Supuestos naifes, puñales y navajas . por Nicolás Guerra Aguiar
Supuestos naifes, puñales y navajas . por Nicolás Guerra Aguiar *
Dos. ¿Es casual, fortuito o acaso accidental que también la señora Hernández B. fuera destituida por el señor Antona como vicesecretaria de Organización? A pesar de todos los pesares, encabezó la lista al Parlamento. Pero, ¿quiénes se esforzaron denodadamente para evitar su consecución? ¿Quiénes, y por qué, revolvieron Madrid con Santiago y Moscú para bajarla al número tres, puesto ocupado por el señor Mariscal, y que este ocupara la segunda posición, lo cual auparía a la señora Asián al námber guan?
Tres. Comenté negativamente (3 de noviembre) la precipitada decisión del señor delegado cuando judicializó el homenaje a la bandera tricolor (“La bandera canaria de las siete estrellas verdes”). Sé -la sacristía informa con precisión- que desde arriba, pero no más allá de la raya, se decidió (“se recomendó”) el silencio absoluto del PP canario frente a la decisión del señor Hernández B. Es decir, ningún apoyo por cuanto no había consultado al partido ni a su presidente regional. Su comportamiento, dícese, sirvió para estimar cómo actuaría si llegaba a la presidencia del Partido. ¿Táctica, estrategia, forzado aislamiento para debilitar al posible contrincante de cara al congreso de febrero o, acaso, acepta el PP la tricolor no oficial?
Por otra parte, no podemos obviar algo elemental: los cargos digitales no son propiedad de sus ejercientes, sino del Gobierno de turno. A fin de cuentas, concejales y parlamentarios sí son elegidos en las urnas aunque, con frecuencia, sus propios electores no tienen ni puñetera idea de quiénes son, al menos desde el tercer nombre de la papeleta. Esta es la suerte de muchos profesionales de la política: la fidelidad absoluta –vasallaje- a quien da el visto bueno a las listas definitivas tiene sus recompensas económicas en forma de nominilla oficial. Y si asienten sin discusiones ni razonamientos y glorifican las decisiones tomadas por la autoridad competente, con un poco de suerte podrán renovar durante varios cuatrienios. Así, como quien no quiere la cosa, mantienen un puesto a su nombre y disfrutarán de solvencias euriles, que la vida está jodida como para andar por ahí a sueldo base.
Por tanto, el señor Hernández B. fue destituido por quien lo nombró, sencillamente. Y como no hubo explicaciones sobre su designación, tampoco conoceremos el porqué de la tal cesantía. (O mejor: sí lo sabemos, pero no hay nada escrito). De todas maneras, entrada y salida del hoy ya exdelegado forman parte de la propiedad privada del PP, feudo en el cual no voy a entrar, líbreme Alcorac de tal osadía. (Tampoco ningún partido político, ninguno, reclama cambios en la estructura organizativa.)
Pero se trata de una afirmación cuya validez debe ser demostrada, argumentada. A fin de cuentas, el exdelegado solo aporta como alegato la posibilidad de presentarse al cargo de presidente regional. Y tal legítimo derecho no es, en pureza democrática, razón para emprender “acosos políticos”… salvo que el hipotético candidato pudiera llegar fuertemente avalado o haya “malestar por la actual dirección del PP”. O peor: que maneje información secreta muy desestabilizadora, lo cual justificaría la flojetú estomacal.
No sé si es el caso. Pero naifes y puñaladas caracterizan a los humanos. En Lorca, navajas y cuchillos del Romancero gitano forman parte de la tradición.
* En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar