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miércoles, 24 de abril de 2024 10:18h.

Reclamo turístico - por Paco Déniz

La avalancha turística que vivimos durante los dos últimos años ha provocado el desplazamiento de algunos vernáculos hacia otras zonas. 

El almendrero de Nicolás

Reclamo turístico - por Paco Déniz *

La avalancha turística que vivimos durante los dos últimos años ha provocado el desplazamiento de algunos vernáculos hacia otras zonas. Concretamente, en algunos bares que siempre han sido habituales de gentes del país, que terminaban siendo como de la familia y que consumían más bien poco, ahora se da una gran concurrencia de guiris que ocupan el mismo espacio. Muchos empresarios hosteleros veían esto como un mal menor, por eso, y ante la demanda de mesas libres no queda otro remedio que ir dejando hueco a quienes realmente son más rentables para el negocio. En el Médano sucede mucho esto. Los que lo frecuentamos desde hace bastante tiempo, a veces, no sabemos dónde ponernos para que los turistas consuman y hagan el gasto del día, un gasto muy superior al que muchos autóctonos hacemos, sin lugar a dudas. Ello ha suscitado algún que otro vacilón sin acritud con los dueños del local.

En medio de la controversia se nos ocurrió que tener siempre en el bar a una familia de gentes del país es un valor añadido al atractivo del local. No me cabe la menor duda. Si estamos de acuerdo en que el turismo de calidad va buscando algo diferente a lo que tiene en su país, algo original, una relación más directa con las gentes y sus culturas, sus idiomas y sus costumbres, qué mejor manera de ofertarlo que tener siempre en el local a una familia de canarios a modo de reclamo turístico. Ir a Inglaterra y entrar en un bar todo lleno de canarios no tiene mucha gracia, para eso te quedas aquí. Pues lo mismo, pero al revés, seguro que a los ingleses con cierto nivel de estudios y poder adquisitivo les llama más la atención entrar en una reserva aborigen que en un cónclave britano. ¿Ustedes no se han fijado que los guiris nos miran atentamente y, a veces, se les cae la baba cuando andamos traquiniando con los chiquillos? Guille, el dueño del bar El Tamboril, en el Médano, ya nos tiene contratados fijos a varias familias de aquí para que trabajemos de reclamo. Y no le va mal. Ahora estamos negociando un convenio colectivo que contemple la forma de pago, preferiblemente en especie. Un cortadito, una tapita gratis, poder utilizar el baño, agua pa’ los chiquillos, en fin, lo normal.

* Publicado con autorización del autor

                                                                                                                             Paco Déniz