cumplimiento del Pacto se creó en Londres el 9 de septiembre del mismo año El Comité de No Intervención, en el que estaban representadas las principales potencias europeas, incluidas Alemania, Italia, la Unión Soviética y, naturalmente, sus principales impulsores Francia y el Reino Unido.

En la práctica, el Pacto de No Intervención y el Comité de verificación del mismo lo que hicieron fue atar de pies y manos al Gobierno español, porque mientras Alemania, Italia y Portugal seguían mandando armas y municiones a los sublevados, la República tenía impedida esa posibilidad. En septiembre de 1936 el Gobierno, después de haber denunciado sin éxito en otras instancias internacionales, como el mismo Comité de No Intervención la beligerancia activa de los países fascistas, apeló a la Sociedad de Naciones, que le dio la callada por respuesta. Entonces se dirigió a la Unión Soviética, que empezó a suministrarle material de guerra a partir del siguiente mes.

ENSAYO DE LA GUERRA MUNDIAL. La guerra civil española constituyó para las potencias fascistas un ensayo de las estrategias y tácticas de la futura guerra mundial. Alemania e Italia no se limitaron solo al envío de armas y municiones, sino que apoyaron a los militares facciosos con verdaderos cuerpos expedicionarios, como la Legión Cóndor alemana y el Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano. La Legión Cóndor fue sobre todo una fuerza aérea; contaba con 16.000 efectivos, 600 aviones y 6.500 infantes. La intervención en la guerra de España permitió a Hitler mejorar sus aviones y subsanar los defectos de su ejército del aire, preparándolo para la guerra que estaba fraguando.

Así, la Legión Cóndor —junto con la aviación legionaria italiana— protagonizó el bombardeo de Guernica, población de Euskadi símbolo de los fueros vascos, que fue el primer caso de “ataque en alfombra”, que sería empleado en la guerra posterior. Los bombardeos, en varias oleadas, incluso con bombas incendiarias y el ametrallamiento a ras de suelo de los civiles que huían, causó la muerte de unas dos mil personas, casi la mitad de la población de Guernica.

Por su parte, el Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano (más conocido por sus siglas CTV) tuvo a lo largo de la guerra 78 mil combatientes, aunque de manera simultánea nunca pasaron de los 50 mil. Contaba con aviación, artillería y carros de combate y participó en la toma de Málaga y en la masacre de “La desbandá”, el ataque posterior por aire y mar a las personas —civiles en su mayoría—, que huían de la ciudad por la carretera de Almería. El CTV sufrió una gran derrota en la batalla de Guadalajara, que obligó a una drástica reestructuración de sus unidades.

Frente a estos contingentes de tropas profesionales, los soldados extranjeros que combatieron por la República estuvieron encuadrados mayormente en las Brigadas Internacionales, organizadas sobre todo a iniciativa de la Komintern, aunque hubo muchos casos de voluntarios independientes de los partidos comunistas.

Según registros de la Internacional Comunista datados en abril de 1938, durante el transcurso de la guerra lucharon en España poco más de 30 mil combatientes internacionales, que unos meses más tarde, en septiembre del mismo año, fueron licenciados por el Gobierno republicano en un intento de que el Comité de No Intervención obligara a las potencias fascistas a hacer lo mismo, lo que no ocurrió.

EL JUICIO DE LA HISTORIA. La mayoría de los historiadores de la Guerra de España han constatado que la política de “no intervención” perjudicó mucho más a la República que a los sublevados. Alguno no duda en afirmar que “La República perdió la guerra desde el momento en que en la escena internacional no se la dejó actuar como un país soberano y fue considerada por ciertas potencias como un peligro. La posición de Gran Bretaña es paradigmática y la actitud del conservadurismo británico [en el poder cuando estalló el conflicto español] está estrechamente relacionada con la derrota republicana”, afirma el historiador Julio Aróstegui.

Acabada la guerra, ante los débiles intentos de algunos países (Francia, por ejemplo) de aislar a Franco, el entonces premier británico Winston Churchil dijo: “Que se jodan los españoles, España es una pústula para Europa, la libertad de España no merece ese sacrificio…” Palabras constatables, pues están recogidas en la prensa de la época.                       

HABLEMOS DE NOSOTRAS Y NOSOTROS. Puerto la Cruz izó la bandera tricolor a las seis de la mañana del 14 de abril de 1931. Fue el primer pueblo de Tenerife que lo hizo. La banda de música de Buenavista, una población también del norte de Tenerife, con su anciano director al frente, fue incorporando músicos por los pueblos que pasaba, hasta llegar a La Orotava y ser recibidos por miles de ciudadanos y ciudadanas. Mucha gente no sabía todavía el republicano “Himno de Riego”, no importa, ahí estaba “La Marsellesa”, el himno de los himnos, atronando las calles de la Villa, entre las improvisadas banderas francesas que eran en realidad banderas holandesas, pues los colores azul, blanco y rojo estaban, sí, pero horizontales y no verticales. La gente los aclamaba igual.

Aquel día radiante y gozoso acabó cinco años después entre lágrimas, cárceles, torturas y asesinatos, la isla de Tenerife se trocó en el ángel exterminador que llevó al general con vocación de genocida hasta la costa africana a capitanear el ejército español de Marruecos. En Santa Cruz de Tenerife, a pesar de la vigente Ley de Memoria Democrática, sigue en pie el monumento que simboliza y glorifica su gesta.

FRANCO
MONUMENTO A FRANCO, ILEGAL, RECHAZADO OR LA AMYORÍA POPULAR, MANTENIDO POR EL AYUNTAMIENTO CHICHARRERO

* Gracias a Julián Ayala. Publicado originalmente en LA CLAVE CUENCA

https://www.laclavecuenca.com/2023/04/26/la-proclamacion-de-la-ii-republica-en-tenerife/

JULIÁN AYALA
JULIÁN AYALA
la clave cuenca
mancheta ene 23