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sábado, 20 de abril de 2024 00:21h.

Sí se puede, Podemos y la política en la era postmoderna - por Domingo Garí

Tengo la alegría de poder felicitar a Podemos por su fabuloso resultado en las elecciones del 25 de mayo. Un nuevo espacio de transformación se abre a nivel de todo el Estado y, de forma particular en Tenerife, se viene a sumar al espacio abierto por Sí se puede desde el año 2007. Ambas organizaciones son la expresión cabal de una nueva forma de hacer las cosas en política.

Sí se puede, Podemos y la política en la era postmoderna - por Domingo Garí

Tengo la alegría de poder felicitar a Podemos por su fabuloso resultado en las elecciones del 25 de mayo. Un nuevo espacio de transformación se abre a nivel de todo el Estado y, de forma particular en Tenerife, se viene a sumar al espacio abierto por Sí se puede desde el año 2007. Ambas organizaciones son la expresión cabal de una nueva forma de hacer las cosas en política.

Para empezar por el principio digamos que los orígenes son similares. Si Podemos viene a cristalizar buena parte del movimiento ciudadano del 15M, Sí se puede fue la expresión de las luchas sociales y ambientales habidas en Tenerife en la década pasada. Podemos se impulsa desde una confluencia de múltiples actores sociales, entre los que se encuentran de manera destacada profesores e intelectuales de la disidencia madrileña, y en torno a ellos se nuclea el proyecto. En Tenerife, el nacimiento de Sí se puede, también tuvo esos componentes. Activistas sociales, movimiento vecinal y asesoramiento de destacados profesionales de la jurisprudencia, economistas, sociólogos, politólogos y otros científicos sociales ayudaron a llenar de razones propositivas, primero, al movimiento social y, más tarde, a la alternativa política.

Uno de los elementos que diferencian a estos dos movimientos políticos de la izquierda moderna, es una apuesta por la horizontalidad, el asamblearismo y la democracia radical para la toma de decisiones dentro de la propia organización. Se trata con ello de huir del aparato y de las estructuras jerárquicas de los partidos de la época clásica. El carácter de organización antijerárquica y de base, intrínseca al modelo Sí se puede, y estoy seguro que también lo será en el modelo Podemos, cuando este partido aborde el asunto de su organización interna y el paso necesario de la máquina electoral al partido/movimiento, es plenamente postmoderno.

En ambos casos me parece que hay una relación problemática con el tradicional concepto de “izquierda”, en clara apuesta por intentar superar la vieja dicotomía de la política moderna, entre derecha e izquierda, tras el abandono de los contenidos de izquierda por la vieja socialdemocracia y la desaparición del comunismo histórico. En el mitin de cierre de campaña en Madrid, Pablo Iglesias lo manifestó con suficiente claridad cuando dijo: "El poder no tiene miedo a la izquierda, tiene miedo al pueblo". (Público 24/5/14) Hace meses Íñigo Errejón, uno de los promotores de Podemos y cabeza muy lúcida, incidía en esta idea (en un programa de La Tuerka), haciendo referencia al componente metafórico de los conceptos de derecha e izquierda, y a la necesidad de repensarlos cuando la metáfora ha dejado de representar a la realidad.

El hecho de que esto sea así viene explicado porque las condiciones sociales sobre las que se asentaba el partido moderno, y su interpretación de la historia, han sido transformadas. La unidad de clase, y el partido como guía y portador de la verdad, sólo existe de manera residual. La heterogeneidad social lo es también política, de ahí que la representación del mundo sea plural. Ha caducado la pretensión clásica de representar al conjunto de la clases sociales subalternas.

Por lo tanto, en el nivel interno, el partido no puede ser la expresión de un príncipe moderno (Gramsci) totalizante, que reduzca a una unidad indiferenciada a los militantes y simpatizantes, encuadrándolos en un discurso único que pretende representar al conjunto de las clases y sectores subalternos. La concepción totalizante de la modernidad que llamamos marxismo(s) no es el portador único de una concepción global del mundo, al decir de F. Fernández Buey. El marxismo será, junto con otras formas parciales de entender el mundo, un ingrediente más del partido postmoderno. Otras son el feminismo, el ecologismo, el nacionalismo de izquierda (en las nacionalidades sin estado), el anarquismo, las gruposétnicos inmigrados, las minorías sexuales, los movimientos de base confesional que respeten y acaten la primacía de lo político sobre lo religioso, y mantengan separado ambos espacios, etc. El príncipe postmoderno no apela a la disciplina sino a la responsabilidad individual y al trabajo compartido.

El partido postmoderno incorpora la crítica a la concepción de la política como profesión, y aboga por su desaparición, primero, lógicamente, dentro del propio partido, para de esta forma no redundar en el error de los partidos modernos, en cuanto a repetir la división social externa en el interior del partido. La división debe ser meramente técnica y circunstancial, en ningún caso social y permanente. De esta forma, el partido postmoderno, trae hacia adentro lo que quiere impulsar hacia afuera. Una proyección radical de la democracia incorporando la idea del Subcomandante Marcos de “mandar obedeciendo”, lo cual conlleva la revocabilidad de los cargos y el establecimiento de mecanismos horizontales para la toma de decisiones. En síntesis, complementar los dispositivos de la democracia representativa con los de la democracia directa.

Este es el tipo de herramienta política que posibilitará la apertura de un nuevo ciclo histórico, en el Estado y en Canarias, derrotando a la “casta” e impulsando un nuevo proceso destituyente/constituyente, para encarar la crisis económica, social, ambiental y política en la que estamos inmersos. El desafío es enorme y el enemigo muy poderoso. En Podemos gritan Sí se puede; En Sí se puede pensamos que entre muchos Podemos.