Cuatro promesas del Gobierno canario - por Nicolás Guerra Aguiar
Cuatro promesas del Gobierno canario - por Nicolás Guerra Aguiar *
El Gobierno de Canarias entra en 2018 con, entre otras, cuatro promesas: el nuevo edificio del instituto Saulo Torón (Gáldar); la prohibición de las peleas de gallos; la creación de veinte mil puestos de trabajo y el inicio de la segunda fase para enlazar sin peligro alguno Agaete con La Aldea por carretera.
Pero con años de experiencia en el seguimiento de tradiciones y forzando a tope las cuatro células grises que permanecen en mi capacidad de entendimientos, he llegado a la evocación de un dicho muy popular en Sardina de Gáldar cuando los barquillos se acercaban peligrosamente al veril: “¡Al golpito; déjense dil al golpìto pa no trabucá!” (verbo trabucar que solo en Canarias significa ‘hundirse’). Uno ha perdido la inocente ingenuidad de creer las promesas, es decir, voces desprovistas de verdades o cargadas con ilusiones hechas para dar en la mar, qu’es el morir manriqueño.
Obviamente, el adjetivo “arrecho” –muy extendido en Hispanoamérica- lo empleo con el tercer significado (Diccionario de uso del español, de María Moliner): ‘Valiente’. E, incluso, con la sexta acepción del Diccionario de la lengua española (RAE) pues, a fin de cuentas, el señor Clavijo aún rebosa serena juventud: ‘En lenguaje juvenil, espectacular, sensacional’. (A pesar de las apariencias gráficas, nada que ver -por el momento- con arrechucho, ‘Indisposición repentina y pasajera’.)
Hace dos décadas que se habla de lo mismo. Días atrás volvió a ser noticia: el Gobierno canario promete (¿dónde está el acta notarial?) la modificación del proyecto para “integrar los restos arqueológicos aparecidos en el terreno”. (“Restos”, por cierto, nada extraños en la zona del apasionado Barranquillo, hoy Barrio Hospital). Óyese decir, entre murmullos y
Segunda. Fue noticia destacada incluso en la prensa de más allá de la raya y muy comentada en toda la canaria: el Gobierno regional decide modificar la ley (1991) con la idea de prohibir las peleas de gallos, actividades que llegan de América (el nobel García Márquez las refleja en algunas novelas) y arraigan en Canarias (un cuadro de Antonio Padrón lleva el título de “Pelea de gallos”). Incluso así, y con todos mis respetos para quienes reclaman su regularización, las muertes violentas de animales no pueden ser elementos identificadores de la cultura de un pueblo.
Mas para la prohibición absoluta (la ley actual permite ciertas excepciones) deben considerarse varios nimios aspectos sobre las pretensiones: están en “fase de anteproyecto”; seguirá la “fase de solicitud simultánea de diversos informes internos, de instituciones, de otras administraciones, de entidades y órganos”; después vendrá la “fase de información pública y audiencia” y culminaría con el pronunciamiento de Hacienda. Por tanto, “¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!”.
En definitiva: cuatro promesas. Tres de ellas (nuevo instituto, creación de empleo –digno- y carretera) arrancan casi desde el Big Bang o Gran Explosión, hace ya algunos añitos. Los mismos que CoATIción lleva en el poder. Sin embargo, necesito creer en la palabra del señor presidente: como al poeta gomero Pedro García Cabrera, “la esperanza me mantiene”
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* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar