Quizás Guantánamo todavía no existe para Europa - por Nicolás Guerra Aguiar *

El pasado lunes los talibanes celebraron en Afganistán el primer aniversario de su victoria tras la expulsión de las tropas occidentales, invasoras desde 2001. Al año siguiente (2002) los EE UU habían reconvertido Guantánamo en una macabra prisión donde la vida y la dignidad de los detenidos (afganos y musulmanes en general) valían menos que una piedrita de hielo en la Antártida.

  Desconozco las llamadas cartas magnas de los países que forman la Comunidad Europea. Pero sí manejo con frecuencia la Constitución Española de 1978 y a veces, para comparar, la de 1931.

En ambas hay apartados (24.1. y 29., respectivamente) relacionados con las detenciones y sus límites. Como ejemplo, transcribo el correspondiente a la actual: “Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.

 Sin embargo la Comunidad Europea silencia pensamientos, éticas, pudores y honestidades cuando un país aliado y al cual están subordinados -incluyo los pertenecientes a la OTAN- sigue despreciando tal elemental principio.

Así, EE UU actúa a su capricho y conveniencia en Guantánamo, base naval instalada en la isla de Cuba durante la ocupación militar inmediata a la guerra entre España y USA (1898), posteriormente convertida en campo de concentración (tipo de establecimiento, por cierto, inventado por el general Weyler -español- para recluir a los guajiros cubanos). 

  Tras la invasión estadounidense de Afganistán (2001)  el presidente Bush ordenó la adaptación del enclave naval para recluir a cientos de secuestrados, supuestos o intuidos activistas relacionados directamente o acaso por revelación divina con actividades terroristas de Al–Qaeda. (Pero no fue terrorismo la ilegal invasión de Irak -2003- sin el consentimiento de Naciones Unidas: EE UU, con la participación de otros países -España- se apropió de los ricos pozos petrolíferos.)

 En el lenguaje de ficción o invención novelesca Guantánamo es “Centro de detención  para la defensa de la democracia occidental”. Por contra, entre periodistas  y Amnistía Internacional se conoce como “Prisión militar de alta seguridad” donde, a la vez, está secuestrada la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Tal modélico “Centro” es independiente, la justicia civil no puede intervenir ante denuncias: allí solo hay terroristas, generalizada culpabilidad... sin juicios. 

  Así pues, EE UU. desprecia el derecho internacional y las básicas normas de cualquier país respetuoso con los principios de igualdad jurídica, planteamientos que definen a los estados civilizados. Desde 2002 Guantánamo se convirtió en prisión (para algunos, perpetua) con cientos de detenidos, muchos de ellos provenientes de cárceles secretas esparcidas por América, Asia… controladas por la CIA. Desde sus inicios varios organismos internacionales denunciaron las gravísimas violaciones de los derechos humanos (hubo entre sus internados menores de edad). Y al cabo de los años, veinte, la civilizada Europa sigue en silencio: los prisioneros secuestrados parecen delincuentes ya condenados sin juicios previos. 

 Nada importan. Son sospechosos como lo fueron los intelectuales para Franco; como lo son los demócratas para las dictaduras; como se pensó de quienes ansiaban mundos en libertad y en igualdad; los sindicalistas de Comisiones, UGT; los condenados a muerte en el Proceso 1001; los del penal de Burgos; los poetas… Es decir, tal como demostraron los inquisitoriales dominicos y agustinos tras hábiles y sangrientas sesiones interrogatorias: todos presumen de inocentes hasta que los verdugos consiguen la verdad, pues esta se deducía desde antes de candentes hierros y fracturas óseas... 

  Cuando se ven fotografías de los detenidos; cuando sus cabezas no son más que estructuras desaparecidas por pasamontañas o bolsas de plástico; cuando las manos de los prisioneros tras dos y tres años son un simple elemento corporal sin más función que el de permanecer unido a las rígidas y duras correas; cuando las piernas parecen fantasmagóricas a causa de chirriantes ataduras con las cuales los propios esclavos norteamericanos fueron atados a la esclavitud…, me siguen hiriendo las barbaries de quienes se erigen en sobrejueces, intocables humanos investidos de prepotencias pues los prisioneros vejados, maltratados, deshumanizados… podrían incluso hasta ser inocentes. 

  O quizás culpables. Pero no condenados por imparciales tribunales que les garantizaron escrupulosamente su derecho a la inocencia hasta que se demostró lo contrario. No, en absoluto. El gran amigo del Gobierno español de tales años actuaba al margen de la civilización y bombardeaba, masacraba y destruía incluso a quienes aun no eran capaces de pensar en las injusticias porque no habían llegado a las sensibilidades de adultas edades...

No, no me hablen en nombre de la Europa civilizada: no ayudó a los detenidos guantanameros; no prestó las elementales asistencias a quienes no podían defenderse. No me digan que en nombre de la libertad no puede ni verse el rostro del prisionero, no puede ni sentirse el parpadeo de sus aterradas miradas; no me hablen de civilizaciones cuando se encadenan cuerpos, mentes, emotividades y palabras de los prisioneros... 

  No me digan en nombre de la libertad que algo más allá, a pocos kilómetros de la base naval norteamericana (también) se cercenan libertades, (también) se coartan  libres expresiones, (también) se encarcela a quienes son simplemente sospechosos ideológicos. No podría tener elementos diferenciadores si en la misma tierra cubana se identifican las mismas actitudes, los mismos comportamientos en nombre de opuestas concepciones ideológicas. 

 Las leyes son iguales para todos: es el primer fundamento del Derecho europeo. Lo otro, lo del discurso agresivo y sin respetos a las elementales dignidades individuales no me sirve, ya lo conocí en la dictadura franquista. Hoy (todavía, aun) algo sigue oliendo a podrido en Guantánamo y en Europa mientras USA engrilla mentes y voces y nuestra Comunidad guarda silencio y enmudecen lemas como “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.

No, no me hablen en nombre de la libertad pregonada a los vientos de la injusticia, de las ausencias de jueces imparciales, de irrespetuosidades a las dignidades humanas. Esa libertad no corresponde  a pueblos civilizados. Esa es la  impuesta por la fuerza. Pero por la violencia del más bruto, carente de miramiento y civilidad.

* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar