Reforma de la Constitución, ardua tarea - por Erasmo Quintana
Reforma de la Constitución, ardua tarea - por Erasmo Quintana *
En el devenir de la nación el problema catalán incide más de la cuenta, no hay la menor duda. Quienes gobiernan lo disimulan, pero por mucho que se camine acaban recalando en el mismo sitio. Es la sociedad quien de alguna manera está tomando las riendas ante el aletargamiento y la pasividad de un Gobierno incapaz. La línea que se sigue es dejar que las demandas populares se subsuman y pudran. Y así, a remolque.
El recorte y la precariedad laboral que venimos padeciendo durante estos últimos años de crisis económica, se deben a que los cimientos del Derecho laboral han estado mal construidos, como el árbol que enferma por desarrollarse en terreno inapropiado. El derecho al trabajo, así como el derecho a la vivienda, no se metieron en la caja de seguridad de la Constitución con el máximo cobijo; por el contrario, se introdujeron en otra con el resto de derechos ordinarios y de ahí vino el problema. El error incidió en las raíces para el desarrollo posterior de ambos derechos. Esto ha sido sin duda uno de los grandes fallos de los constitucionalistas, al no encuadrarlos en el lugar donde merecían, como, por ejemplo, la pregunta: ¿cómo es posible que el derecho a la sindicación y el derecho de huelga sean derechos fundamentales, y el derecho al trabajo no lo sea? Para sindicarnos y ponernos en huelga, primero tendremos que estar trabajando, ¿no? Es decir, que es más importante sindicarnos y ponernos en huelga que el propio trabajo en si.
Si al derecho a una vivienda digna le hubiesen dado el carácter de derecho fundamental, nos hubiéramos ahorrado los miles de desahucios que ha practicado la usura bancaria de manera vergonzosa en nuestro país. Por todo ello se hace necesaria una revisión de la Carta Magna, que aborde además de estos aspectos, el que pueda heredar la Corona una mujer, anulando la actual Ley Sálica, que excluye de la sucesión al Trono a las mujeres y sus descendientes. Que garantice con eficacia el Estado democrático y social de derecho, hoy mero enunciado voluntarista (como el trabajo y la vivienda). Regulación de la utilización del suelo en base al interés general, y para impedir la escandalosa especulación, y todo lo que ayude a convertir nuestra convivencia en algo más razonable, cosa que es posible si se quiere, pues ya lo establece el Artículo principal de Derechos Fundamentales de la Comunidad Europea, permitiendo la posible inclusión de nuevos derechos que sean inherentes a la dignidad de las personas. De modo que esta Ley de leyes nuestra (que su actualización se debe afrontar ya) fija la organización política de nuestro país y establece los derechos y obligaciones de los ciudadanos y los gobernantes. Cuanto más abarque, más completa en sus términos y justa esté redactada, mayor será el bien de todos los ciudadanos.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana