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martes, 16 de abril de 2024 10:08h.

he visto cosas que no creerías

Del sentido del voto - por Antonio Cabrera de León

 

frae cabera de león

Del sentido del voto - por Antonio Cabrera de León *

Hace unos días me preguntó un amigo ¿Por qué tú y yo votamos progresista? Después me comentó que otro amigo de clase media y voto progresista tiene contratada una empleada de hogar que vota a los fascistas.

Podría contestarle a mi amigo parafraseando al replicante de Blade Runner: he visto cosas que no creerías. Vale, no he visto naves en llamas más allá de Orión ni he visto rayos C brillar cerca de la puerta de Tannhäuser. Pero he visto a una montañesa norteamericana, pobre, desdentada, sin dinero para pagar un dentista, explicar que ella votaría a Trump porque necesitaba un presidente que creyera en dios. Era inútil explicarle lo mucho que las políticas de Trump la iban a perjudicar. Incluso era inútil explicarle que Trump jamás había creído en otro dios que en el dinero.

Es evidente que en ambos casos, tanto la gente acomodada progresista como la gente pobre fascista, estamos votando contra nuestros intereses de clase. Económicamente, quienes estamos en la clase media acomodada nos beneficiaríamos mucho con las rebajas de impuestos y el desmantelamiento del estado de bienestar. De la misma manera, quienes están en las clases trabajadoras resultarían muy perjudicados por esas rebajas y ese desmantelamiento.

¿Qué nos lleva entonces al voto? Probablemente, la sociedad que cada uno quisiera habitar, o que habitaran sus descendientes. No nos cuesta mucho creer haya gentes acomodadas que quieran seguir en sus privilegios y se marquen un Andrea Fabra: ¡Que se jodan los parados! Tampoco nos cuesta tanto entender que entre esas gentes que gozan de bienestar existan sectores solidarios que voten por la justa redistribución de la riqueza. O que entre las clases trabajadoras se abogue por esa redistribución en forma de impuestos y servicios públicos.

Lo que nos cuesta, lo que realmente nos cuesta, es comprender la sociedad que quieren y votan las clases pobres que apuestan por la rebaja de impuestos a los ricos y el autoritarismo fascista. Suponemos que no pueden marcarse un Andrea Fabra ¿Cómo va a desear un pobre que se jodan los pobres? Y sin embargo, la Historia está llena de momentos en los que las clases populares se pusieron las cadenas al cuello y exigieron la esclavitud. Ése fue, por ejemplo, el muy hispano ¡Vivan las caenas! Y ése fue el de todos los pueblos que abrazaron el fascismo.

En “La lengua del Tercer Reich”, Klemperer cuenta que la secretaria del departamento universitario que él dirigía en Dresde le tenía en gran estima. Pero aquella mujer se apuntó al partido nazi y descubrió que él, aún siendo protestante, era de origen judío. A partir de ahí pasó a delatarlo, repudiarlo, difamarlo y todos los “arlo” que se nos ocurran. Tras la derrota del nazismo, él regresó a la universidad pero ella perdió su empleo. Sin embargo, un día la reencontró y ella (escribo de memoria) le pidió disculpas por su conducta sectaria y enloquecida. Pero le hizo una confesión: todavía con Alemania reducida a cenizas humeantes, cuando oía alguna grabación con un discurso del führer se emocionaba hasta la enajenación.

Es necesario que quienes deseamos sociedades justas, sin grandes desigualdades, donde vivir dignamente sea asequible para cualquiera, entendamos que ha habido múltiples periodos de la Historia en que los seres humanos elegimos la inhumanidad.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Cabera de León

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA

 

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