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jueves, 25 de abril de 2024 15:48h.

Responsabilidad Política - por Justo Menéndez

Parece imposible que pase un sólo día, sin tener que oír el término responsabilidad política, puesta siempre en relación o subordinándola, a las responsabilidades civil y penal que se despachan en los juzgados.

Responsabilidad Política - por Justo Menéndez, miembro de la Ejecutiva Insular de SxTF *

Parece imposible que pase un sólo día, sin tener que oír el término responsabilidad política, puesta siempre en relación o subordinándola, a las responsabilidades civil y penal que se despachan en los juzgados.

Lo mediático ha invadido y tergiversado la democracia. Unas opiniones más libres y a veces menos fundamentadas, muchas veces con apariencia de noticia; y siempre con la dosis adecuada de eso que llaman sensacionalismo y manipulación de sentimientos, cuando no de incultura y chabacanería; crean el escenario perfecto donde pintar ilusiones que finalmente es lo que votan los ciudadanos.

Es la TV quien gana elecciones y así sobrevive la Aguirre que estando corroída por la responsabilidad política, es buena candidata porque es buena en la tele. Una capacidad de comunicación que parece ir unida al desastre político y una gestión minada por la corrupción, como ocurre aquí con Melchior, Oramas o Zerolo.

Y aunque la elección de personas -la ineludible representación que implica la democracia- sea una forma de crédito (de confianza) que los ciudadanos conceden a los cargos electos y a las instituciones, al final, nadie paga, porque, además de estar aforados, los electos han adoptado un estándar en el que se sienten investidos de una "responsabilidad" que sistémicamente les lleva a sentirse legitimados para infringir las leyes y enriquecerse, en un marco que les permite situarse como intermediarios o iguales, de los poderes económicos, eclesiásticos o financieros, con los que trafican. Sin entender nada, sobre la naturaleza del poder que les conferimos: soberanía.

Así nos llegó el 135 y aunque a los griegos y a Papandreu que optaron por un referéndum democrático, les haya ido casi peor; no puedo sentirme ciudadano de un país donde la prioridad absoluta de los impuestos son los bancos y no la desigualdad. Por eso, se tiene que acabar esa forma de ganar elecciones para hacer lo que te dé la gana, aquello de: "ya se sabe que los programas son para incumplirlos".

Inmersos en un sistema electoral proporcional por listas, sin distritos que vinculen directamente a los votantes con el cargo electo, muchos han llegado a entender que la política es dedicarse a eso: a estafar ilusiones para alcanzar un estatus y un predicamento social (poder adquisitivo) que no merecen, ya que no aportan nada y son más baratos los brazos de madera.

Ganar ha sido el leitmotiv de la política en los últimos años -un ganar y perder teñido de dinero como en el futbol o los negocios- y por eso, otros muchos no han entendido que sólo se puede ganar cuando quien gana es la democracia: cuando los electos representan mejor y son más cercanos a los sentimientos y valores de sus representados; y sino, ganar es perder rompiendo el balón, que es lo que han hecho los partidos del Régimen del 78.

Felizmente la política parece moverse, avanza hacia nuevos modelos de primarias, asambleas virtuales, democracia 2.0 y todo eso. Un cierto abandono de los parlamentarismos asamblearios que conocíamos en la izquierda, para viajar hacia modelos más "liderados" aún, en un estilo neoberlusconiano. Sin embargo, el escenario de primarias y contra-primarias al que asistimos, no consigue el debate y el aglutinamiento agregador de ideas y candidaturas que era de esperar, sino desmoralización y atomización. Luego los votos se desangran hacia la abstención.

Aquí, parece que nadie ha entendido nada aunque las realidades sean obvias: la política influye de forma decisiva en nuestras vidas y esto está siendo dramático para la gran mayoría. Por eso, el ejercicio y la demanda de responsabilidad es hoy ineludible para todos, y conlleva, más que la participación, la implicación y la exigencia de transparencia continua.

Es decir, una responsabilidad política que tiene que ver con el ejercicio del cargo, pero también con el voto y, antes incluso, con la democracia en los partidos y con un discurso que tiene que ver con todo lo que se dice, aunque analizándolo desde la responsabilidad, tenga que ver con lo que se hace y como se hace ¡con la coherencia!.

Y hay un marco que no podemos obviar, el dinero de los grandes partidos que se siente acorralados y vulnerables, comienza a fluir a ritmo de campaña y eso se acabará notando en las encuestas. Amparados en unas leyes electorales injustas, emprenderán una verdadera batalla mediática en la que el "argumento Venezuela" servirá para acorralar a los que reclamamos justicia social y un mejor reparto de la tarta social, en una España que crece dejando atrás a una gran parte de su población.

Por eso, a tan pocos días del Decreto de Convocatoria de Elecciones Locales y Autonómicas, continuaré reclamando la construcción de un frente político contra el austericidio, la corrupción y el transfuguismo, capaz de constituirse en una fuerza de cambio. Existe una oportunidad real y es una verdadera y urgente responsabilidad política encontrar lo que nos une que es mucho más que lo que nos diferencia.

Justo Menéndez es miembro de la Ejecutiva Insular de SxTF

* Publicado con autorización del autor