A propósito de los DD.HH. - por Juan Espino
A propósito de los DD.HH. - por Juan Espino, activista de Attac Canarias *
El 10 de diciembre se celebra el día de los Derechos Humanos y ello me ha llevado a realiza una reflexión personal que quiere poner en evidencia la cada vez mayor carencia de los mismos, así como el que hipócritamente desde los poderes dominantes se nos intente disuadir no sólo de lo importante que son, sino de las necesidad de su defensa, aunque luego sus actuaciones nos revelen la falsedad de dichas afirmaciones.
Cada año celebramos “el día” de los Derechos Humanos y nos manifestamos en su defensa, pero la cruda realidad muestra que no sólo no avanzamos en su aplicación, sino que este sistema depredador que nos domina, nos retrotrae a épocas históricas en que los mismos brillaban por su ausencia.
Eso si, desde la política y los organismos responsables de velar por los mismos, se ofrecen palabras rimbombantes que sólo se utilizan para quedar bien, pero al día siguiente trabajan para favorecer los intereses de los que se oponen a su implantación en defensa de sus intereses económicos, los cuales estiman que están por encima de cualquier otra valoración.
En las décadas siguientes se aplicaron a ello con entusiasmo generando dictaduras sangrientas que eliminaban cualquier oposición a “los intereses norteamericanos”, llegando incluso al asesinato selectivo de personas que podían representar un peligro para dichos intereses y aún hoy continúan con dichas prácticas quizás con formas más sutiles.
Actualmente, a poco que seamos algo observadores de la práctica política y de la forma en la que actúan los poderes dominantes, vemos que estos principios siguen en vigor y se llevan a la práctica incluso con mayor vehemencia, pues el proceso globalizador y la desregulación económica han hecho que en la era de la hegemonía neoliberal, el beneficio económico de las minorías más ricas esté por encima de cualquier otro valor.
Hago mención a la economía porque una buena gestión de la misma con criterios redistributivos que favorezcan a la mayoría es crucial para que las personas puedan vivir con dignidad. Es de perogrullo que sin una base material suficiente que permita las condiciones de subsistencia es difícil ejercer los demás derechos ciudadanos. Ya decía Robespierre a finales del siglo XVIII que una de las primeras leyes de la República, era la que debía garantizar las condiciones materiales de vida para que se pudiera ejercer el resto de los derechos ciudadanos, pues sin esta premisa seguíamos siendo súbditos y se impedía el ejercicio de los mismos al ser dependientes económicamente.
Viene todo esto a colación porque aún aceptando la conveniencia de que se visualice la defensa de los DD.HH. hemos de denunciar la instrumentalización que de dicha celebración se hace por parte de aquellos o aquellas que tienen como mandato mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, pues considero que esas celebraciones puntuales e institucionalizadas, desvirtúan o corren el riesgo de hacerlo, el significado y el valor de lo que se celebra, ritualizando y vaciando de contenido la importancia del significado de los mismos al quedarse en meras acciones puntuales, estériles desde mi punto de vista. No en vano no sólo no avanzamos en su logro, sino que cada vez más la realidad muestra un retroceso importante en los mismos.
Quiero además aquí lanzar una observación a los grupos de la sociedad que preocupados por estos derechos, gastamos una ingente cantidad de energía para celebrar este u otros eventos ritualizados oficialmente y nos unimos ese día para constatar la ausencia de los mismos, pero luego somos incapaces de hacerlo el resto del año para crear un frente común de lucha social y política que intente cambiar la realidad actual y los haga tangibles. Vamos, aquello de que los árboles a veces no nos dejan ver el bosque.
No quiero decir que conmemorar estos días no sea importante como forma de hacer evidente la falta de los mismos, pero quedarnos en la denuncia y no dar pasos concretos que nos ayude a identificar quién o qué estructura social y política son responsables de dicha ausencia y del sufrimiento de la mayoría de la humanidad, así como actuar consecuentemente para cambiar este hecho, hace que sin quererlo, podamos ser cómplices por omisión de la perpetuación de dicha situación.
Los grupos que desde una opción progresista actuamos, además de divididos, instalados en la comodidad del no debemos salir de la actitud reactiva para actuar en un ámbito activo que sea de verdad transformador. No basta con decir no, evoco aquí el título de un reciente libro de Naomi Klein, pues lo considero pertinente para avanzar en el cambio de este injusto sistema que oprime los derechos de las mayorías. Tenemos necesidad de confluir en las acciones que lleven a un cambio real que haga posible una transformación y mejora de las condiciones de vida de las mayorías sociales, para dejar de vivir en esta era de las mentiras y del sufrimiento humano que nos ha tocado soportar.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Juan Espino